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Los jóvenes que el 26 de julio de 1953 protagonizaron los asaltos a los cuarteles Moncada y de Bayamo los caracterizó el patriotismo y la decisión de librar al país de la sanguinaria dictadura de Fulgencio Batista.

La generación del Moncada lo entregó todo

Radio Rebelde

Tal determinación hizo que renunciaran a aquellos goces propios de la vida y de forma especial de la juventud para consagrarse a la causa libertaria con el mayor desinterés y desarraigo por las cuestiones materiales.

En su libro Perfiles, ampoule cialis el Doctor Armando Hart Dávalos presenta el discurso que pronunciara en el develamiento del retrato de Abel Santamaría, en el Instituto de Segunda Enseñanza de Camagüey el 27 de noviembre de 1955 donde se pregunta en una de sus partes: ¿es que acaso lo único digno de tenerse en cuenta del 26 de julio fue la inmolación de 80 cubanos?

Los observadores superficiales o la gente interesada así quieren verlo-dice-. Sin embargo, en el ejemplo de Abel Santamaría encontramos más que un mártir. El no entregó su vida un día, el fue entregándola todos los días.

Jesús Montané y su huella en el Moncada
Jesús Montané y su huella en el Moncada

“Él era un joven que disfrutaba de un sueldo de cuatrocientos pesos mensuales y lo había venido dando a la causa meses y meses hasta que tuvo que abandonar el trabajo porque las actividades revolucionarias le exigía todo el tiempo. Entonces aquel joven acostumbrado a tener máquina, a vivir holgadamente, llegó el momento que no tenía qué comer”.

“Abel dirigió la ocupación del hospital civil de Santiago de Cuba. Cuando el resto de la fuerza revolucionaria tuvo fatalmente que replegarse al monte, el ejército rodeó completamente el hospital y comenzó a disparar. El dio la orden de defender la posición hasta que se agotara el último pertrecho”.

Abel reunió a los 21 hombres y las dos mujeres que habían ocupado el hospital y les dijo: “salvo las dos mujeres, todos nosotros hemos de ser asesinados.

Comprendamos que cada gesto, que cada acto de nosotros será un gesto y un acto de carácter histórico, que habrán de encargarse de transmitir nuestros propios asesinos. A las dos mujeres, una de las cuales era su propia hermana les comentó: ustedes tendrán que vivir por Cuba, nosotros hemos de morir por ella”. Abel se llegó a convertir en el segundo jefe del Movimiento 26 de julio-afirma Hart en el texto.

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