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Lento crecimiento, estancamiento y recesión: pasado y perspectivas de la Economía Salvadoreña

Tomado de Carta Económica
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En El Salvador han transcurrido cerca de 25 años de implementación de las políticas de ajuste estructural de carácter neoliberal (de desregulación y liberalizaciones) y 13 años de la profundización de dicho proceso con la entrada en vigencia de un esquema monetario dolarizado y la firma de Tratados de Libre Comercio, sovaldi sale siendo los más importantes por los daños que han ocasionado a la economía nacional:  el TLC con los Estados Unidos de Norteamérica, health el firmado con México y el suscrito recientemente con la Unión Europea. Estas reformas se encuentran enmarcadas en un contexto global de transnacionalización del capital, mind en el que los circuitos nacionales de acumulación articulados en un mercado mundial van transformándose hacia circuitos transnacionales de producción y acumulación, a través de la transnacionalización de mercados, sistemas financieros, procesos de producción y transnacionalización del control del capital nacional y sus empresas. Estas transformaciones globales colocan a las grandes empresas transnacionales como las protagonistas del entramado económico-político-social y las instituciones financieras internacionales, como el FMI, como garantes de este proceso.

Si se comprende el capital como una categoría social, que define una relación de propiedad privada de los medios de producción, es evidente que a medida se expande el capital -esta  vez de manera transnacional- se profundiza una polarización en la estructura distributiva y en términos de subordinación de una clase por otra. Así, la defensa de los derechos humanos y la soberanía de los pueblos se encuentran sometidas a los criterios de funcionalidad en los circuitos globales de acumulación.

Estos procesos han provocado desequilibrios estructurales en la economía salvadoreña, un crónico déficit en el balance de cuenta corriente y la salida exacerbada de capitales, ocasionando una mayor dependencia al ahorro externo y, por tanto, una dinámica de endeudamiento insostenible. El reflejo de esta tendencia es una baja inversión, una demanda interna virtualmente estancada que absorbe el 95% del PIB producto de la precariedad social no de una demanda dinámica que provoque crecimiento, así tenemos un modelo económico  entre el estancamiento y el lento crecimiento económico, con  una tendencia hacia una recesión de ruptura no sólo económica, sino también política y social, como la que actualmente se vive en los países del sur de Europa, siendo Grecia donde más se ha profundizado este proceso, como se ha dicho desde el 2008 (Ver Arias, Salvador, Derrumbe del neoliberalismo -2008-, así como  la Trampa de la Deuda -2012-).

Ante este panorama, el país se encuentra entre una disyuntiva de profundización del modelo o construcción de alternativas. Por un lado, el FMI ha trazado un marco de línea general para la trayectoria económica del país similar a la implementada en los países más afectados por la crisis financiera internacional, los llamados PIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia, España), basada en la corrección de déficit fiscal y sostenimiento del pago de la deuda con el sistema financiero mundial. Como contraparte, se propone una recategorización del análisis para llevar a cabo cambios estructurales que enrumben la economía en una trayectoria social y participativa con desarrollo, que supere el horizonte neoliberal y capitalista depredador.

En este sentido, se hace necesario revisar las tendencias de  variables macroeconómicas de los últimos años para transparentar los aspectos estructurales del actual modelo neoliberal salvadoreño, sus trampas y limitaciones para sacar a El Salvador de la crisis económica presente, y descubrir igual a los que se benefician de él y que se resisten a cambiarlo, no obstante el crónico subdesarrollo de las fuerzas productivas del país, la pobreza y el desempleo.

a.Tendencias y proyecciones del Crecimiento Económico en El Salvador

El Salvador es una muestra de cuáles son los resultados de la implementación de las recomendaciones de política económica iniciadas con la llegada de ARENA al poder en 1989 producto del modelo económico neoliberal. En el gráfico siguiente se observa el crecimiento económico en los últimos 5 gobiernos, lo cual muestra que El Salvador no presenta ninguna posibilidad de cambiar la tendencia al estancamiento y la recesión, aunque coyunturalmente se califique de positivo, crecer tres o cuatro décimas anualmente y continuar  con el lento crecimiento.   

La tendencia decreciente del dinamismo de la economía salvadoreña es el reflejo de la evolución del sistema capitalista, eso sí en un estado, de un capitalismo cuasi primitivo en cuanto al desarrollo de sus fuerzas productivas, aunque adornado del consumismo cibernético en combinación de una pobreza generalizada.

