Saúl Méndez
Colaborador
Este 28 de octubre, la Universidad de El Salvador (UES) conmemoró el 45º aniversario del magnicidio del ingeniero Félix Antonio Ulloa, rector mártir de la institución. La ceremonia se desarrolló en el Teatro Universitario, un espacio que, según las autoridades, simboliza arte, pensamiento y resistencia.
Durante el acto, el rector de la UES, Juan Rosa Quintanilla, destacó que las actividades organizadas buscaban honrar la memoria de Ulloa, autor de una de las frases más emblemáticas en la historia de la universidad: “La Universidad se niega a morir.”
Al evento asistieron representantes diplomáticos de Perú, Nicaragua y Brasil, así como familiares de universitarios asesinados durante los ataques sistemáticos de los gobiernos de la época. Los familiares fueron homenajeados por su lucha en defensa de la autonomía universitaria.
Quintanilla subrayó la importancia de mantener viva la memoria del ingeniero Félix Antonio Ulloa, “un hombre proveniente de una familia humilde cuya historia refleja la esencia de la UES, casa de estudios que, en más de 184 años de existencia, ha abierto sus puertas a los hijos e hijas de las familias más pobres del país”.
“Aquí vienen los hijos de panaderos, zapateros, vendedoras de mercados, dueñas de tienditas”, expresó el rector.
La UES, añadió, ha sido históricamente el refugio de quienes no tuvieron otras oportunidades y encontraron en la educación pública una vía para construir un futuro digno.
“Ese fue el ingeniero Félix Antonio Ulloa, un hombre nacido en Chinameca, de origen humilde, que estudió y trabajó como muchos de nosotros, para sostener a su familia y a la vez culminar sus estudios”, señaló Quintanilla.
Ulloa destacó desde joven por su talento académico, lo que le permitió cursar el bachillerato en Costa Rica. Posteriormente, regresó a El Salvador para estudiar Ingeniería Industrial en la UES. Su formación y visión lo llevaron a integrarse como empleado de la universidad, y en 1970 fue nombrado decano de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura, donde dejó una huella profunda por su esfuerzo en fortalecer la facultad.
Sin embargo, asumir ese cargo también le generó costos personales y políticos. Su compromiso con la universidad lo llevó a enfrentarse abiertamente al régimen de turno.
En 1979, Ulloa asumió la rectoría de la UES enuno de los periodos más convulsos del país. El 24 de marzo de 1980 fue asesinado monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien desde el púlpito denunciaba los abusos del ejército. Apenas tres meses después, el 26 de junio, la universidad fue intervenida militarmente por la Primera Brigada de Infantería, ubicada al costado suroriente del campus.
Lejos de rendirse, Ulloa impulsó la reactivación de la UES desde la Corte de Cuentas de la República, manteniendo la docencia y la defensa de la autonomía universitaria, hasta que fue asesinado el 28 de octubre de 1980.
El rector mártir no se doblegó ante la represión y denunció con firmeza la ocupación militar:
“Todos conocemos el saldo de dicha ocupación: muertos, heridos y desaparecidos. El dolor y el luto que nos embarga lo compartimos con las familias de las víctimas. Nunca en nuestro continente la barbarie se había ensañado tanto contra la cultura… Quemar libros fue la herencia europea de los nazis, pero ningún dictador en América se había atrevido a destruir bibliotecas como este gobierno”, declaró entonces Ulloa.
El mártir universitario continuó trabajando junto a docentes y estudiantes para garantizar el funcionamiento de la institución, reafirmando su convicción: “La Universidad de El Salvador se niega a morir.”
Para el rector Quintanilla, la vida de Félix Ulloa estuvo marcada por la defensa de la autonomía universitaria, la libertad de cátedra, los derechos estudiantiles y la resistencia frente a las arbitrariedades del poder.
Cuando asumió la rectoría, lo hizo en un contexto de crisis: el inicio de la guerra civil, fuertes presiones políticas, recortes presupuestarios y amenazas constantes al funcionamiento de la UES.
“La historia de la universidad y los ataques de los gobiernos a las ideas progresistas no han cesado. El estrangulamiento presupuestario sigue siendo una herramienta para intentar frenar a esta institución”, advirtió Quintanilla.
“Ni ayer, ni hoy, ni nunca lograrán detener las ideas de esta universidad, que sigue abierta para los hijos e hijas de los más necesitados de El Salvador”, agregó.
Entre los logros de Ulloa destacan la creación del Centro Universitario de Investigaciones Científicas y su impulso a la investigación como pilar del desarrollo académico y nacional. Durante su gestión, la UES otorgó el doctorado honoris causa al maestro Edmundo Barbero, artista cuyo nombre lleva hoy el Teatro Universitario, y de forma póstuma a monseñor Óscar Arnulfo Romero tras su asesinato.
“Ulloa tuvo una visión amplia de la cultura, los derechos humanos y la sensibilidad social. Aunque su rectorado fue breve, trazó las líneas estratégicas que abrieron el camino hacia la proyección internacional de nuestra universidad”, destacó Quintanilla.
Félix Antonio Ulloa también fue presidente del Servicio Mundial de Universidades y vicepresidente de la Asociación Internacional de Universidades, cargos que le permitieron posicionar a la UES en el ámbito internacional y denunciar las violaciones a los derechos humanos en el país.
Su visión de ciencia, tecnología y compromiso social buscaba consolidar a la UES como una universidad del pueblo, vinculada al desarrollo tecnológico, intelectual y cultural de El Salvador.
Durante el acto conmemorativo, se entregó títulos honoríficos póstumos a a quienes defendieron la libertad académica y los valores que sostienen la universidad:
Dora Alicia Ramos Surio, Doctora en Medicina.
Emilio Alfonso Delgado Alvarado, Licenciado en Periodismo.
Filomena Claros, Licenciada en Ciencias Jurídicas.
William Giovanni López Quezada, Ingeniero Agrónomo.
También se recordó a Roberto Góchez Sevilla y Roberto Emilio Cuéllar Milla, quienes enfrentaron con valentía la represión del 2 de septiembre de 1960, defendiendo la autonomía universitaria.
“La ocupación militar destruyó laboratorios, bibliotecas e instalaciones académicas, pero, sobre todo, arrebató vidas. Sin embargo, la resistencia universitaria bajo el liderazgo del ingeniero Ulloa permitió que la UES siguiera funcionando aún en condiciones de represión. Esa resistencia sentó las bases de su prestigio como institución de cultura y pensamiento crítico”, concluyó el rector Quintanilla.
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