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Como es tradición este 3 de mayo, Día de la Cruz, en los mercados se observó a las vendedoras ofreciendo cruces de jiote, sin embargo, pocas personas llegaron a comprar debido a la cuarentena por el COVID-19. Foto. Guillermo Martínez.

Tradición cultural se impone al Coronavirus

Oscar López
@Oscar_DCL

La pandemia del Coronavirus (COVID-19) no impidió a los salvadoreños mantener vivas sus tradiciones, por lo que durante este tres de mayo, en los mercados del país, además de productos básicos para el hogar, también se comercializaban las cruces de jiote, con la que por tradición se celebra el Día de la Cruz.

En años anteriores, atrios de iglesias, centros escolares, plazas o parques de algunos pueblos, entre otros lugares lucían una cruz rodeada de frutos de temporada, además de vistosos y coloridos adornos. En está ocasión esta actividad fue más familiar, ya que las medidas sanitarias impiden la aglomeración de personas.

Debido a la pandemia fueron pocas las personas que llegaban a los mercados con el objetivo de comprar una cruz, adornos y fruta necesarias para colocarla en su hogar y así cumplir con la tradición, sin embargo, hubo personas que consideraron importante agradecer a Dios por las bendiciones recibidas, en esta ocasión representadas por los frutos de la tierra.

En El Salvador, la celebración del Día de la Cruz es producto de un sincretismo de la religión católica española que habla del hallazgo de Santa Elena, de la Cruz de Cristo en la época de Constantino y las prácticas mesoamericanas. Para el pueblo indígena salvadoreño, es el tributo a la Madre Tierra y el hecho que la cruz sea del árbol de jiote está directamente relacionado al dios Xipe Tótec.

Esta fiesta también marca la llegada de la temporada lluviosa y el nacimiento de las flores y los nuevos frutos, por lo que alrededor de la cruz se colocan diversos frutos, entre ellos: mangos, jocotes, marañones, coyoles, guineos, naranjas y cocos.

Para tomar uno de los frutos, las personas deben arrodillarse o inclinarse ante la cruz, además deben persignarse y luego tomar uno de los frutos colocados. En algunos pueblos se acostumbra a decir la oración: “Vete de aquí Satanás, que parte de mí no tendrás, porque en el Día de la Cruz digo mil veces ¡Jesús!”.

La tradición oral transmitida de generación en generación afirma que en las casas donde no se coloca una cruz el diablo llega a bailar por la noche. De ahí, que la mayoría de hogares católicos ya tienen un sitio especial para colocar cada tres de mayo, el tradicional altar.

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