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Poemas de Leonard Cohen

De “Flores para Hitler” 1964    (Versiones de Antonio Resines)

“Me gustaría leer uno de los poemas 

  que me arrastraron a la poesía.

  No recuerdo ni una sola línea,

  ni siquiera sé dónde buscar”.    

“Hace algún tiempo este libro se habría llamado

         

SOL PARA NAPOLEÓN

                    

y antes aún hubiera sido llamado

MURALLAS PARA GENGHIS KHAN”

Nota de Leonard Cohen

* * * * *

Cielo

Los grandes pasan

pasan sin tocarse

pasan sin mirarse

cada uno sumido en el gozo

cada uno en su fuego

No tienen necesidad

el uno del otro

tienen la más profunda de las necesidades

Los grandes pasan

Registrados en algún cielo múltiple

grabados en alguna risa sin fin

pasan

como estrellas de diferentes estaciones

como meteoros de diferentes siglos

Fuego inalterado

por el fuego que pasa

risa inatacada

por el confort

se pasan los unos a los otros

sin tocarse sin mirarse

necesitando saber tan sólo

que los grandes pasan

* * * * *

Destino

Quiero que tu cálido cuerpo desaparezca

educadamente y me deje solo en la bañera

porque quiero considerar mi destino.

¡Destino! ¿por qué me encuentras en esta bañera

ocioso, solo, sin lavar, sin siquiera

la intención de lavarme excepto en el último momento?

¿Por qué no me encuentras en lo alto de un poste de teléfonos,

reparando las líneas que van de ciudad a ciudad?

¿Por qué no me encuentras cabalgando a través de Cuba,

un hombre gigantesco con un machete rojo?

¿Por qué no me encuentras explicando máquinas

a pupilos poco privilegiados, españoles negroides,

contentos de que no sea un cursillo sobre escritura creativa?

Vuelve aquí pequeño y cálido cuerpo,

es la hora de otro día.

El destino ha huido y yo te elijo a ti

que me encontraste mirándote fijamente en un almacén

una tarde hace cuatro años

y has dormido conmigo desde entonces.

¿Qué te parecen mis ojos de pescador después de todo este tiempo?

¿Soy lo que esperabas?

¿Acaso estamos demasiado tiempo juntos?

¿Acaso se avergonzó el destino ante la doble toalla turca,

nuestro conocimiento de nuestras pieles,

nuestro amor que es proverbial en todo el bloque,

nuestro acuerdo de que en cuestiones espirituales

yo debo ser el Hombre del Destino

y tú la Mujer de la Casa?

* * * * *

El autobús

Fui el último pasajero del día.

Estaba solo en el autobús.

Me sentía contento de que se estuvieran gastando tanto dinero

sólo para llevarme por la Octava Avenida arriba.

¡Conductor! Grité, estamos usted y yo esta noche.

huyamos de esta gran ciudad

a una ciudad más pequeña más propia para el corazón,

conduzcamos más allá de las piscinas de Miami Beach,

usted en el asiento del conductor, yo varios asientos más atrás,

pero en las ciudades racistas cambiaremos de lugar

para mostrar lo bien que le ha ido arriba en el norte,

y busquemos para nosotros alguna diminuta villa pesquera americana

en la Florida desconocida

y aparquemos justamente al borde de la arena,

un enorme autobús como una señal,

metálico, pintado, solitario,

con matrícula de Nueva York.

* * * * *

El estado del cajón

El 28 de noviembre de 1961

¿Existe algo más vacío

que el cajón donde

uno solía guardar el opio?

¡Cómo se parece a una margarita amarilla

cegada, convertida en una margarita común

mi precioso cajón de la cocina!

Cómo se parece a una nariz sin agujeros

mi desnudo cajón de madera!

¡Cómo se parece a una cesta sin huevos!

¡A un estanque sin su tortuga!

Mi mano ha explorado

mi cajón como una rata

en un experimento de laberintos.

¡Lector, puedo decir con seguridad

que no existe un cajón más vacío

en toda la cristiandad!

* * * * *

El primer asesinato

Supe que no había ocurrido

No había asesinato en la pradera

La hierba no estaba roja

La hierba era verde

Supe que no había ocurrido

He llegado a casa cansado

Mis botas están veteadas de suciedad

Para qué sirve predicar

nunca les pasó nada

a los cuerpos asesinados en la pradera

Decid la verdad he fumado hasta

llegar al amor en esta noche inocente

Jamás ocurrió

Jamás ocurrió

No hubo asesinatos en la pradera

Había una casa en la pradera

La pradera en sí era grande y estaba vacía

Era de noche

Era noche cerrada

Había luces en las diminutas ventanas.

