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¿ Cuándo, cómo, y dónde?

Federico A. Paredes Umaña

Doctor en Arqueología

Director del Proyecto Arqueológico Cabezas de Jaguar

 

Siempre que te pregunto que

cuándo, pills cómo y dónde

Tú siempre me respondes

Quizás, sovaldi sale quizás, help quizás…

Osvaldo Farrés, compositor cubano

No se trata en este caso de la famosa canción de Farrés, sino de las preguntas básicas que nos hacemos los arqueólogos al enfrentarnos con hallazgos tan importantes como los monumentos de piedra de la tradición Cabeza de Jaguar. Para no responder como la canción, hemos desarrollado métodos que nos aproximan a una verdad. Por ejemplo, en las fotos que acompañan este texto, vemos el momento del hallazgo del monumento # 34 a inicios de la década de 1940 en el sitio arqueológico Tazumal. También vemos, abajo a la izquierda cuando un grupo de trabajadores municipales de Ataco descubren el monumento # 40, en la primera década del siglo XXI. Finalmente, la foto de abajo a la derecha nos muestra el monumento # 32, que reposa fragmentado al pie de una de las estructuras más altas del período Preclásico tardío, en Chalchuapa.

Esa foto, tomada por el equipo de la Universidad de Pennsylvania a fines de la década de 1960, es particularmente importante porque nos muestra que el monumento fue roto, abandonado y luego cubierto por una capa de color blanco. Dicha capa es la ceniza volcánica arrojada por la terrible erupción del volcán caldera de Ilopango. Por lo tanto, sabemos que la tradición escultórica estaba en uso antes de la erupción ocurrida entre los siglos IV y VI. Las dataciones más recientes proponen que la erupción ocurrió en el 535 d.C.

Con esta secuencia de fotografías podemos comenzar a responder las tres preguntas básicas. Sabemos dónde: dos ejemplos nos remiten a los departamentos de Santa Ana y Ahuachapán, y tenemos datos del departamento de Sonsonate. Sabemos cómo: fueron usadas y abandonadas cerca de grandes pirámides. Y sabemos cuándo: antes de la erupción de Ilopango, según la evidencia de El Trapiche y según las fechas de radiocarbono que recolecté en Ataco, las cuales indican su uso entre el 360 a.C. y 91 a.C, aunque también existe evidencia de su veneración entre el 1027 d.C. y 1189 d.C.

Tomando en cuenta estos y otros datos, he descrito una región que abarca unos 3000 km2 en el occidente de El Salvador, para la cual propongo el nombre de Zona Nuclear de las Cabezas de Jaguar, dada la frecuencia de los hallazgos de este estilo escultórico en esa zona. Las Cabezas de Jaguar fueron usadas en plazas públicas junto a otras esculturas que son comunes en el Sureste de Mesoamérica, como las estelas lisas, altares, estelas talladas, y los famosos barrigones de Apaneca. Sin embargo, la Cabezas de Jaguar no cruzaron el río Paz hacia el Oeste. La razón de esta distribución permanece sin respuesta.

TOQUE DE PIEDRA3

A medida que vamos conociendo más monumentos (la cuenta actual es de 56), necesitamos contestar preguntas más difíciles, por ejemplo: Porqué razón fueron hechas, para qué fueron hechas, y sobretodo, quiénes las hicieron ¿Mayas, Pipiles, Lencas, Xincas?

Arqueología e Historia Nacional

En la primera entrega de esta columna, me referí a la historia nacional, como una construcción que se hizo a espaldas de la herencia indígena. También me referí brevemente a cómo naufragó el intento por crear, a inicios del siglo XX un héroe Nacional indígena (Atlacatl) que luego de los eventos de 1932 se volvió molesto (el nombre Atlacatl, sin embargo, quedará en la historia gracias al temible batallón de la Fuerza Armada, y sus muchas masacres, en la década de 1980). Uno de los frecuentes errores que se cometen en los proyectos nacionalistas es precisamente la celebración de falsos históricos, y la propagación, desde el poder, de la llamada religión cívica.  En esta columna trato de poner en perspectiva que la investigación arqueológica nos puede devolver alma y corazón como pueblo, porque tiene el potencial de reemplazar los falsos históricos, con evidencia concreta. Pero la tarea que tenemos por delante es complicada e implica reflexionar qué haremos como país ante la herencia indígena negada, y cómo se puede resarcir y generar espacios de memoria sin caer en falsos históricos.

Agradezco a quienes me han escrito con sus comentarios al correo: [email protected]

 

 

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.