Pero en esta seguridad, en este auge de infraestructuras, la llegada de marcas y empresas transnacionales, que en los últimos meses han desplazado negocios pequeños, como ejemplo podemos citar, el estudio de fotografía de Don Juan Batres, que cerró por las obras y construcción del nuevo “Cine Libertad y centro comercial” en la zona.
Iván Escobar
Colaborador
Las plazas públicas, café culturales o centros de arte, pequeñas galerías alternativas, centros de estudio y creación de diversas expresiones artísticas en el centro histórico de San Salvador, han quedado en la memoria de muchos. Es 2025, caminando por las calles renovadas, otras calles en eternos procesos de remodelación, y muchas de estas bloqueadas o con usos totalmente ajenos a nuestras necesidades como ciudadanos, dejan en claro que el arte y la cultura local no están siendo tomados en cuenta.
Muchos de estos espacios que han dado oportunidad de expresión a diversas artistas han cerrado, hombres y mujeres trabajadores del arte deambulan o migran a otros espacios, a otros lugares, al carecer de un salón para ensayar o para crear una obra, como era posible en otros tiempos.
Y es que la gentrificación o remodelación de los espacios urbanos en el corazón de San Salvador, en los últimos años ha dejado atrás todo ese movimiento artístico popular que se intensificó y fortaleció a finales de la primera década del presente siglo, es decir, entre 2010, 2011 las expresiones artísticas y culturales eran parte de la cotidianidad del “centro”.
De aquel centro histórico que muchos añoran, y que hoy no encuentran confortable a pesar de lujosos inmuebles como por ejemplo la moderna y extrema infraestructura de la Biblioteca Nacional, reducido su nombre a las siglas de “BINAES”, o la renovación del Palacio Nacional, que de acuerdo a muchos especialistas en procesos de remodelación y mantenimiento de inmuebles, sufrió la destrucción de un patrimonio interno, y dando paso para su uso con fines turísticos y para recepción de festividades privadas.

O qué decir, de la utilización exclusiva de la sala principal del Teatro Nacional, solo para la danza, por orden de las autoridades del ministerio de cultura, dejando fuera las obras de teatro alternativo, entre tantas cosas que comentan los mismos hacedores del arte y la cultura de nuestro país.
Por ello, nos preguntamos: ¿El centro de San Salvador ya no es un espacio de expresión para los artistas populares? A simple vista podríamos decir que sí, pero también otro buen número de personas, y en especial aquellos que solo se dejan deslumbrar por espacios modernos, llamativos, pero vacíos de elementos de arte propios, consideran que la “modernidad” es importante, que la “limpieza” de ventas ambulantes ha sido lo mejor, que el quitar a los pobres y dejar las zonas “libres”, es la mejor decisión, y contar con un exagerada e imponente presencia de militares, policías (municipales, nacionales y privados), es decir, un ejército de elementos de seguridad para resguardar el microcentro de la ciudad, más seguro de país.
Pero, en esta seguridad, en este auge de infraestructuras, la llegada de marcas y empresas transnacionales, que en los últimos meses han desplazado negocios pequeños, como ejemplo podemos citar, el estudio de fotografía de Don Juan Batres, que cerró por las obras y construcción del nuevo “Cine Libertad y centro comercial” en la zona. El extinto “Estudio Batres, Arte y Pintura Fotográfica” era el último espacio en el cual se trabaja la imagen fotográfica con aplicación de pintura, todo un arte y patrimonio, que hoy solo es un recuerdo de los negocios del centro.
Auge y caída de espacios
Antes de 2010, la casa ubicada sobre la 11 calle Oriente, frente a las instalaciones de El Diario de Hoy, conocida como “Centro de Artes Hermanos Aguilar”, albergó por mucho tiempo el taller de dibujo y pintura, donde se formaban artistas plásticos que hoy en día son referentes de expresión artística, y que ponen en alto a nuestro país en encuentros, exposiciones, foros y bienales tanto a escala nacional como internacional.
Luego en estos años, ya en 2011 funcionaba el proyecto alternativo “La Casa Tomada del Centro”, ubicada en la 6ª Avenida Norte, en las cercanías del parque San José, zona conocida como de alta peligrosidad y cantinas de mala muerte, pero también de venta libreros usados, en este espacio un colectivo independientes de artistas de diversas expresiones junto con libreros, escritores, pintores, músicos, periodistas, fotógrafos entre otros, dieron vida a esta casa, bajo el concepto de “casa tomada”.
Es decir, tomar un inmueble en aquellos años abandonado, y darle vida a través de la expresión cultural, el espacio funcionó hasta 2016 más o menos, cuando fueron desalojados por autoridades municipales, por petición de negocios cercanos (cervecerías en su mayoría) que en esta zona se imponían con el comercio de bebidas alcohólicas, y la proliferación delincuencia. Pese a todo ello, La Casa Tomada del Centro gestó una serie de actividades culturales, que además sumó a los comerciantes informales, quienes dejaron que sus hijos participaran en estas acciones en pro del arte y la cultura.

