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“…RASCANDO EL FONDO DE LAS CACEROLAS”

Luis Arnoldo Colato Hernández

Educador

Pareciera esta frase una que sugiere una gran satisfacción culinaria, pero significa algo más de lo que deja ver.

Quienes se relacionan con las finanzas comprenden su significado, que es algo así como “…comienzo a buscar alternativas…”, es decir: acabe mis fondos y en desesperación busco donde refinanciarme.

Es una frase aplicada claramente a situaciones extremas, y supone carecer de ningún recurso, incluyendo reservas, de tal suerte que la situación linda en la desesperación.

Y sabemos que sucede cuando estamos desesperados.

El país ya entró en tal situación, desde hace un buen rato.

En derivas como estas es la población la que sufre los efectos, que en concreto ahora supone un aumento desmesurado del coste de la canasta básica en hasta 42% en relación a la misma fecha hace un año -CDC -, y que debemos traducir en el hecho de que las familias salvadoreñas gastan más, pero se alimentan menos, consumiendo mucha menos proteína que antes, reduciendo y hasta anulando el consumo de frutos para en cambio añadir más harinas a la dieta, con los efectos que conocemos en la salud y en el ánimo de lograr cierta aparente satisfacción.

Entonces sí la familia salvadoreña y en un número cada vez mayor, rasca sus cacerolas.

¿Qué hacer?

El estado debe incidir en el mercado, controlandolo de manera efectiva, llevando además más recursos a las arcas públicas, para lo que sería útil conocer el número exacto de la población en capacidad de aportar más de acuerdo a sus ingresos y haberes al fisco; a ello podemos añadir el que el estado impulse la recuperación del agro, de cara a la crisis global por el conflicto en el Cáucaso, garantizando así nuestra soberanía alimentaria, generando un superávit que comercializar, pero, sobre todo, procurando empleos en el interior, atajando de tal suerte la migración ilegal en su origen mientras se contribuye a que las familias se vuelvan sustentables.

Primero lo primero:

Al mercado no se lo puede seguir favoreciendo en detrimento de la población, imponiéndose el control de sus abusos y anulando sus excesos; por otro lado, llevar recursos al estado supone una profunda reforma estructural a nuestro sistema fiscal para transitar a un esquema progresivo, que tase las aportaciones de cada persona y entidad jurídica de acuerdo a sus haberes e ingresos comprobados, lo que por ahora se evade y elude.

Es decir; la carga fiscal es solo para los más desfavorecidos, mientras los sectores pudientes incluso gozan de excepciones y hasta “perdones fiscales”, lo que aumenta geométricamente sus haberes, mientras quienes pagan IVA y se les retiene de sus salarios, lidian con el día a día, apenas subsistiendo por el trabajo ejercido.

Lo peor sería que en el actual momento el GOES implementará un aumento del IVA, lo que generará un aumento desmesurado de los costes de alimentos, medicamentos, educación, etcétera.

Entonces, ¿a quién responderá el GOES?, al pueblo, conformado por los siempre relegados y expoliados, o a las élites, ¿a las que nunca les faltan los favores del estado?

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