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Tekwani Tet Lingüística — Poética — Hermenéutica

Rafael Lara-Martínez 

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Desde Comala siempre…

 

Abstract: “Tekwani Tet” studies a forgotten Nahuat-Pipil payer to a Predatory Rock or Petrified Jaguar, cheap sale claiming the archive as the real support of memory in its presence.  The approach presupposes that there is not a single discipline capable of exhausting language.  It is necessary the interplay of linguistics, poetics and hermeneutics, in order to analyze the complex and most relevant human endeavour: a simple speech act.  After reinstating the text, the essay offers a triple interpretation: a subjective poetic restitution, a linguistic analysis and commentary, as well as a hermeneutic exegesis.

0.  Memoria y archivo

Recuerdo los inicios de lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en México D. F. (1972-1976).  El profesor de fonética y fonología —la rama más formalizada— nos inculcaba que el verdadero estudio de una lengua lo emprendía el trabajo de campo.  Sin ninguna lectura previa —sin pre-juicios letrados— se transcribiría la lengua de un grupo indígena particular en su estado actual.  No importaban las monografías anteriores ni la literatura precedente.  Por método científico, la cuestión sincrónica —la presencia misma— sólo la deduciría el estudio del habla actual.  Interesaba investigar la estructura vigente sin influencia de un pasado revocado.  El archivo de una lengua jamás se correspondería a la sincronía, el único objeto científico de la lingüística.

Hacia la época, la fonética articulatoria aún no la reemplazaba la fonética experimental ni la acústica.  Vivíamos la antigüedad pre-digital.  Por primitivos, al sonido /t/ lo llamábamos “oclusiva alveolar sorda”, sin referir su onda sonora espectrográfica, como si Venus en vez de planeta fuera Nextamalani matutino y Xulut vespertino, o una Diosa mediterránea.  No existía la formalización chomskiana, la estructura lógica, ni los múltiples máquinas que derivaron.  No había respondedores automáticos, llamadas en grabación, tampoco computadoras que conservaran textos ni que los enviaran.

El estudio formal a penas hacía mella en la antropología lingüística, concentrada en la descripción, ante todo, la fonológica y la morfológica.  La investigación cesaba más allá de los sonidos, su combinatoria, y del inventario significativo de esos compuestos, los morfemas organizados por declinación en palabras.  La narratología —recopilar textos mito-poéticos y analizarlos– tampoco la exigía la ciencia del lenguaje, como premisa necesaria para conocer a fondo un idioma y sus parámetros en el relato.

Resultaba difícil trascender el nivel morfológico y, aún más el sintáctico, sin mencionar la narrativa.  Tales unidades superiores —como en los diccionarios y etimologías actuales— rara vez se integrarían en oraciones, ya que la sintaxis resultó de una interrogante reciente.   Aún no se imaginaba que la clave del salto hacia los lenguajes artificiales —al internet —se hallaba en codificar la manera en que los morfemas o palabras se concatenaban en oraciones.  Se trataba del paso de la morfología —del ordenamiento alfabético de las palabras y sus raíces— hacia la deducción lógica de sentencias, para emplear el término legal del inglés.  Había reglas estrictas al programar el orden de palabras en oraciones, las cuales aún no se exploraban.  Tampoco la organización de los morfemas y las palabras en su campo semántico generaban estudios que se delegaban a otras disciplinas aledañas, como sucedía también con la mito-poética: filosofía, etnología, etc.  Los textos narrativos aún no existían, ya que si las oraciones se encadenaban en relatos, su estudio se juzgaba más allá del hecho científico.

0.  1.  “La pérdida del reino”

Tal fue la condena —la nuestra— que sólo creía en la voz viva y negaba el archivo como hecho histórico, al igual que desdeñaba los rubros superiores del idioma.  Por ello, cuando aún me disfrazaba de “guanaco” —el apodo que recibí en la ENAH por la exactitud entre la nacionalidad y el techo de “tejabán”, a dos aguas que me cubría la cabeza— no realicé la investigación que deseaba.  A nadie se le ocurriría establecer un panorama comparativo de las lenguas de El Salvador, según las fuentes historiográficas, con el objetivo de comparar sus diversos niveles: fonético, morfológico y el sintáctico que despegaba entre el formalismo y el funcionalismo de J. Greenberg, sin insinuar la narratología.  El proyecto fracasó y, con desgano, accedí al trabajo de campo institucional que —si me enseñó a estudiar sistemáticamente el náhuatl-mexicano— me indujo el “pesar” dariano de “no ser lo que yo hubiera sido, la pérdida del reino que era para mí”.  El archivo de tal “nocturno” se halla en la ENAH (1976), casi la única constancia actual del recuerdo. Asimismo se tatúa en la cabeza rapada sin el atributo lanudo de “guanaco”, ya que no existe ser sin parecer.

Por “la pérdida del reino”, entiendo que el estudio que esa época no imaginaba, aún no se escribe.  No hay un solo libro que explique la tipología gramatical de las diversas lenguas indígenas de El Salvador, en su diversidad y en su diferencia con el castellano.  Entonces (1975) como hoy (2015), existen rasgos culturales accidentales para la cultura ancestral que inventa una memoria histórica.  Acaso ciertas convenciones culturales estrictas eligen una recolección (logos) arbitraria del pasado.  Entre los varios atributos excluidos se cuentan las características tipológicas que diferencian las lenguas indígenas —actuales y pretéritas— del idioma nacional.