Exposiciones de pintura, talleres de dibujo y pintura, talleres de poesía, recitales, presentaciones de libros, música, teatro, cine, festivales de arte, eran parte de las actividades que se expresaban diariamente dentro y fuera de la antigua casa de más de 100 años. Hoy la casa está dedicada a otra función, con una amplia zona destinada a bañas privados, cerrando un foco de expresión artístico cultural en el centro histórico.
Luego nació el Café Mabtuk, que funcionó hasta por 2018 más o menos, y donde se celebraron importantes actividades culturales, como en 2015, el primer Festival de Estatuismo que permitió a los capitalinos disfrutar del arte de las estatuas vivientes. El café a falta de apoyos y ante la llegada de la ola de renovación del centro, cerró y dio paso a un café privado.
Luego surgieron otros espacios alternativos como: Galería Kolibrí, que funcionó en dos espacios uno en las cercanías de la Universidad Tecnológica, y luego frente a la Plaza Morazán; otro espacio fue Café Los Ilustres, que igual tuvo varios espacios, al final cerró; asimismo cerraron históricos lugares como el Café Bella Napoles, que albergó historias y hechos por muchas décadas, la “modernidad” del centro lo borró del mapa de opciones culturales.
Pero, también, estaban en su apogeo centros ubicados en instituciones del Estado como: el Centro Cívico Cultural de la Asamblea Legislativa, ubicado en lo que fuera la Casa Dueñas; existió y cerró luego sus instalaciones al ser demolido el edificio donde estaba ubicado, el Museo del Banco Hipotecario, para dar paso a la ahora BINAES; desapareció la Casa de la Cultura, por ende la antigua Biblioteca Nacional con todo su archivo bibliográfico, y últimamente cerraron las instalaciones de la Casa de la Cultura de todo el país, y, recientemente, se conoció que ya no opera al público la Biblioteca Chapultepec, que operó en el pasado sobre la Juan Pablo II, y últimamente en la ex Casa de la Cultura del Centro.
A esto se suman, el no uso para actividades culturales las plazas. A modo de desafío, podríamos decir, poetas últimamente están haciendo lecturas públicas en la Plaza Morazán, pero bajo la mira incisiva siempre de agentes del CAM o elementos de la seguridad privada del centro. Ya no hay espacio para montar una exposición, ni una expresión de arte de forma espontánea, hoy se requiere de permisos y burocracia para lograr expresarse artísticamente en la ciudad.
Así las cosas, “los artistas no tenemos dónde y cómo hacer arte en el centro, no hay libertad para reunirnos y crear, porque somos mal vistos”, aseguran muchos.
Nuevas formas
Ante este panorama han surgido nuevos espacios, claro en la periferia de aquel centro histórico. Café Cultural Ubuntu, Pinacoteca de la UES, y el surgimiento de nuevos actores como: El Movimiento Cultural Salvadoreño “Prometeo Liberado” con un año ya de mantener un constante accionar en favor de las artes; el nacimiento de la Asociación Salvadoreña Sindical Independiente de Trabajadores y Trabajadoras de las Artes y las Culturas (ASITAC), que busca integrar a las diversas expresiones y dar vida a actividades encaminadas al rescate de la memoria, la historia y el compromiso artístico.

Está también el Colectivo Patria Exacta, que aglutina poetas y artistas de diversas disciplinas, y con el fin de resguardar los derechos fundamentales del sector artístico cultural; asimismo mantiene accionar el Comité Teatral la Aurora. Estas organizaciones o movimientos buscan trabajar de forma constante para fortalecer las artes y la cultura local. Hay muchas más expresiones, pero que están diseminadas a escala nacional, “la idea es integrar un gran movimiento para velar por nuestros derechos, y a través del arte y la cultura fortalecer nuestros procesos de identidad”, dijo Rafael Moreira, representante de ASITAC.
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