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Santa Tecla, este uno de marzo va por la verdad histórica de la verdad o por la mentira histórica de la mentira

Wilfredo Mármol
Escritor viroleño

En los últimos  35 años la dirigencia de Arena y algunos de sus militantes  consideraron a Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez como una persona al servicio de las causas de la izquierda. Error. Monseñor fue un siervo a la causa de Dios acá en la tierra y abogó porque se detuviera la guerra. No se lo permitieron los enemigos de la vida.

Es así como Monseñor Romero, sovaldi frente a frente, viagra le pidiera al Presidente Arturo Armando Molina, advice que detuviera la represión de las fuerzas armadas contra los campesinos, obreros, estudiantes.

Es así como remitió sendas cartas al Presidente Jimmy Carter abogando para que no se siguiera enviando dinero para el fomento de la guerra, al contrario que la guerra traería derramamiento innecesario de sangre salvadoreña.

Es así como Monseñor Romero hiciera llamados, a la luz de la palabra, para que las organizaciones populares dialogaran antes de armarse. Y las organizaciones populares buscaron siempre la solución política de las causas que generaban conflictos, y al final se firmaron acuerdos de paz.

En fin,  es así como en su última Homilía Monseñor Romero hizo su llamado de amor a la clase empresarial y a quienes les gobernaban: “…en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les pido, les ruego, les ordenó, cese la represión…”  Sin embargo, le asesinaron sin consideración, siguiendo las frases  puestas en boga en esos días por el Mayor Roberto d’Aubuisson,  “Haga patria, mate un cura”, “El comunista bueno, es el comunista muerto”, “Muerto perro se acaba la rabia”.

Años más tarde La Comisión de la Verdad, como parte de los acuerdos de paz, dictaminó que fue el Mayor retirado Roberto d’Aubuisson, fundador de los escuadrones de la muerte, fuera el autor intelectual del cruel asesinato de Monseñor Romero en plena sacristía. Según testimonio de El capitán Rafael Álvaro Saravia, (Entrevistas ofrecidas al Periódico digital FARO),  El Mayor d’Aubuisson fue parte de la conspiración para asesinar a Monseñor Romero, aunque el tirador lo puso un hijo del ex presidente Molina, dijo el capitán Álvaro Saravia. Treinta años después, él y otros de los involucrados reconstruyen aquellos días de tráfico de armas, de cocaína y de secuestros. Años más tarde se conoció que su asesino fue ejecutado a manos de un sicario de la ex Guardia Nacional, a quien se le dio por paga el equivalente a $114.0.

En una oportunidad, un periodista al entrevistar a  Marisa d’Aubuisson, hermana del Mayor, le preguntó si éste se había arrepentido,  y señaló: “Cuando agonizaba en el hospital, le tomé la mano y le dije: Roberto, deja que tu espíritu salga. Pídele perdón a Monseñor. Ya no hablaba, estaba muy débil. Me tomó del cuello, me acercó, me soltó y lloró. No sé si de rabia o arrepentimiento. Al día siguiente murió.” En 1992, d’Aubuisson murió  de cáncer en la lengua.

En lo particular tuve la oportunidad de estar presente en una conferencia de prensa que Monseñor Arturo Rivera y Damas daba a un buen grupo de periodista en el auditorium del arzobispado, sobre diferentes tópicos, cuando fue interrumpido por uno de los periodista con la  pregunta ¿Monseñor se acaba de informar de la muerte del Mayor Roberto d’Aubuisson a escasos metros de este lugar, qué opinión le merece? Monseñor Rivera y Damas guardó una pausa breve y dijo “Ojala y encuentre un juez generoso”. No dijo nada más. (Por cierto ningún periodista publicó estas palabras, al menos nunca tuve la ocasión de leerlas.)

Hoy,  años después, en el Vaticano, se conoce que el Congreso de Teólogos de la Congregación para las Causas de los Santos, catalogó el asesinato de Romero como “martirio por odio a la fe”, lo que termina por derrotar la principal duda que se tenía en el Vaticano sobre la figura de quien ya es llamado “San Romero de América”, y derribó además el histórico argumento de la derecha. Monseñor será beatificado en el 2015, esta es la esperanza de todo un pueblo.

Melvin González, en un Artículo del 10 de febrero de 2015, titulado “Los asesinos del partido del santo”, publicado el Periódico Digital La Página, enfatiza: “La verdadera razón por la que el papa Juan Pablo II se negó a beatificar a Monseñor Romero: las mentiras de la derecha política, embajadores salvadoreños ante la Santa Sede y de algunos cardenales que lo acusaban de ser comunista e incluso de estar desequilibrado”, apoyándose en un periódico español que habla sobre “los miles de kilos de mentiras.”  Continua Melvin González, “En realidad esas acusaciones, falsedades y mentiras sobre Monseñor Romero provienen de mentes enfermas, llenas de esquizofrenia desmedida y de psicópatas.

Ya se ha señalado, “Romero es un líder de la iglesia católica y muchos de los que lo han utilizado como su guía no son ni siquiera católicos profesantes y lejos de eso son personas que su actuar ha sido totalmente opuesto”. Esto constituye una verdad para la sociedad salvadoreña, pues Monseñor Romero, sin llegar a su beatificación es ya considerado un santo.

Es así como la figura de Roberto d’Aubuisson Arrieta, también fundador de Alianza Republicana Nacionalista (Arena), pretende ser usada por su partido Arena para pretender dividir el ideario de la sociedad salvadoreña.

Vistas así las cosas, el 1 de marzo próximo la  ciudadanía de Santa Tecla tiene dos opciones: ponerse al lado de la verdad histórica de la verdad o al lado de la mentira histórica de la mentira,  tal y como se  anunciará en diciembre pasado al pretender rebautizar la Calle a San Antonio Abad por el nombre de quien fuera el responsable intelectual del martirio de Monseñor Romero. Cambio que la ciudadanía no lo permitió.

Santa Tecla tiene la palabra.

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