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Cuba preserva a turistas enmedio de pandemia

Raúl Menchaca

LA HABANA, 3 jun (Xinhua) — Cuando a inicios de marzo último Wang Changdong salió de Beijing hacia La Habana, iba cargado de expectativas por su primer viaje a Cuba, pero sobre todo porque iba a casarse con su novia cubana.

Sin embargo, en Cuba lo sorprendieron las estrictas medidas de aislamiento decretadas por el gobierno, y el joven chino terminó alojado en Villa Bacuranao, un centro turístico localizado a unos 16 kilómetros de la capital cubana y convertido en alojamiento para los extranjeros que quedaron varados en el país por la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19). Desde hace un mes, Wang, de 28 años, vive en esa Villa turística al borde del Atlántico, y a pesar de que todos tienen prohibido salir por razones de seguridad sanitaria, dijo sentirse “como en un paraíso”.

Wang dijo a Xinhua tener confianza absoluta en los servicios médicos cubanos, y señaló el rigor de los profesionales de la salud encargados de velar por los 27 turistas de varias nacionalidades que aún están en la Villa, muchos de los cuales no quieren por el momento regresar a sus países.

“Yo confío en ellos y no me siento preocupado con mi salud, porque los médicos de aquí están muy preparados para cualquier situación que tuvieran que enfrentar”, comentó mientras pasea por la orilla de una playa de aguas muy azules.

En la instalación funciona durante 24 horas un puesto médico con una doctora y una enfermera, quienes dos veces por día, en la mañana y en la noche, visitan a cada turista para controlar la temperatura y cualquier síntoma de enfermedad de manera gratuita.

Unos 4.000 turistas se han alojado desde marzo a la fecha en la Villa, desde que el Ministerio de Turismo decidió recoger y alojar a todos los visitantes que estaban hospedados en casas de renta o en hoteles de la región este de Cuba hasta que pudieran abandonar el país.

Aunque las fronteras permanecen cerradas, poco a poco muchos han regresado a sus países en vuelos humanitarios.

Sin embargo, otros prefieren mantenerse en Cuba, donde dicen estar más seguros, como el italiano Roberto Brundo, quien también fue sorprendido en este país por la llegada de la COVID-19, detectada hace casi tres meses.

Brundo, un taxista de 47 años originario de la isla italiana de Cerdeña, llegó a Cuba en octubre del pasado año para visitar a su hija cubana de seis años, cuando unos meses después la COVID-19 inmovilizó al país.

“La verdad es que para mí ha sido una suerte estar aquí cuando apareció esta enfermedad que está causando momentos muy difíciles en todo el mundo”, señaló.

Al italiano se le quebró la voz cuando habló de los médicos cubanos que trabajaron en los hospitales de Crema, en la región italiana de Lombardía, para ayudar en la lucha contra la COVID-19.

Cuba envió más de medio centenar de médicos y enfermeras en dos brigadas que trabajaron durante dos meses en Lombardía, epicentro de la enfermedad en Italia.

“Ellos fueron a ayudarnos y a arriesgar la vida por nosotros”, afirmó Brundo, quien más tarde destacó las excelentes condiciones del lugar.

El director de Villa Bacuranao, Modesto Hernández, explicó que se ofrecieron precios preferenciales a esos turistas, quienes incluso pagan menos que en una casa de renta, pues por 30 pesos convertibles diarios (igual al dólar al cambio oficial) tienen alojamiento, desayuno y cena.

Pero más allá de los precios, Hernández considera que lo más importante es mantener la salud de los visitantes, entre quienes no se han reportado casos del nuevo coronavirus.

“Hemos tenido algunos clientes con fiebre, pero al hacerle las pruebas el diagnóstico a COVID-19 ha sido negativo y sólo han sido simples gripes”, indicó el directivo, quien aclaró que todos los turistas están sanos.

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