Las condiciones generadas por el conflicto armado heredaron una estructura económica desarticulada, de modo que, el proceso de relanzamiento de la acumulación implicaba altas tasas de crecimiento debido a los recursos destinados a la reconstrucción, pero no al desarrollo económico y superación de la pobreza histórica, además fue reconstrucción orientada a una refuncionalizacón de la acumulación capitalista en un marco de recomposición de una acumulación manejada en un proceso acelerado de concentración y centralización del capital de parte de la oligárquica histórica, recompuesta y transformada en lo que llamamos la burguesía oligárquica asociada con el capital transnacional, constituyendo esta alianza la estructura de clase dominante, a la que responde la lógica del modelo neoliberal todavía imperante y determinante, no sólo de la economía, sino igual de las condiciones sociales de la población y de la lucha política por el control del Estado.

Esto no implicaba que se estuviera entrando en procesos de desarrollo de las fuerzas productivas. A partir del esquema de circuitos transnacionales de acumulación, el modelo neoliberal salvadoreño fue orientado al desarrollo del sector terciario, anclado a la liberalización comercial, privatización de servicios públicos y la dolarización, generándose una lógica absurda de una constante exportación neta de capitales, financiada con los excedentes producidos a partir de la explotación de la fuerza laboral nacional, las remesas que recibe la economía de los salvadoreños en el exterior, así como de un endeudamiento creciente, todo esto en detrimento del desarrollo de la economía real y de la consolidación de una sociedad caracterizada fundamentalmente por la pobreza, el desempleo y la incapacidad de incorporarse como sociedad a la era del conocimiento como pilar fundamental del desarrollo de cualquier economía en el contexto mundial.

El resultado de este proceso aunado a los efectos del estallido de la crisis financiera internacional consolida la tendencia de ralentización del crecimiento, como se muestra en el gráfico anterior. Del mismo modo, muestra un agotamiento del  modelo neoliberal salvadoreño que imposibilita el desarrollo de las fuerza productiva, agotamiento que se presenta abiertamente desde hace 15 años como se observa en el Gráfico No1.

El lento crecimiento seguirá siendo la tendencia de la economía salvadoreña, esto se    demuestra con las  proyecciones  del PIB, elaboradas por el Fondo Monetario Internacional y del Banco Central de El Salvador para el periodo 2014-2016, tendencia que sólo podrá modificarse si se desmonta el modelo neoliberal, lo cual se irá discutiendo en el transcurso de los próximos meses en el marco de la CARTAECONOMICA.COM de ADESES.

El FMI según la misión de  finales del año 2014 en El Salvador, sobre el Artículo IV, estima que el crecimiento rondará entre el 2 y 2.4% en 2014 y 2015 y alcanzará el 2.6% en 2017. Esto, respaldado por el BCR, institución que sostiene el crecimiento de las décimas (3 ó 4) que experimentaría el PIB entre el 2014 y el 2017, se deberían en primer lugar a una tímida expansión de la demanda, por aumentos en la masa salarial. En segundo lugar, se argumenta el crecimiento en la inversión por la adopción de nuevos proyectos de inversión pública y privada incluyendo el Fomilenio II. Y por último, el resultado de balanza positiva en la cuenta de servicio.

El argumento del estímulo de la demanda planteada se encuentra sustentado en el aumento del salario mínimo y el incremento en la masa salarial reflejado en los salarios promedios registrados por el Seguro Social Salvadoreño entre sus cotizantes. Este argumento tiene una contratendencia, en cuanto a que el incremento en la capacidad de consumo en los salvadoreños tiende a favorecer a las importaciones más que a la demanda interna, por otra parte, existe en la economía nacional una capacidad instalada subutilizada,  dos aspectos  que  hacen que los incrementos de demanda no tenga relaciones altas con mayores inversiones en el país y, por lo tanto, el impacto en el PIB no es significativo. La elasticidad del consumo final de los hogares con respecto a las importaciones es de 1.85% mientras que con relación a la inversión es de 0.99%.

Otro aspecto que según el BCR y el FMI contribuiría al crecimiento es la expansión en el ciclo de inversiones. En el quinquenio se proyecta un aumento de inversiones aproximado de US$ 2,500 millones de dólares. De esta inversión mucha estará destinada a la profundización del sector servicios, como la estimulada a través del Fomilenio II, y no al desarrollo de las fuerzas productivas, así estas inversiones podrán tener algún impacto secundario y posiblemente no articulados en las cadenas productivas internas, como ya ha sucedido con países del Caribe y otras regiones, cuando se han arraigado en un desarrollo turístico amarrado en el marco de las condiciones de los Tratados de Libre Comercio, donde se abren mercados para transnacionales y no para el tejido productivo nacional.  Esta conclusión se desprende además de las condiciones que el Fomilenio II le ha impuesto a la economía salvadoreña y que han sido aceptadas por el país.

