Redacción Nacionales
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Claudia Ortiz, diputada de VAMOS, dijo en Encuentro con Julio Villagrán que «Hemos cruzado una línea donde el Estado se está defendiendo de los ciudadanos y ya no hay realmente un sistema de justicia, sino uno enfocado en derecho penal del enemigo, un sistema donde no hay garantías judiciales, donde no hay presunción de inocencia, sino presunción de culpabilidad y donde el trato a las personas que están siendo señaladas por un delito, es inhumano, degradante». En El Salvador “es el tiempo de detenerse y que se señale lo justo o lo injusto”, comentó Ortiz.
“Es el momento para los que queremos un país más justo y en paz, detenernos y entender cuál es nuestro rol en todo esto, porque nuestro rol no es seguir la corriente, es momento de señalar lo justo y lo injusto, es probable que muchos tengamos miedo de pronunciarnos (…) pero no podemos dejar de ver cuándo se ha cruzado una línea y se están viendo injusticias”, comentó Ortiz.
A juicio de la legisladora, con identificar lo justo y lo injusto se podrá conocer el rumbo del país. “Nos va a permitir pensar en cuál es el país que necesitamos construir”. El país no tiene rumbo, aseguró la diputada.
«Hemos cruzado una línea donde el Estado se está defendiendo de los ciudadanos y ya no hay realmente un sistema de justicia, sino uno enfocado en derecho penal del enemigo, un sistema donde no hay garantías judiciales, donde no hay presunción de inocencia, sino presunción de culpabilidad y donde el trato a las personas que están siendo señaladas por un delito, es inhumano, degradante», comentó Ortiz.
«Yo no estoy hablando solo del mes de mayo (donde hubo una escalonada de violaciones a derechos humanos y detenciones arbitrarias) estoy hablando de los últimos tres años, y continúa, en los cuales, ningún salvadoreño está a salvo de un sistema abusivo”, agregó la legisladora.
Claudia Ortiz sostuvo que la ley se usa como un arma para infundir temor. “El país entero necesita reencontrarse con la razón, con la justicia y con la paz”.
A juicio de la legisladora, durante los 30 años que gobernaron los partidos de la posguerra, “no lograron construir la democracia que fue prometida a la gente (…). Durante muchos años no se lograron atender de forma seria y contundente las necesidades básicas de la población y no se logró construir un sistema que realmente protegiera la dignidad humana y le diera un sentido de ser a la democracia; nuestra democracia ha sido imperfecta donde el control lo ha tenido elite políticas y económicas y no ha habido un espacio de participación más amplio de la gente y, por otro lado, la rendición de cuentas nunca funcionó”.