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Las enseñanzas del maestro

Álvaro Darío Lara

Escritor y poeta

Las enseñanzas del maestro zen, clinic Thich Nhat Hanh (Vietnam Central, buy viagra 1926), click han recorrido el mundo entero mediante libros, conferencias y vídeos. Por supuesto,  ahora, con la modernidad tecnológica, información sobre su vida y obra, al igual que la de otros muchos otros autores, se encuentra ampliamente disponible.

Sin embargo, si el camino de la espiritualidad al que nos invita el mensaje del monje budista, se descubriera por la vía de la intelección, pues sería muy fácil acceder a él. Pero, como sucede frecuentemente, con la gran mayoría de las enseñanzas espirituales, cuyo destino es el corazón, esto no ocurre así. Son otros, los oídos y los ojos, con los que se perciben e interiorizan estos virtuosos y sobrenaturales perfumes místicos.

Muy populares se han vuelto los catorce preceptos sugeridos por el Maestro. Los dos iniciales nos parecen importantísimos. Veamos: “Primero: No seas idólatra ni te ates a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluso las budistas.  Todos los sistemas de pensamiento son guías, no son la verdad absoluta. Segundo: No creas que el conocimiento que tienes ahora es absoluto, inmutable. Evita ser de mentalidad estrecha y atarte a los puntos de vista presentes. Aprende y practica el desapego de tus puntos de vista para estar abierto a recibir los puntos de vista de los demás. Prepárate para aprender a través de todo, a observar en ti mismo y en  el mundo en todo momento”.

Asistimos a una época que ha sacudido el mundo de las doctrinas, de las teorías, de las ideologías – consideradas estas últimas, como producto de las subjetividades e intereses parciales de sujetos y grupos sociales- de forma total. Incluso, la misma ciencia, ha sido forzada por la dinámica implacable de la realidad, a abrirse – tal y como su naturaleza lo dicta- a aspectos tradicionalmente negados en el pasado lejano o cercano.

Lo mismo acontece con los individuos concretos, donde la reformulación constante, los cambios, los criterios y juicios ganados -gracias a la confrontación cotidiana entre el discurso y la realidad-  son faros indiscutibles que asisten en el camino vital.

La religión, la política, la ideología, la misma cultura, vista desde el fanatismo, el dogma y la corrupción, se convierten en terribles armas que han de cobrárselas caro con aquellos que ciegamente las empuñan.

Vanos son los falsos conocimientos exteriores, que niegan el supremo y verdadero conocimiento que importa al ser humano; aquél que proviene de su fuero interno. Ya lo decía la máxima griega inscrita en el Templo de Delfos: “Hombre conócete a ti mismo”; y en una dirección semejante, el portentoso Borges, nos afirmaba: “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”.

En la búsqueda de nuestra verdad profunda, la práctica auténticamente espiritual – no aquella que dicen ofrecer los mercaderes del Templo-  manifiesta en el recogimiento interior, en la meditación, en el ejercicio del bien, ha de llevarnos indefectiblemente a más iluminados horizontes, anunciados ya, por las sabias palabras, de los Grandes Maestros de la Humanidad.

Ver también

«Orquídea». Fotografía de Gabriel Quintanilla. Suplemento Cultural TresMil, 20 abril 2024.