A André Cruchaga
¡Qué interesante despertar con unos versos que nos guían en la oscuridad de las baldosas, pues son luz en los senderos de la desdicha, sobre todo cuando se ha conocido la tiniebla en las ergástulas!… por eso es que aplaudo —cada vez que me es posible— cuando leo tus versos mi estimado André Cruchaga, ya que me ayuda a sobrellevar la carga de los cipres sobre mis hombros, y no tengo ninguna duda que “Serán años de adormecida cópula”, sobre todo cuando me pongo la visera para encarar el futuro “y siento el humo de los cirios en la respiración y los cementerios colmarse de perros”.
Han pasado los años de la embestida de las hienas que, a escupitajos, arroparon con grilletes al insomnio, que ahora “Nada espero del terror abisal y escabroso, de esas miradas deshaciéndose en la intolerancia y la violencia”. Y no pongo ninguna duda de que cada socavón en los dinteles de la esperanza, eran “las manos dolientes de la infancia las que (silbaban) la angustia, y recolect (aban) las cobijas para esclarecer su cuerpo”.
Ahora que pasó el invierno, que se convirtió en huracán durante 12 aciagos caleidoscopios enlutados, no encuentro más palabras que decirte “Nada podemos esperar del futuro con las miradas perturbadas de hoy y el marasmo del mal que se adentra en los ojos.”
Luis Antonio Chávez
Enero de 2024
Inspirado en una prosa de André Cruchaga
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