Por Leonel Herrera*
Atilio Montalvo, luchador social y firmante de los Acuerdos de Paz, podría morir en las próximas horas o días, preso, en manos del Estado. Los responsables directos de esta barbarie será una jueza del Tribunal Primero contra el Crimen Organizado y los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, esbirros de la dictadura.
Por denuncia de su familia sabemos que Atilio se encuentra en grave estado de salud en una unidad del Seguro Social de Santa Ana, a donde ha sido llevado desde la prisión conocida como “La Occidental”, ubicada en esta misma ciudad.
Por decisión de una jueza “sin rostro”, Montalvo lleva un año en prisión. Esta malévola y sádica aplicadora de (in) justicia se ha negado sistemáticamente a otorgarle medidas sustitutivas a la detención, a pesar de su avanzada edad y del delicado cuadro de salud que incluye diabetes, insuficiencia renal y otras enfermedades terminales.
Desde hace meses la familia de Montalvo viene pidiendo que “por humanidad”, su padre sea liberado para -al menos- morir en casa con su familia, y no en prisión. Por eso también ha presentado recursos ante la Sala de lo (in) Constitucional.
Sin embargo, el angustioso llamado no ha sido acatado por los indolentes esbirros judiciales de la dictadura bukeliana. Con Montalvo también está detenido el ex diputado “Pepe” Melara, junto a otros nueve veteranos de la ex guerrilla y de la Fuerza Armada que integraban la dirigencia de la Alianza Nacional El Salvador en Paz.
Además, está detenido el líder comunitario y comunicador popular Luis Alberto Menjívar, colaborador de la Alianza y otras organizaciones sociales. Si la detención de los veteranos es injusta e injustificada, la de Luis lo es todavía más.
Montalvo, Melara, Menjívar y compañía fueron capturados el 30 y 31 de mayo del año pasado, en vísperas de la toma de posesión del segundo mandato inconstitucional de Nayib Bukele. Los detuvieron con engaños, con una acusación falsa y con pruebas fabricadas que fueron exhibidas en redes sociales antes que en los tribunales.
Fueron acusados de preparar “atentados terroristas” con el fin de empañar la fiesta autoritaria del dictador. Fuentes conocedoras del caso creen que la acusación fue un montaje de la cúpula policial que, pocos meses después, murió en un extraño accidente aéreo.
Además de los policías, fiscales, jueces y magistrados de la dictadura, también son responsables de manera indirecta otros actores que se muestran indiferentes e indolentes ante el trágico final de Montalvo, empezando por el acobardado sector de veteranos, veteranas y ex combatientes que -por temor a represalias- abandonaron a sus compañeros detenidos.
De la comunidad internacional, es patético y vergonzoso el silencio y omisión de las Naciones Unidas que brilla por su ausencia. En marzo de este año, el “Colectivo Libertad” pidió su intervención para frenar la persecución contra los veteranos y ex combatientes.
En la carta, dirigida a Raúl Salazar, coordinador residente del sistema de la ONU en el país, pidieron crear una comisión de verificación del cumplimiento de los Acuerdos de Paz y de la situación de quienes fueron protagonistas de los históricos acuerdos. El flamente funcionario onusiano ni siquiera respondió la desesperada petición del grupo de veteranos.
Es como “pedir peras al olmo”, pero quiero pedir a los esbirros judiciales del régimen, específicamente a la “jueza tres” del Tribunal Primero contra el Crimen Organizado y a los magistrados de la Sala Constitucional, que tengan compasión y liberen a Atilio Montalvo.
No se los pido por legalidad y justicia, ni siquiera por decencia, porque para ustedes esos principios son ajenos; sino que apelo a algún resquicio de sentido humanitario que tal vez todavía tengan. Permitan que este hombre, que debió ser tratado con un héroe nacional, pueda pasar sus últimos días con su apesarada familia. ¡Tengan compasión!
*Periodista y activista social.