Página de inicio » Suplemento Tres Mil | 3000 » Estados Unidos impone aranceles de guerra a México en 1847

Estados Unidos impone aranceles de guerra a México en 1847

Caralvá

Intimissimun

Esa palabra “arancel” es una tenencia ahora en diferentes medios de comunicación, pero refleja un modelo en crisis comercial entre naciones, sus orígenes se remontan a la antigüedad, “en la ciudad estado de Atenas, el puerto del Pireo impuso un sistema de gravámenes para aumentar los impuestos para el gobierno ateniense” [1], pero nuestro objetivo en el campo de esos impuestos el que mejor refleja la actual situación se denomina: aranceles de represalia: “Determinadas posturas están de acuerdo en que un mundo de libre comercio es la mejor solución al comercio internacional, sin embargo indican que en el estado actual de la economía, mientras haya países que limiten las importaciones o discriminen los productos extranjeros, no existe otro remedio que emplear el mismo juego que defenderse…” [2] este parece ser el panorama que observamos en este momento entre EE.UU, Canadá, México y China, es un juego capitalista de ataque y defensa, pero también involucra a los mercados internacionales, los cuales son muy sensibles y se comportan de manera irregular; recientemente las autoridades norteamericanas aseguran que continuarán aplicando aranceles altos a las naciones que no frenen la emigración, drogas y a los delincuentes que emigren a EE.UU, es un complejo discurso del cual nadie tiene control absoluto.

No pocos autores califican la situación de una “guerra comercial” en este caso la siguiente ilustración histórica nos ayuda, es el año 1847 con una guerra militar entre Estados Unidos y México, los norteamericanos han invadido la nación azteca e imponen un “arancel de guerra”.

México 7 de mayo de 1847[3]

“Las miras del gabinete de Washington con respecto a nuestra república, no son ya equivocas ni dudosas; su invasión no tiene el objetivo de exigir reparaciones de antiguos agravios, ni de obtener indemnizaciones de antiguos agravios, ni obtener indemnizaciones de fingidos perjuicios, o la solución de deudas de que fuéramos responsables. Tales fueron los pretextos para prepararla, para iniciarla de hecho y para agredirnos con la fuerza armada; la cuestión de Texas, de ese latrocinio escandaloso, pertenece en su concepto a la historia; hoy trata de consumar una formal conquista, y de afianzar su dominación sobre los mexicanos para siempre, sin otra razón que el brutal derecho del más fuerte”.

“Aun cuando estas enunciaciones carecieran de otros datos en que fundarlas, bastaría para convencer su verdad, el arancel que por orden de Polk ha formado un tal Walker, para que se observe en los puertos de México, conquistados por las fuerzas americanas. Esa pieza, calculada para destruir de un golpe, si fuera posible, nuestra hacienda, nuestra industria, nuestros usos y costumbres, descubre con toda claridad que los Estados Unidos, viéndonos con el más profundo desprecio y tratándonos con la más insultante arrogancia, nos dictan leyes que deben observarse en nuestro suelo, por derecho de conquista, y con todas las precauciones conducentes a perpetuarlas”.

“Llevadas al cabo las disposiciones de ese célebre arancel, veríase dentro de pocos días, inundada la república de una inconcebible multitud de mercancías extranjeras de todo género, las que alterando del todo la balanza de nuestro comercio, y echando por tierra las leyes prohibitivas de la importación de muchos renglones, dejarían en esqueleto el erario de la república para muchos años, aun en el evento de que se hicieran tratados de paz; arruinarían del mismo modo nuestra industria, y darían por final resultado, el hambre y la desnudez de nuestro pueblo bajo, en medio de la baratura de muchos efectos de primera necesidad, cuya introducción se ve marcada en el propio arancel, con la mayor iniquidad y malicia que las que de pronto pudieran comprenderse”.

“Creeríamos hacer un agravio a nuestros compatriotas, y a la causa que defiende la república, analizando el arancel de Walker bajo el aspecto de la economía política, o de su conveniencia o inconveniencia en nuestro país. Es una ley que se intitula conquistador, y esto solo basta para detestarla; más no es preciso decir que esa ley no es más que una recopilación de hostilidades contra México, porque ella cierra la puerta para la adquisición del sustento necesario a una considerable mayoría. El labrador mexicano, y el artesano más miserable, se verían envueltos en la más miserable indigencia, puesto que el arancel permite la importación de toda clase de cosechas, y de todo género de artefactos, con muy bajos derechos, y puesto también que ni nuestra agricultura, ni nuestra industria pueden rivalizar con la de los Estados Unidos y que en materia de manufacturas, nos vendrían de todo el mundo, con los renglones más insignificantes”.

“El calzado, la ropa hecha, los más sencillos instrumentos, los muebles, las materias primeras, todo, absolutamente todo, nos vendría del extranjero y nada quedaría para los brazos del país, nada para nuestra clase trabajadora, sino la miseria y la desesperación por falta de trabajo y de ahí el crimen; no siendo dado a todos resignarse a morir de hambre antes que faltar a la moral y a la virtud”.

“El gobierno por lo mismo, se halla en la más estrecha obligación, no solo de activar todas las providencias de su resorte para contrariar esa decantada conquista, que ya estiman consumada nuestros agresores, supuesto que se avanza a dictarnos leyes como la de que tratamos, sino de apurar todos sus esfuerzos para inutilizarla, promulgando las medidas más rigurosas contra la introducción y circulación de las mercancías y efectos importados bajo ese inicuo arancel calculado para arruinarnos; de hoy en adelante deberían reputarse entre nosotros, todos los renglones de comercio de los Estados Unidos, como los del más delincuente contrabando, o imponerse fuertes penas, además de la destrucción de las mercancías a los que se les encuentren, hasta declararse traidores a los contumaces en  negociar con ellas. De la misma manera debería procederse respecto de los efectos europeos introducidos bajo el propio arancel, dirigiéndose a los ministros respectivos, las correspondientes protestas y oportunos avisos para evitar todo motivo de quejas ulteriores”.

“Las providencias suaves o el más pequeño disimulo, en punto de tan grave trascendencia, dificultaría de nuestra parte la recuperación de lo perdido, aumentaría la audacia de nuestros enemigos, y aún terminada la campaña, dejaría en la república un germen de pobreza y aniquilamiento de muy difícil remedio; hagamos, pues, la guerra no solo con las armas sino con la promulgación de las disposiciones más eficaces para hacer ilusorias en lo posible, las que dicte el pérfido gobierno americano. No nos detengamos en las consecuencias; si él prohíbe la importación de armas y todos los pertrechos de guerra, nosotros debemos permitir su libre entrada; si el permite sin distinción, que se nos traigan camisas, el calzado, el maíz, las maderas &, nosotros debemos quemar esos efectos venidos del extranjero, cobrar de los receptores el duplo de su valor, y sancionar otras penas contra los mismos. México 7 de mayo de 1847” Monitor Mexicano N° 802   amazon.com/author/csarcaralv

[1] Wikipedia

[2] Idem

[3] Gazeta del Gobierno Supremo del Estado del Salvador en la República de Centro-América, Julio 9 de 1847, Monitor Mexicano N° 802

 

Ver también

(En)cuent(r)o

(mayo de 1990) Rafael Lara-Martínez Tecnológico de Nuevo México [email protected] Desde Comala siempre…   Siempre …