* * * * *

Esperando a Marianne

He perdido un teléfono

que olía a ti

Vivo junto a la radio

todas las emisoras a la vez

pero capto una nana polaca

la capto entre la estática

se desvanece yo espero mantengo el ritmo

viene de vuelta casi dormida

Acaso tomaste el teléfono

sabiendo que yo lo olfatearía inmoderadamente

tal vez hasta que calentaría el plástico

para recoger hasta la última migaja de tu respiración

y si no piensas volver

cómo ibas a telefonear para decirme

que no piensas volver

para así por lo menos Poder discutir contigo

* * * * *

Folk

Flores para hitler bostezaba el verano

flores que recubran toda mi recién nacida hierba

y aquí hay una pequeña villa

están pintándola para una fiesta

aquí hay una pequeña iglesia

aquí hay un colegio

aquí hay unos perrillos haciendo el amor

las banderas resplandecen como coladas

flores para hitler bostezaba el verano.

* * * * *

Goebbels abandona su novela y se afilia al partido

Su último poema de amor

             se rompió en la bahía

donde rubios personajes blasfemaban

cargando chatarra

             en oxidados submarinos.

Al sol

se sintió sorprendido

             al sentirse tan carente de deseos

como una rueda.

Más simple que el dinero

se sentó sobre un poco de sal derramada

y se preguntó si volvería a encontrar alguna vez

las cicatrices de las farolas

úlceras de verja de hierro forjado.

Recordaba perfectamente

cómo dispuso

              el ataque cardíaco de su padre

y cómo dejó a su madre

en un pozo

con la memoria en blanco por la pérdida de culpabilidad.

Precisión bajo el sol

los elevadores

              las piezas de hierro

dispersaron a cualesquiera de vosotros

cuyo dolor hubiera dejado

igual que un silbato dispersa

a un equipo de hombres sudorosos

Preparado a unirse al mundo

sí, sí, dispuesto a casarse

convencido de que el dolor es una cuestión de elección

un Doctor de la Razón

empezó a contar los barcos

a condecorar a los hombres.

¿Amenazarán acaso los sueños

             esta disciplina?

¿le llevarán el pelo favorito los muslos favoritos

los ganadores de apuestas de las carreras de caballos de la vida anterior

llevarán a aventureros cafés?

¡Ah, mis queridos pupilos!

¿creéis que existe una mano

tan bestial, tan despiadada con la belleza

que pueda apagar

su religiosa luz eléctrica antidiarreica?

* * * * *

Hidra 1963

El pedregoso sendero se enroscaba en torno a mí

atándome a la noche.

Un bote husmeaba el borde del mar

bajo una luz siseante.

Algo suave envolvió una red

y sangró en torno a una lanza

la roma muerte, el chorro de cúmulos –

¡Te hablé a ti, pensé que estabas cerca!

O era acaso la noche tan oscura

que algo murió solo?

Un hombre con la espalda brillante

golpeaba la comida contra una piedra.

* * * * *

La reina Victoria y yo

Reina Victoria

mi padre y todo su tabaco te amaban

Yo te amo también bajo todas tus formas

delgada feucha virgen con la que se acostaría cualquiera

blanca figura flotando entre barbas alemanas

mezquina gobernanta de los enormes mapas rosa

solitaria plañidera de un príncipe

Reina Victoria

Yo soy frío y lluvioso

Estoy sucio como el tejado de cristal de una estación de ferrocarril

Me siento como un modelo vacío de hierro forjado

Quiero que todo esté ornamentado

porque mi amor se ha ido con otros muchachos

Reina Victoria

tienes algún castigo bajo el encaje blanco

serás seca con ella

y la harás leer pequeñas biblias

la azotarás con un corsé mecánico

Yo la deseo pura como el poder

quiero que su piel esté ligeramente rancia de enaguas

¿querrías lavar los fáciles bidets de su cerebro?

Reina Victoria

No me siento demasiado alimentado por el amor moderno

Querrías entrar en mi vida

con tu dolor y tus negros carruajes

y tu perfecta memoria

Reina Victoria

El siglo veinte nos pertenece a ti y a mí

Seamos dos severos gigantes

(no menos solitarios por nuestra mutua compañía)

que decoloran tubos de ensayos en los salones de la ciencia

que aparecen inesperadamente e indeseados en cada Feria Mundial

cargados de proverbios y correcciones

confundiendo a los turistas anonadados por las estrellas

con nuestro incomparable sentido de pérdida

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.