Santiago Leiva
@RedacciónCoLatino
El catalán Albert Roca salió de cuidados intensivos, ailment se quitó el respirador artificial, sovaldi y la Azul se reconcilió con la victoria y más importante con el gol, medical ese que tanto escaseó en época invernal. El 4-1 (6-3 en el global) de El Salvador sobre San Cristóbal y Nieves, sin embargo, no refleja una superioridad marcada. Anoche, salvo algunos pasajes, el combinado cuscatleco quedó a deber fútbol, sufrió alzehimer en algunos tramos del encuentro.
No obstante, a que la goleada sobre los caribeños da para el festejo, para quemar cohetes de vara, también invita a la mesura, porque hasta antes del segundo gol, la Azul vivió pasajes oscuros, lapsos en los que tuvo que levantar cercas y poner barricadas en su propia área para frenar a un rival abusivo, pero que tuvo poca idea con el balón en su poder.
Tuvo la fortuna El Salvador de encontrar un gol tempranero y eso le valió para sacudir la presión, pero al mismo tiempo cayeron en relax y permitieron que San Cristóbal y Nieve les quitara la pelota y les obligara a recluirse en su parcela. Eso ocurrió del primer cuarto de hora en adelante, cuando los caribeños, pellizcados por el gol de Darwin Cerén sobre el minuto dos, pisaron el acelerador en busca del tanto de la paridad.
Las jugadas de gol, sin embargo, escasearon por que el partido se crispó y abundaron las faltas y roces en la zona ancha, donde destacó el fútbol de Pablo Punyed y Richard Menjívar. En este episodio, la salida de El Salvador, que jugó bajo un 4-2-3-1, estuvo a cargo de Alex Larín y Jaime Alas por izquierda. Por derecha Arturo Álvarez se borró durante la primera mitad.
Con poco aporte de su capitán, Álvarez, la Azul, aparte del gol, solo tuvo un par de aproximaciones. Tampoco gozó de mayores oportunidades la visita, pero obligó a Derby Carrillo a estar siempre atento sobre todo en el juego aéreo donde tuvo que emplearse a fondo para rechazar algunos disparos.
Tuvo en los botines de Harri Panayiotou, San Cristóbal y Nieves a su mejor jugador y al hombre con mayor insistencia en llevar peligro, pero no le dieron las piernas para llegar al gol.
Al ´32, por ejemplo, sorteó en velocidad y regates un par de marcas pero llegó cansado y remató suave a las manos de Carrillo. Tampoco tuvo suerte Orlando Mitchum al emboquillar un balón que le quedó de rebote.
El duelo cogió un mejor brillo para la Azul al retornar de los camerinos, y eso se debió a que Álvarez pudo superar los efectos de la anestesia, esa que le tuvo adormitado durante la etapa inicial. Al ´53, “el zurdo” colocó un gran centro que quedó servido para Nelson Bonilla, pero el ariete no pudo vencer al portero Julani Archibald que desvió el remate por la línea terminal.
Producto de ese cobro de esquina llegó Milton Molina con un testarazo que tras pegar en el poste quedó rebotando en la línea de gol y Bonilla se adelantó a la defensas para empujarla al fondo de la portería.
En adelante el litigio pintó de azul, la ola apareció en las gradas y el grito de “El Salvador, El Salvador” hizo eco en el coloso de Monserrat. El rival se desinfló, dejó el fútbol y buscó pelea y roce.
Minutos después otra genialidad de Álvarez puso a Bonilla frente a frente con Archibald y el meta no tuvo más remedio que derribarlo cuando ya le superaba. El silbante decretó penalti y Álvarez llegó para ejecutar la pena. En primera instancia el volante falló, pero la pelota regresó a sus botines y colocó el 3-0, en el ´61.
En adelante ya con el juego prácticamente liquidado El Salvador bajó revoluciones, y Atiba Harris aprovechó el relax para conseguir de cabeza el tanto de la honra. La anotación llegó en el ´68 y curiosamente fue a partir de allí cuando los hombres de Roca le dieron un mejor trato a la pelota, se juntaron más y comenzaron a pasear el balón a la espera que el cronómetro hiciera el resto.
Al ´80, producto precisamente de ese mejor trato a la pelota, llegó el tanto que cerró el telón. Álvarez envió un balón en diagonal y tuvo la fortuna que el balón sobró a la zaga y quedó para Punyed que la colocó justo donde Bonilla se la exigió y fue el delantero quien cacheteó la pelota y decretó cifras definitivas de 4-1. Fin de la historia. Un historia que puso a Roca en el banquillo de los acusados y que palideció demasiado el color azul. El sueño mundialista siga a luz de vela, pero aun encendido. Ahora toca celebrar.