NOSTALGIA

 

Con sus manos extendidas

pidiendo digna clemencia,

bajo las altas estrellas

su herido frágil corazón,

allí, no hubo santo alguno

quien escuchara petición,

más el viento a lo lejos

silbaba fuerte adolorido

entre lágrimas de dolor,

su cuerpo ya tembloroso

no era de frío, sino de dolor,

se había quedado solo,

ante el féretro inmóvil

con el alma hecha pedazos,

él quería volver a sentir

los besos de su madrecita,

a quien a un lado su sepulcro

del cementerio general

a solas tuvo que dejar,

porque la epidemia

para siempre se la llevó,

de viaje en el vagón del tren

sin destino sin final,

con sus manitas extendidas

sigue el niño por las noches,

pidiendo a Dios que reciba

a su linda madrecita,

cada noche ante un altar

sin importar que su alma

se estremezca de dolor,

así, el niño no para de orar,

al ver que de la nada,

muchos mueren sin cesar;

así sufre el mundo entero

con grandes esperanzas

que Dios un día escuchará,

ya que se escucha en el silencio

de la noche tenebrosa,

la desesperación para alcanzar

la sanación universal

que pronto de nuevo vendrá…

Aristarco Azul

 

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.