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Poesía de Alfonso Hernández

La República del poder

Todos los años el dictador dirige la palabra a las multitudes

Desde su trono pragmático “Paz Amor Justicia”

(Como si la historia fuera un expediente de sus bajas pasiones).

El dictador dirige la palabra, prostate

La promesa de las nuevas escuelas; solución para exterminar

El hambre, cialis el analfabetismo y muchas cosas;

Y también una reforma agraria para aquellos que tienen

Rosaditos los sueños. Es decir, purchase quienes piensan

En una vida benigna.

Todos los años, he dicho.

Con altos honores levanta su mano funeral haciendo

La señal de la cruz

Sobre cientos de cadáveres nauseabundos…

 

Álbum

Esta es la ciudad a la que tanto ame como si reposara

interminablemente en el ombligo de tu cuerpo.

Detrás de su pasado la sensación de las paredes

Torturando la infancia.

Los anos cambiaron de lugar y con ellos iniciamos

un modo de vivir junto a los que nos rodeaban.

Después vino el invierno. La adoración sublime de tu sexo.

Tus prepucios ilustraron  los caserones piedra sobre piedra.

Ciudad que conoció tu orgasmo.

Tu pubis impecablemente rodeado por mi cuerpo.

Aquellos años esencialmente destinados para amarte

Subsisten todavía.

No obstante seas la prostituta del barrio

Pequeña Antígona

Ciertamente mi corazón late sobre tu piel abortada en la noche

Nunca habría bajado hasta tus pies, sino por estas manos

Estrujadas en tu sexo.

Mi último poema suspendido entre tus muslos

Descubiertos al deseo.

Prueba esa ternura, mientras mis ojos desparraman

El argumento donde culmina el poema.

 

DESPUÉS DE LA JORNADA

El día despuntaba con el trinar de los pájaros,

Atravesábamos quebradas y pastizales olorosos a ganado.

Íbamos en silencio con las mochilas al hombro y las botas embarradas;

Cada hombre era un pensamiento.

Una luz una estrella en el firmamento,

En silencio, sudorosos, atravesamos ríos, cercas y acantilados.

Bruno comandaba la tropa,

En un lugar de la patria  los guerrilleros realizaban maniobras.

Atardece, aceitamos las armas y cenamos

Por la noche cada uno soñaba,

Entre el follaje verde las ranas croaban

Y yo pensaba en el chiquitín reposando en el regazo de su madre…

 

A LA SOMBRA DE UNA MUCHACHA EN FLOR

Un poeta asegura que Lil abre las puertas del día

Para que entremos todos,

Su poesía es como la amplia masa del pueblo: creadora;

Cuando ella suena un ángel baja de sus ojos

Y cuando los niños lloran Lil reparte su sonrisa

La luz y el mundo entero.

Ella escribe libertad des la oscura cárcel

Todo lo ve y lo palpa en silencio como una niña

Los pobres bebemos sus arroyos su exilio de esta vida

Usurpada a sangre y fuego

Aprendimos a amarla guerreando

Y es el alba afincada en nuestros pechos.

 

MERCEDES CAE… EL PUEBLO ES INMORTAL 

Mercedes una mujer bellísima desde su infancia hasta la juventud,

Su tersa piel como los cerros florecidos

Su voz, como el coro unánime de las muchedumbres.

Una mujer que nos trazo el horizonte de la lucha

Y levanto sus manos para aprobar en las asambleas de los sindicatos

El combate de la clase.

Esa juventud que armo a mercedes de una plena convicción

Y que ha forjado una escuela para los obreros campesinos

Y ampara todos los oprimidos…

En esa escuela de la vida no existe la propiedad privada,

No hay pobres ni ricos. No hay prostitución,

No acecha el enemigo con sus rastrillajes y su sangre río

No hay estercoleros ni bombas que destruyan humildes hogares.

ORDEN está enterrada, no hay miseria

Los criminales del pueblo han sido ajusticiados!

En la escuela de Merche los niños siembran arroyos,

se visten de rocíos de arboles y de lunas

le ponen balcones a la tarde

y la alegría es baratísima como los arcoíris y los panes.

En la escuela de Merche las muchachas de las fábricas transitan

Con los lirios, con el viento,

Cuantos pensamientos van con ellas

Las fabricas en manos de los trabajadores,

sin patronos sin plusvalías

porque han destruido la explotación.

Las muchachas a la salida del trabajo paseando por las calles con su `futuro,

Haciendo de la vida un hermoso parque,

las muchachas algo así como las floristerías de los mercados…

Pero también en los ojos de Merche la patria esta desnuda:

Sin tecnicolor ni cinemascope

como la presentan los piratas del turismo y Cía.

Los niños lombricientos,

los campesinos con sus cebaderas

y sus chengas, heladísimas, sin céntimos,

pulmoneados de sol a sol con sus pequeñitos en el torbellino de la miseria.

Y los obreros con hambre a bajos salarios

Y las señoras de los mercados huyendo de los municipales,

Y los encarcelados, y los torturados, y los asesinados,

y las madres de los desaparecidos sobre el hombro de la tristeza…

Mercedes cae… El pueblo es inmortal.

28 de mayo de 1979.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.