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La solidaridad centroamericana sí, pero…

Tras el anuncio de la llegada del huracán Eta a Centroamérica, en cadena de radio y televisión, el presidente Nayib Bukele anunció no solo el plan para enfrentar el fenómeno climático, sino también que podría ayudar a los países centroamericanos que lo requieran. Hasta ese momento no se tenían los efectos de Eta, pues solo se anunciaba su ingreso al istmo centroamericano, por la costa atlántica de Nicaragua.

Como ya se ha escrito antes, Eta ha dejado inmensos daños, tanto materiales como humanos, en casi todos los países centroamericanos, sobre todo en Nicaragua, Honduras y Guatemala. En estos dos últimos países con más de un centenar de muertos cada uno, en su mayoría por deslaves como el ocurrido en Guatemala.

Sin lugar a duda, los tres países necesitan de la ayuda solidaria de todos, de ahí que no se puede criticar que el Gobierno del presidente Bukele haya enviado ayuda humanitaria, tanto alimentaria como elemento humano para ayudar a los hermanos centroamericanos hondureños y guatemaltecos.

Un día antes de que el Gobierno enviara su ayuda, un equipo de la Cruz Verde Salvadoreño había llegado a la frontera hondureña para contribuir a las operaciones de rescate en colaboración de su homólogo hondureña, pero, en principio, tuvieron problemas de ingreso, pero que fue superado y los socorristas lograron ingresar a territorio catracho, donde fueron recibidos con mucho agradecimiento por los hondureños. Que bien que El Salvador no necesite de todo ese contingente humano que ya se encuentra en Honduras y Guatemala para ayudar en las operaciones de rescate. Hasta aquí todo bien.

Pero, siempre hay peros. El primero es el uso propagandístico que está haciendo el gobierno a favor de un personaje, en este caso el presidente, y no la nación. Tanto los mensajes del Ejecutivo como los medios afines al gobierno están hablando de la “ayuda del presidente Bukele…”. Esto no es correcto, pues en todo caso es la ayuda del pueblo salvadoreño a los hermanos centroamericanos o, en última instancia, la ayuda del Gobierno de El Salvador. Y porqué debe ser así, porque esa ayuda no sale de la bolsa del presidente Bukele.

Las miles de toneladas de alimentos que se van a entregar en Honduras y Guatemala no han sido compradas con dinero del presidente Bukele, sino con fondos del erario, la mayoría producto de préstamos, o han sido donados por otros países para el pueblo salvadoreño y no para el presidente Bukele.

Un segundo pero tiene que ver con la queja permanente del presidente Bukele, y ahora también del ministro de Hacienda, Alejandro Zelaya, que no tienen fondos para pagar salarios a los empleados de los otros órganos por falta de fondos. Pero, sí se tiene para ayudar a otros necesitados fuera de nuestras fronteras, significa que el país tiene fondos y, por lo tanto, no se justifica que el país no tenga recursos para cubrir las necesidades internas.

Y un tercer pero tiene que ver con la reserva estratégica por los efectos colaterales de Eta y otras depresiones tropicales en el mes de noviembre.

Y es que justamente en el mes de noviembre los agricultores comienzan a recolectar la cosecha de frijol, y en los lugares bajos también el café, pero resulta que con estas dos semanas de abundante lluvia en noviembre, la cosecha de frijol está en peligro, por lo que millares de campesinos, aglutinados en lo que se conoce como la economía de subsistencia tendrán problemas serios alimenticios y el Gobierno tiene que responder. Entonces, nos preguntamos, ¿está preparado el gobierno para afrontar este inminente problema?

Por eso, debe tenerse claro que la solidaridad es importante y necesaria, pero, antes, hay que ser solidarios con los connacionales, o tener previsto siempre una reserva estratégica.

Recordemos que casi el 40 % de importaciones para la alimentación viene de Guatemala, Honduras y Nicaragua, países afectados por Eta, lo que significa que los cerca de 30 a 40 camionadas diarias de hortalizas que ingresan al país podrían dejar de hacerlo, esto agravaría la situación en El Salvador.

Por eso decimos que está bien la solidaridad, pero antes hay que garantizar el alimento internamente y, sobre todo, que esa ayuda no se personalice, ni mucho menos sirva para la propaganda.

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