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Un aleteo permanente para Marisol Salinas

Internet Art Roberto CeaPor Roberto Cea/Escritor/Poeta

Colaboración para Trazos Culturales

La última semana de julio, medical 2015, site estuvo en San Salvador y sus alrededores: la DANZA; sí, así en mayúsculas, en cuanto movilizó cuerpos más que las capas tectónicas que mueven a este Valle de las Hamacas, por lo cual es mejor decir: Valle de las Chamacas, pues muchas de ellas se lucieron en sus actuaciones, por ejemplo ESTADanza: compañía experimental de Paola Lorenzana y sus integrantes: Mercy González, Malu Sáenz Jaramillo, Pao Sosa y Ale Landeverde, con un recorrido por sus diez (10) años de coreografías en “La espera”, “Querrá jugar conmigo” y “Nuestras muertas”, y el solo “Mujer Fragmentada”. A ello hicieron su aporte estético el equipo artístico constituido por Mariana Moisa, Guillermo Araujo, Claudia Flores, Juan García y Alex Huezo.

Lo anterior fue antesala para que Marisol Salinas luciera su madurez creadora, su visión estética, no solamente en el escenario que lo hizo estupendamente, al danzar «El último aleteo de Andrea», sostenido por su coreografía en base a su visión humanística solidaria, desde nuestra visión histórica nacional, en cuanto el pasado es presente y con lo mejor de ellos hacemos el futuro que viene bien seguro.  Azar seguro. Queramos o no.

Marisol fue muy esencial. Indudablemente el escenario de la Pequeña Sala del Teatro Nacional de San Salvador estuvo en su jugo, las muchachas que la antecedieron con sus dancísticas expresiones corporales y demás estéticas, le dejaron el camino listo para que su mensaje de reconciliación nacional con nuestra memoria histórica, fuese a fondo en, su y con su esencia; su expresión corporal nos comunicó lo vivido y sentido en su danza que fue la que padeció la protagonista histórica: Andrea Márquez, quien sobrevivió a una de las tantas masacres realizadas por soldados del ejército salvadoreño en 1982 en una montaña de El Mozote; logró huir en ésta, pero en ella perdió a su pequeña hija. Más de dos (2) años pasó escondiéndose de las acciones de tierra arrasada ordenadas por el gobierno de entonces y su ejército apoyado por el gobierno yanki, hasta que un comando guerrillero de entonces, la oteó por una quebrada de sus dominios mozoteros… y por su imaginario basado en la cultura tradicional/popular, creyeron haber encontrado a La Ciquanaba, personaje mítico de la Mitología en Cuscatlán.

Andrea Márquez intenta escapar, su memoria en carne propia era de represión recibida desde siempre. La experiencia de los combatientes en su terreno de lucha fue decisiva, además eran mayoría entonces, la copó. Ya bajo su protección, la bañan, alimentan, se informan de su historia, le informan de la de ellos; comprende con su sabiduría popular y se integra a esa nueva experiencia comunitaria, tuvo una esperanza.

La asistió la vida en su vida; tuvo dos (2) hijos. Pasó la guerra, se firmaron los Acuerdos de Paz, que no han traído PAZ ni fueron cumplidos ni en la PAZ de los cementerios. Veinte años después de la guerra decide volar y vuela en su vuelo infinito… uno de sus hijos nacidos en la guerra, la encuentra pendiente de una viga del corredor de su casa campestre, una cuerda la ayudó a subir… para subir al cielo se necesita! ¿Qué se necesita? Unos grandes OVARIOS o COJONES, según el género; más cuando la angustia y la desolación que produce un sistema injusto como éste que padecemos con y desde sus injustas estructuras económicas, sociales y políticas impuestas que produjeron la guerra que padeció toda la salvadoreñidad, quien más, quien menos; se obnubila el panorama y no damos para más. No es justificación, es la realidad.

Pero hay que hacer la lucha para cambiarla y que sea amable con todas y con todos desde nosotros mismos que hacemos la historia, sudándola, como sudaron las muchachas en sus danzas; hay que seguir en las mismas para variar, seguir y seguir hasta llegar al cielo de la dicha ¿Quien no quiere ser dichoso o dichosa?

Es lo que hizo Marisol Salinas con su danza y nos refrescó la memoria con su fraternidad estética de su tiempo y espacio creador. Le ayudaron en su idea original y coreografía, en música: Collage de David Holland y Barre Phillips; Stephen Vitiello, y compilación de música tradicional salvadoreña. César Ruiz Díaz en diseño de luces; operación de éstas: Juan García. En la confección del vestuario que vimos: Viviana Segovia Yubero. Produjo: Anahi Zaldívar. Fotografías de Juan José Ivaldi, Ramón Merino y Jorge Izquierdo.

Gracias, Marisol Salinas, por ese Aleteo de Andrea que se ha quedado aquí revoloteando entre nosotros, como Andrea Márquez. Y como te dicen en el programa de mano: Bienvenida a casa después de veinticinco (25) años… Lo gozo. Me deja en mi lugar: Más abuelito que el tocayo Codas, y vos bien abuelita, pero menos que aquella que te conté, ¡que es Super Bisabuela! Ganó más en plena adolescencia de la Tercera Edad. La Tía-Abuela sólo Milando, pero goza en el gozo de mirar y soñar lo que viene con su María José, ya en ciernes balletrina. Salú:

JOTA ERRE C.A.

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