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Un periódico, una bandera

Iosu Perales

El diario Co Latino esta en riesgo. Si no ponemos remedio, en poco tiempo desaparecerá después de ciento treinta años de existencia. Si eso ocurre será porque las izquierdas y sectores progresistas del país no merecemos su continuidad. ¡Cómo si nos sobraran recursos para llevar adelante la batalla de las ideas y de la información veraz! Co Latino se nos va. Pero todavía podemos evitar que arríe su bandera. Podemos.

Creo que los sectores económicos y sociales dominantes tienen mayor claridad que los medios de comunicación son parte fundamental de control político. Y saben que la desaparición de un medio progresista, independiente, de izquierda, es una buena noticia para sus intereses de controlar el llamado cuarto poder. En cambio nosotros nos encogemos de hombros y optamos por la resignación, como si no supiéramos que democratizar la sociedad pasa por democratizar los medios de comunicación. ¿Puede ser qué no lo sepamos? Como si no supiéramos que cada altavoz con que contamos, por modesto que sea, es una herramienta vital para difundir nuestras ideas y propuestas. ¿Puede que no lo sepamos?

En El Salvador, desde casi siempre, dos familias dominan el mercado de la prensa, los Altamirano y los Dutriz. La primera acumula, además, tierras de algodón y café; la segunda domina la prensa escrita. La familia Nathan también es parte del control de los medios. Si nos adentráramos en los mundos de la radio y la televisión veríamos asimismo cómo los sectores conservadores ostentan poderes monopólicos frente a una minoría de radios populares, valientes y valiosas. Por cierto que los medios más fuertes orientan la legislación que los debe regular.

En el marco de un mapa nacional de los medios hostil a la izquierda y a las fuerzas de progreso, Co Latino ha venido representando la resistencia, la rebeldía, la información empapada de periodismo. Pero ¿acaso lo cuidamos? Para Ignacio Ramonet los medios de comunicación en manos progresistas son esenciales para oponer una fuerza cívica ciudadana a los recortes democráticos que se justifican desde los grandes grupos mediáticos. Toda la artillería de manipulaciones, de desinformación, de mentiras, de lavado de cerebro, conforman una guerra ideológica con el fin de defender los privilegios de una casta que se opone a la reforma fiscal, a la redistribución de los recursos, al buen uso de la riqueza nacional. Frente a esta artillería que busca eliminarnos del mapa político y mediático debemos cuidar de mantener y mejorar las herramientas que tenemos, y no dejarlas caer.

Debemos hacerlo porque uno de los derechos más preciados del ser humano es el de comunicar libremente. Si ninguna ley debe restringir este derecho a la información no contaminada ¿podemos aceptar que un medio se nos muera por falta de un apoyo que esta en nuestras manos?

De nada valdrán las lágrimas si Co Latino cierra. Parece que solamente cuando nos falta algo lo echamos de menos y valoramos en todas sus dimensiones. Y Co Latino ha tenido y tiene muchas dimensiones a lo largo de su dilatada existencia: periodismo comprometido, veracidad, respeto a las y los lectores, trinchera de la cultura nacional popular, rincón vivo de la poesía. Ejemplo de prensa libre, eso es Co Latino. Un diario que representa la afirmación de valores, y la aportación de juicios y opiniones en la búsqueda colectiva de la verdad.

Es por los méritos acumulados por Co Latino que la fuerza política para la cual es funcional no puede dejar pasar la oportunidad de estar a la altura del momento. Al contrario, sus autoridades y en general sus militantes debieran asumir una cuota de responsabilidad para evitar lo peor. No puede ser que mientras la derecha goza de muchos medios poderosos, la izquierda vea disminuir su influencia en los medios e incluso sufrir sus cierres.

Se debe y se puede hacer desde la izquierda, cumpliendo escrupulosamente la ley. Así tiene que ser. En el marco de la legalidad se puede aportar publicidad institucional. En muchos países la publicidad de instituciones públicas esta reglada de tal manera que desde el Gobierno central a los ayuntamientos, es obligatorio que todos los medios de prensa legales sean destinatarios de publicidad por asuntos públicos. Se trata de una medida democrática que vela por la viabilidad de la pluralidad de los medios.

Otra cosa, privilegiar a unos medios sobre otros sería discriminatorio y antidemocrático. Lo que sí es correcto es que la carga de publicidad se distribuya según la tirada o audiencia de los medios.

Si el público tiene derecho a saber, ello equivale a decir que el Gobierno tiene el deber de permitir y facilitar que las personas reciban la información que necesitan como ciudadanos de una democracia. En la práctica esto quiere decir que la desaparición de un medio es un paso atrás de la democracia y las instituciones si pueden han de evitarlo.

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