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Los Telegrafistas en Santa Tecla

 

Marlon Chicas

El Tecleño Memorioso

Una de las principales funciones de este profesional en la materia, fue el de operar equipos telegráficos, con lo que se mantuvo la comunicación a través de ondas aéreas. Como muchas otras labores, hoy es una profesión obsoleta, reemplazada por otros métodos más efectivos de comunicación. A inicios del siglo XIX, cuando el telégrafo fue inventado hasta principios del siglo XX, antes del auge de otras tecnologías, el telegrafista transmitió señales desde barcos, entre ubicaciones en tierra y conflictos militares.

El operar un telégrafo requería una serie de habilidades, poder escuchar e interpretar mensajes entrantes, convertirlos en códigos de textos significativos para transmitir al destinatario. Codificando y enviando mensajes, o en algunos casos retransmitir mensajes a lo largo de la línea telegráfica. Desempolvando mis viejos cuadernos de sexto grado de mi inolvidable Escuela Centroamérica en 1979 bajo los saberes de doña Alicia de Quiteño, encontré un dato sobre el origen del Día del Telegrafista, el cual coincidió con la inauguración del telégrafo en El Salvador, un 27 de abril de 1870 durante la administración del presidente Ricardo Rivas Vides (+), dicho sistema de comunicación fue construido por el ingeniero estadounidense Charles H. Billins, quien logró con éxito la conexión entre San Salvador y el Puerto de La Libertad.

Por los dedos de estos diestros profesionales se transmitieron saludos, felicitaciones, pésames, buenas y malas noticias. Aún está presente en la remembranza del tecleño el uso de este importante medio de comunicación, ante la falta de una línea telefónica, la cual era un privilegio de pocos, por su alto costo, muchos acudíamos a las extintas oficinas de la Administración Nacional de Telecomunicaciones ANTEL, ubicada en la intersección de la primera avenida sur y cuarta calle oriente de esta localidad,

Quién no recuerda con nostalgia el viejo mostrador de atención al usuario en la que un empleado de la extinta institución, recibía al necesitado del servicio con una amplia sonrisa o con cara de pocos amigos, entregando una papeleta en la que de forma sintética se escribía el mensaje a enviar, entregando posteriormente dicha boleta al encargado, quien contaba las palabras escritas en ella, a fin de cancelar el estipendio correspondiente, dependiendo si el cablegrama era urgente o no, el cual equivalía a cinco centavos de colon por letra.

El sonido metálico y entrecortado, del telégrafo atrapó la atención de muchos jóvenes y niños de la época que, en un descuido de sus progenitores espiaban el trabajo de estos hombres y mujeres, con una habilidad increíble en sus manos, así como el extenso conocimiento de claves creadas por el estadounidense Samuel Morse. A través de este servicio proporcionado por los telegrafistas salvadoreños, muchos recibimos noticias tristes o alegres. Los mensajes telegrafiados llenaron la vida de muchos tecleños durante años, hasta 1965, cuando el telégrafo comienza a ser desplazado poco a poco por los teletipos.

La palabra “telégrafo” es hoy un concepto desconocido por las nuevas generaciones, ignorando por completo lo que conllevaba emitir y recibir un mensaje de esa forma, sin embargo, para nuestra generación se convierte en un inolvidable recuerdo que aún vive en nuestros corazones, el telégrafo ha sido desplazado por nuevas tecnologías en todo el mundo, imponiendo aparatos más sofisticados a la fecha. Nuestro respeto y admiración para estos hombres y mujeres que dignificaron esta noble profesión. ¡Felicidades, Telegrafistas Salvadoreños de ayer y siempre!

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«Esperanza». Fotografía: Rob Escobar. Portada Suplemento TresMil