Ante este panorama el FMI propone un conjunto de medidas centradas en la corrección del desequilibrio en déficit fiscal. Esto obedece a la lógica de mantener el acceso al financiamiento en los mercados, de manera que continué un régimen de endeudamiento con capacidad de pago, que sin duda significa mantener un pliego de medidas neoliberales de carácter recesivo, lo que explica crecimientos económicos de décimas del uno por ciento. El marco teórico – ideológico en el paquete de medidas que propone el FMI está marcado por la visión de que el problema de la deuda se resuelve con más crecimiento, en si la deuda no  es problema, el problema es el crecimiento. Ahora bien en nuestro país no podrá haber un crecimiento robusto mientras los flujos de recursos netos hacia el exterior no permitan un desarrollo importante en las capacidades de producir riqueza en el país, y resulta que el pago del servicio de la deuda, que presenta una espiral incontrolable si se sigue manejando en la lógica del FMI, es una de las causales de la falta de recursos para impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas del país, de ahí la trampa del modelo neoliberal. Éste no es un fenómeno que sólo está presente en la economía salvadoreña, se encuentra en todas las economías que aplican el modelo del FMI, a partir de proteger los intereses del sistema financiero internacional que es la tarea de este organismo, hasta que se pueda, no el desarrollo del sector real de las economías.

Entre estas medidas se encuentra una mayor focalización del gasto social; la reforma de pensiones en detrimento de las condiciones de vida; medidas presupuestarias como el incremento al IVA, disminución del gasto salarial y la creación de un impuesto predial generalizado.

Estas medidas, según las previsiones del FMI, implicarían un ajuste del 3.9% con respecto al PIB, cargado a la clase trabajadora. Mientras, la eliminación de exenciones de impuestos representarían apenas el 0.1% del PIB. Estas condiciones restringen una demanda ya deprimida y contrastan con las previsiones de incrementos en el consumo.

En todo caso, un crecimiento de 2.2% en 2014 a 2.6% al 2017 no resuelve nada teniendo en cuenta el proceso de descapitalización que ha vivido la economía en la lógica del desarrollo del sector servicios (que tiene como impacto en el desarrollo de las fuerzas productivas) y de igual manera la descapitalización sufrida entre 1989 y el año 2014 por los fenómenos naturales ( desde el Mitch, pasando por el terremoto, hasta la tormenta 12E, fenómenos que implicaron una descapitalización de más de 3,500 millones de dólares americanos). Lo anterior agregado a la invasión de importaciones, las cuales representan más del 40% del PIB, y que por lo tanto han provocado una disminución drástica en la demanda de bienes producidos internamente, generándose una situación donde según el BCR existe una utilización apenas del 54% de la capacidad instalada en el país; esto se explica en el marco de una economía con una cuenta de capital abierta en función del proceso de dolarización y firma de tratados comerciales.

Esta situación se ve agudizada y sostenida por el efecto de los fenómenos naturales, no solamente por los impactos negativos en el PIB que se dio en el año en que ocurrió el fenómeno, sino también mientras no se recapitalicen los sectores afectados, el daño en el PIB se seguirá manifestando año con año.

Además, es necesario tomar en cuenta que, al ser una economía dolarizada, existe una mayor dependencia al ahorro externo sin una fuente de generación de divisas, por lo cual debe de recurrirse al endeudamiento externo para financiar el funcionamiento de la economía.

Es por estas razones y otras que seguiremos analizando en los próximos artículos de la CARTAECONOMICA.COM, que podemos caracterizar al modelo económico neoliberal, como un modelo fracasado, en un estadio de lento crecimiento con tendencias claras al estancamiento y la recesión, si no se desmonta el modelo neoliberal y se comienza a implementar un modelo que relance la economía hacia una utilización de la capacidad instalada y una agresiva estrategia de inversión, dos dinámicas que relanzarían el empleo y romperían las limitaciones estructurales de la demanda interna, siempre y cuando se corrija la distorsión de la competencia desleal por  la apertura, la dolarización y los tratados llamados de libre comercio.

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