Confieso ignorar los rasgos tipológicos —sin interés para la identidad nacional, hasta el presente— que definirían varias lenguas indígenas habladas en el territorio nacional: chortí, poqomam, lenca y cacaopera.  No sólo se desconoce la tekhne, la técnica idiomática que complementa todo ars.  Esa problemática del sustrato cultural, jamás la revelaría el arte poética.  Pese a concebirse como la episteme privilegiada de la identidad y de la memoria, ignora las lenguas indígenas en lo específico.

Sólo afirmaría que en el náhuat-pipil se define por las técnicas tipológicas siguientes que lo diferencian radicalmente del castellano, del idioma nacional de El Salvador al cual suele asimilarse por hegemonía.  Como integrante de la familia lingüística yuto-nahua/azteca, la más estudiada del continente americano, el náhuat-pipil comparte la siguiente tipología: omni-predicación; marcas absolutiva, vocativa, posesivas, locativas, múltiples plurales en el sustantivo; lengua con marcas exclusivas en el centro rector (verbo o sustantivo), incluso en los verbos de movimiento; falta de marcas en las frases nominales y pronombres independientes aledaños, sin la función gramatical del latín ni la posición fija del inglés; índices pronominales obligatorios en el verbo; principio descriptivo que nominaliza oraciones completas; nombres relacionales en vez de preposiciones, etc.

Si toda ars poética depende de una tekhne, viceversa, no habría una prioridad de la poiesis sobre la lingüística, ni su reverso.  En cambio, existe un ideario cultural que privilegia la expresión de una sola de ambas caras complementarias de la lengua.  Por tal razón, la episteme cultural salvadoreña decreta que al referir lo indígena no se necesita entender la manera particular de su tekhne lingüística.  Para la antropología tal postulado contradiría el proyecto de comprender la diferencia, al reducirla a una palabra ajena a sí, sin referir su estructura tipológica singular. La poesía equipara los niveles de expresión literaria, así como la religión hegemóonica equilibra las creencias.  It’s the same fact, por ejemplo, declarar el inglés idioma oficial de El Salvador, lo cual no cambiaría los hechos naturales.  Quizás…

Para citar un solo ejemplo, las máximas deidades náhuat-pipiles, ne Tepehua, no sólo se hallan ausentes de casi toda poética que las evoca, sino que al referirlas se alude a un nombre propio ajeno, traducido del alemán —“Muchachos de la Lluvia”— aun si las raíces “muchacho (piipil; piltsin; sipote, etc.)” ni “lluvia (wetsi aat, “cae agua”)” aparecen en tal título original.  Vale el simulacro poético que, por memoria histórica, desecha el análisis lingüístico, a saber: tepehu(i), “caerse de las hojas de los árboles o esparcirse y derramarse” (Karttunen, 229), disemi-nación en el sentido derridiano; tepeewa, “amontonar”, tepeewi, “abundar” (Campbell, 496-7; cf. tepee-t, “cerro”); alternativamente, tepe-huan, “poseedor de cerros; cerro-poseedor” (Andrews, 552).  Faltando quizás una tercera —sino una cuarta y quinta interpretación— para entender la complejidad del campo semántico que vincula el acervo con el cerro, y con su antónimo de dispersión estacional.

0.  2.  Propósito

De esta doble omisión —lingüística sincrónica sin archivo; poesía indigenista sin lengua indígena— a continuación se restituye un rezo poemático en náhuat-pipil.  La primera parte transcribe el texto que recopila María de Baratta, lo reconstruye y analiza gramaticalmente para ofrecer una versión castellana estándar.  La segunda parte lo poetiza al secundarse del Otro para la expresión de lo Mismo.  La tercera sección ofrece un comentario lingüístico de los términos más relevantes y de la estructura sintáctica, ignorada debido a su asimilación castellana.  Por último, se concluye con una interpretación hermenéutica.  El itinerario presupone que no existe un enfoque único sino —como las arista de un poliedro; las infinitas referencia a un solo número— un acto de lengua exhibe una dificultad insospechada.

I.  El texto

I.  1. Texto recopilado (Baratta, 273)

Niantihuitzet, guantitehuicat ini meshúshit, palsintému mu cuálan tipánut ganigan.  Mashi netzmuti, tecchin; aschcan niahua nigan, tinaca guan Tutécu.

I.  2. Texto reconstruido

Te-kwa-ni-tet (0)

Ni(kan) ante/i-wits-et, (1)

wan tite/i-wiika-t ini mu-xuchit, (2)

pal xi-temu mu-kwalan (3)

ti-panu-t kan (n)ikan. (4)

Ma-xi-nech-maw-ti, tet-chin; (5)

axkan ni-yaw nikan, (6)

ti-naka wan Tu-teku. (7)

I.  3.  Análisis gramatical

Gente-comer-agentivo-piedra (0)

Aquí Uds.-venir-plural, (1)

Compañía nosotros-traer-plural posesivo-2ps-flor (2)

Beneficio imperativo-bajar posesivo-2ps-cólera/enojo (3)

Nosotros-pasar-plural donde aquí. (4)

Subjuntivo imperativo-me-miedo/temor-causativo piedra-diminutivo (5)

Ahora yo-ir aquí, (6)

Tú-quedar compañía posesivo-1ppl-señor/padre. (7)

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.