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¿Una “manita” para el diputado Arturo Magaña?

La Cámara de la Tercera Sección de Occidente ordenó, este lunes, practicar un examen toxicológico al diputado de derecha Arturo Magaña, quien presuntamente fue el responsable de un aparatoso accidente de tránsito ocurrido el pasado 29 de agosto, que dejó el saldo de un muerto y otro gravemente herido. 

A través de un video que se hizo viral desde tempranas horas del sábado 29 de agosto, se le vio al diputado en evidente estado de ebriedad y realizando actos que solo puede hacer alguien que haya consumido alcohol u otro tipo de sustancias.

Por ser diputado, puede tener cierta inmunidad, por ello, el diputado Magaña no fue capturado, ni tampoco le hicieron el alcohotest para determinar el grado de alcohol en su sangre o cualquier otra droga. Por haber una persona fallecida, el diputado Magaña debió haber sido detenido, además, porque se fue de la escena de los hechos.

El diputado Magaña ha ganado gran notoriedad en la Asamblea Legislativa, no por sus propuestas de ley, o argumentos a las mismas, sino por ser un “diputado rebelde” a la dirección de su partido ARENA y muy condescendiente con el presidente Nayib Bukele y, seguramente, coquetea con el partido que el presidente contribuyó a formar.

En ARENA hay un grupo de unos cinco diputados, en el que está Magaña, que incluso fueron amonestados por sus “actuaciones en contra de la dirigencia” del partido tricolor. Y dado que ha respaldado cualquier idea que emane del Ejecutivo, fue tenaz crítico al decreto 661 de la Asamblea Legislativa, que no solo contemplaba medidas de tipo sanitarias, previamente solicitadas por el Ejecutivo, a través del Ministerio de Salud, pero que no contemplaba una cuarentena obligatoria y “más estricta”, como la única estrategia para “aplanar” los casos de COVID-19.

El diputado Magaña y otros cuatro en el partido ARENA respaldaban la cuarentena estricta, que implicaba no salir de casa mientras no se aplanaran los casos del nuevo coronavirus, ni mucho menos andar “de farra” con sus amigos, lo que hizo el diputado la noche del viernes y madrugada del sábado 29, con el resultado ya por todos conocidos. El discurso del diputado Magaña es de doble sentido, exige normas estrictas para los demás, pero las aplica muy flexibles a su favor.

Es curioso, y hasta sospechoso, por otro lado, la decisión de la Cámara de la Tercera Sección de Occidente, al ordenar un examen de toxicología al diputado Magaña, diez días después de haber ocurrido el hecho, porque, a la luz de algunos, los contenidos de alcohol en la sangre para determinar el estado de embriaguez y, por tanto, uno de los factores para determinar la culpabilidad en el accidente, prácticamente son nulos a estas alturas. Lo que sí es posible, dicen otros, es que si consumió otro tipo de droga sí puede detectarse, pese al tiempo. Pero esto último no lo han establecido los expertos en la materia.

Si estos son los datos que la Fiscalía General de la República espera para solicitar el desafuero en la Asamblea, diríamos que la justicia va cuesta arriba.

A partir de este hecho, el fiscal general Raúl Melara ha metido en debate el tema de quitar el fuero a los diputados y otros funcionarios cuando hayan cometido delitos u acciones que no tengan que ver con su labor parlamentaria.

La idea del fiscal es correcta, esperemos que no lo haga por ganar notoriedad ni mucho menos que se convierta en cortina de humo para que todos olviden lo que ocurrió el 29 de agosto y, su responsable, el diputado Magaña.

En todo caso, la ayuda se obtuvo de las redes sociales, gracias a que un ciudadano se encargó de registrar el hecho, marcado para la historia, así como las cámaras de la televisión que grabaron al aún diputado Francisco Merino, cuando agarró a balazos a un grupo de agentes de la PNC, lesionando a uno de ellos, hace muchos años ya, pero, los que no son “desmemoriados” jamás lo olvidarán mientras vivan.

Esperamos que la tardanza de la Cámara de la Tercera Sección de Occidente en ordenar la prueba no sea para darle una manita al diputado Magaña, sino como parte de un procedimiento de justicia que no se pudo hacer en otro tiempo.

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