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Taller de Papel Picado en Suchitoto, 29 octubre 2025.

El vuelo ligero y los rituales mesoamericanos del Papel Picado

Luis Rafael Moreira Flores

Colaborador

 

El papel picado, esa delicada y colorida filigrana de origen ancestral ha trascendido su función meramente decorativa para convertirse en un símbolo de sincretismo religioso fundamental en la creciente revalorización de las tradiciones del Día de Muertos en El Salvador. En un país donde las actividades de conmemoración ancestral, como Los Canchules y La Calabiuza ganan cada vez más peso cultural y turístico, este arte efímero teje un puente visual que une la herencia precolombina con la influencia colonial y la moderna identidad festiva salvadoreña.

De las sombras chinas a la península Ibérica

La historia de este arte de luz y sombra es tan vasta como la del propio papel. Su base técnica se remonta a China (Siglo I d.C.), donde se inventó el papel, reemplazando materiales como el bambú y la seda. Casi simultáneamente, se desarrolló la tradición del papel recortado con motivos auspiciosos y decorativos, así como el arte narrativo del Teatro de Sombras, que demostró el potencial estético y narrativo del recorte.

El secreto de la fabricación del papel viajó hacia el occidente a través de la Ruta de la Seda (Siglos VII-VIII), perfeccionándose en el mundo islámico y llegando a la Península Ibérica (España) en el Siglo X mediante la ocupación árabe. En España, la tradición de trabajar el papel con cortes era conocida como Papel Cordado o Recortado. Los gitanos jugaron un papel significativo en la ornamentación, adaptando patrones de encaje y filigrana a diversas artes. Finalmente, los conquistadores españoles introdujeron el papel fabricado en Europa y las tijeras de metal en América, un encuentro que sería crucial para el nacimiento del arte picado.

De los códices precolombinos al arte sincrético

En la región de Abya-Yala (América), que incluye El Salvador, ya existía una profunda tradición de registro y ritual ligada a la muerte. Antes del papel europeo, las culturas de Mesoamérica utilizaban materiales locales, como el Ámatl o Amate, un papel hecho de la corteza del árbol de copal. Este material se usaba para crear códices que registraban historias, conocimientos, ritos fúnebres y calendarios, funcionando como verdaderos «códices de muertos» que narraban el viaje al inframundo.

Con la colonización, nuestros pueblos fueron obligados a adoptar el papel europeo y las tijeras se fusionaron con la tradición prehispánica de los códices y el arte del corte. La influencia del papel cordado hispano, con sus patrones de encaje y filigrana aportó una ligereza y un sentido de «tejido en el aire» a la decoración. De esta adaptación mestiza nació el papel picado tal como lo conocemos, tomando los patrones y la ligereza del corte español para expresar los profundos significados rituales locales de Mesoamérica.

Integración ritual en El Salvador: Los Canchules y La Calabiuza

A diferencia de México, donde el papel picado es un elemento central y universal en los altares de muertos, en El Salvador se integra en festividades indígenas que honran a los muertos y la cosecha, marcando el ciclo de transición entre la temporada lluviosa y la seca (octubre/noviembre).

En el occidente del país, encontramos la tradición de Los Canchules (Nahuizalco), una ofrenda de alimentos y productos de la tierra a los difuntos. El papel picado se utiliza allí para decorar los altares o canastos y los caminos, marcando el carácter sagrado de la ofrenda y su vínculo con los ancestros y la tierra.

De forma vital, en la zona central, La Calabiuza (Tonacatepeque) es un festival de disfraces y carrozas que celebra leyendas indígenas y coloniales de la muerte, como La Siguanaba y El Cadejo. El papel picado, junto con la tusa y otros elementos naturales, decora los «monumentos» de las carrozas, funcionando como un lenguaje visual que equilibra lo macabro y lo festivo, demostrando la versatilidad del arte.

El papel picado y la vitalidad moderna

El uso del papel picado en El Salvador ha trascendido el ámbito indígena y fúnebre para convertirse en un símbolo versátil de alegría festiva. Adorna calles y altares durante las Fiestas Patronales y se utiliza en las estructuras conocidas como Palancas y para ornamentar las cruces de jiote en el Día de la Cruz (mayo), marcando el cambio de estación. Además, su ligereza y color se integran en actividades religiosas como Semana Santa y las celebraciones a santos católicos como San Juan Tadeo y a expresiones populares como San Simón.

Cofradía de la Virgen en Nahuzalco.

En los últimos años se ha visto el surgimiento de diferentes actividades festivas y turísticas en relación a estas fechas: el Festival de las Catrinas en Ahuachapán, el día de muertos en Suchitoto, los Necro-Tour en San Salvador, entre otras, suman la decoración del papel picado en cada una de estas actividades.

De forma crucial, el interés por este legado mesoamericano está siendo activamente rescatado. Organizaciones como la Asociación Sindical de Trabajadores de las Artes y las Culturas (ASITAC) han impulsado talleres a finales de octubre de 2025 para enseñar y valorizar la técnica ancestral del papel picado, asegurando que este arte, que ha viajado desde China hasta El Salvador, continúe ondeando con vitalidad en las celebraciones de la vida y la muerte.

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