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Habitantes de la comunidad Armando López, en el Bajo Lempa, Usulután comentan que la agroecología es la respuesta a la seguridad alimentaria ocasionada por el COVID-19. Foto Diario Co Latino/Voces de la Frontera.

Agroecología, respuesta a la inseguridad alimentaria por el COVID-19

Gloria Silvia Orellana
@GloriaCoLatino

“¿Qué pasará dentro de 1 o 2 meses sin cultivos en el campo?”, cuestionó Oswaldo Ortiz, residente de la Comunidad Amando López, agricultor del Bajo Lempa, Jiquilisco, departamento de Usulután, al señalar que en el marco de la Emergencia Nacional por la Pandemia del COVID-19 el Gobierno deberá echar mano de estrategias para que los campesino produzcan sus cultivos para garantizar la seguridad alimentaria.

“Yo pienso, cuando esta emergencia pase en 1 o 2 meses, y nadie ha estado produciendo nada, ¿qué va a pasar en el campo?, ¿qué va a pasar con el mercado?, ¿qué va a pasar con las familias en la ciudad?, tendrán dinero pero posiblemente no habrá alimentos que comprar porque está rota la cadena de producción”, expresó.

Oswaldo Ortiz, junto a un grupo de pequeños productores del Bajo Lempa, que se aglutinan en ACUDESBAL, empezaron a trabajar entre las comunidades el tema de la “Soberanía Alimentaria”, con la implementación de prácticas amigables con el medio ambiente que se resumen en la Agroecología, una disciplina que integra principios ecológicos en la producción de los alimentos de manera orgánica.

“Queremos que los campesinos hagan una práctica diferente para garantizar en alguna medida lo que la gente consume y sabemos que no todo se va a producir por las condiciones de clima o el suelo, pero sí sabemos que se puede cultivar muchas cosas pensando primero en la dieta alimentaria de la familia y no de un mercado. A nivel de las comunidades, en nuestra experiencia no cultivamos en grandes áreas del cultivos, sino, establecemos en nuestras parcelas una diversidad de cultivos que bien puede ser la mitad de una parcela”, explicó.

Con 29 comunidades, ACUDESBAL ha trabajado promoviendo el tema de la soberanía alimentaria con varias técnicas diferentes versus el modelo convencional, que según Ortiz ha sido difícil por el arraigo a la prácticas de la producción convencional, que es un modelo implementado por años con los paquetes tecnológicos y químicos, desde los gobiernos y agroservicios.

“En cuanto a la Soberanía Alimentaria y la situación que estamos viviendo con la Emergencia de Salud, es el tema que se debe apostar primero porque, si estamos dependiendo de una producción de afuera del país, entonces no tenemos autonomía y tenemos que valorar cómo está la capacidad de decidir. ¿Qué sembramos?, ¿cuándo lo sembramos?, ¿cómo lo sembraremos? Simplemente es decidir qué comeremos en los próximos meses. Una estrategia importante en estos días de crisis es la producción del campo, para poder dar sostenibilidad a la familia campesina -como he dicho-, no se trata de cultivar grandes cantidades de granos básicos o monocultivos, sino de pequeñas unidades de tierra, en diferentes espacios de una parcela para producir algo de alimento y subsistir”, indicó.

Un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha mencionado -sobre El Salvador- que la disponibilidad de alimentos es relativamente aceptable, aunque llamó la atención porque existe “una clara dependencia de la importación de cereales, frutas, hortalizas”, para satisfacer la demanda de país.

Sobre las prácticas de medidas más amigables con el medioambiente, Ortiz agregó que muchos agricultores se quejan de la sequía, pero aún no relacionan que al terminar la cosecha algunos queman el rastrojo (restos de tallos y hojas del cultivo) que, al quedar en cenizas y por efectos del viento o la lluvia, dejan el suelo sin nutrientes, lo que baja la calidad de la tierra.

“Lo podemos comparar al cuerpo del ser humano, si estamos enfermos, si no comemos, pues estaremos débiles, con estrés y eso pasa igual con el suelo y si queremos producir la tierra debe estar saludable y esto pasa por cuidar el suelo, hacer buenas prácticas y evitar el uso excesivo de químicos, que son esos al final los que terminan matando los diferentes microorganismos que existen en el suelo y deterioran la salud del agricultor. El tema de la agroecología es importantes en mi hogar y familia, porque en media manzana de terreno tenemos frutales, plantas medicinales, cultivos de hortalizas, rábano, mostaza, pipianes, que son alimentos para una dieta alimenticia sana”, acotó.

José Acosta, de la organización Voces en la Frontera El Salvador dijo que la situación de emergencia sanitaria en el país es un llamado imperante al Gobierno, para dar un giro en cuanto al tema de Seguridad Alimentaria.

“Esta emergencia debería generar ya una reacción relacionada a la Soberanía Alimentaria que vive nuestro país, que de por sí con el coronavirus ya enfrenta una situación crítica; hay datos de la FAO, por ejemplo, que están hablando que el 34 % de los niños y niñas de algunos municipios de El Salvador se encuentran en una desnutrición crónica y esto es grave”, opinó al señalar que ese informe de la FAO señaló al 13.5 % de la población con subalimentación; es decir, un nivel de ingesta de alimentos insuficiente para garantizar una nutrición adecuada.

“Pongamos mayor atención a la mentalidad de la producción campesina”, indicó Oswaldo Ortiz, al señalar que muchas veces la producción de toneladas de alimentos no se relaciona con la dieta individual o colectiva del área rural.

“Se debe sensibilizar al campesino y esto pasa por una campaña y educación, porque el modelo convencional del agronegocio permite que el campesino termine vendiendo cocos o naranjas y regresa a su casa con una soda que es dañina. El tema de sensibilización y formación de cómo alimentarse bien es estratégica y dejar los paquetes de agroquímicos, que no abonan en nada”, puntualizó.

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