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A la izquierda el conservador Mauricio Macri y a la derecha el oficialista Daniel Scioli.

Macri honra a la Pachamama y Scioli afila críticas en cierre de campaña en Argentina

Por Céleste Jones, Liliana Samuel/Humahuaca/ La Matanza/AFP

Nadie presagió una campaña presidencial tan larga, reñida y sorpresiva en Argentina. Pero los dos candidatos a suceder a Cristina Kirchner, el conservador Mauricio Macri y el oficialista Daniel Scioli se juegan en sus últimos actos públicos antes del balotaje del domingo.

Macri, defensor del libre mercado, lidera los sondeos después de la primera vuelta del 25 de octubre que ganó Scioli, peronista de centroizquierda, pero por apenas tres puntos (37% sobre 34,1%).

Desde Humahuaca, corazón de la Argentina pobre y mestiza en la provincia de Jujuy, Macri intenta claramente desprenderse de la imagen de empresario millonario y capitalino.

«Lo veo mal, muy mal (a Scioli), radicalizado en la mentira. Nos engañó a todos. Una verdadera decepción», dijo Macri tras realizar un rito a la Pachamama (Madre Tierra) junto a indígenas en el pueblo de Jujuy.

Su rival oficialista Daniel Scioli empezó a despedir esta etapa agridulce en Mar del Plata y concluirá en La Matanza, en la inmensa provincia de Buenos Aires, un lugar tan grande como Italia donde viven 16 millones de personas y que gobernó desde 2007.

«Hay dos caminos. El de la inclusión o el de la exclusión, yo los quiero poner a salvo de eso del capitalismo salvaje», lanzó Scioli al calificar a su rival, un empresario rico de cuna, como «un creído».

Macri, alcalde saliente de Buenos Aires, prepara un cierre de película en el Monumento a los Héroes de la Independencia del pueblo de Humahuaca, un territorio indígena y paraje turístico a 1.600 km al norte de Buenos Aires.

En cambio su rival buscó que su acto final fuera en un distrito superpoblado de clase trabajadora, fiel al movimiento peronista, y vecino de Buenos Aires.

En La Matanza, miles de partidarios del partido gobernante Frente para la Victoria (FpV) esperaban a Scioli con un festín de carteles e himnos políticos entonados con la emoción por la que hinchan a sus clubes en los estadios de fútbol.

«Patria o Macri» se leía en pancartas con la bandera estadounidense de fondo y fotomontajes de Cristina Kirchner con Juan Domingo Perón (1946-1955, 73-74), líder de un movimiento popular que marcó para siempre el país y en el que caben políticos que van desde la derecha a la izquierda.

No peronista ¿pecado en Argentina?

Si Macri gana la presidencia será la primera vez desde que se instituyó el voto (en 1916) que resulta electo alguien que no pertenece ni al partido peronista ni al radical socialdemócrata, las dos grandes fuerzas populares en 100 años de vida política en Argentina.

«Eso que a los argentinos sólo los puede gobernar un peronista, es parte de la misma leyenda; un poco de este discurso de este nuevo Scioli», dijo Macri.

En Argentina en los últimos 70 años ningún presidente no peronista ha terminado su mandato.

El radical Raúl Alfonsín, primer mandatario tras la dictadura militar (1976-83), tuvo que entregar el poder anticipadamente al peronista Carlos Menem en 1989 luego de trece paros generales y una crisis de hiperinflación histórica.

La ‘pesadilla’ más fresca de esta singularidad argentina fue el gobierno de Fernando de la Rúa.

Asumió en 1999 la presidencia como líder de una alianza radical demócrata-cristiana, y tras siete paros generales y hecatombe económica tuvo que abandonar el poder abruptamente dos años después.

Ahora Macri echa por tierra los malos presagios: «Espero que tengamos una transición ordenada presidenta, que demostremos que maduramos», dijo en un mensaje a Kirchner.

Uno de los elementos que ha marcado la diferencia del partido PRO que fundó en 2005 Macri con la vieja derecha argentina, es que «esa derecha siempre fue muy antiperonista en un sentido visceral», explicó a la AFP Sergio Morresi, politólogo e investigador del organismo estatal científico(CONICET).

«Si bien el PRO atrae más a los sectores no peronistas que a los peronistas, es obvio, no es un antiperonismo virulento. Incluso hay peronistas dentro del PRO», apuntó.

Pero hay un voto peronista y no kirchenerista que «simplemente no quiere que gane Macri» y que puede beneficiar a Scioli, dijo la analista política Analía Franco.

Sin embargo, la cuesta a remontar el domingo se ubica entre seis y siete puntos a su rival, según sondeos que aseguran que hay más de 10% de indecisos entre 32 millones de electores.

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