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Investigan calvario de niños británicos vulnerables enviados a Australia

Por Alfons Luna

Londres/AFP

Los abusos sexuales a muchos niños de orfanatos británicos enviados forzosamente a Australia, Sudáfrica y otros países de la Commonwealth en el siglo XX, son objeto de una investigación pública que se abrió el lunes en Londres.

En el marco de un programa que se extendió entre los años 1920 y 1970, unos 150.000 niños de 3 a 14 años, huérfanos, de madre soltera o de hogares que no podían sostenerlos, fueron enviados a Australia, Canadá, Sudáfrica, Zimbabue (entonces Rodhesia) con la promesa de «una vida mejor». En muchos casos, sin el consentimiento de sus padres.

«Torturas, violaciones, esclavitud»

La idea era aliviar los orfanatos del Reino Unido, solventar la crisis de mano de obra en aquellos países y poblarlos de blancos, pero para los niños fue un infierno causado por trabajos rayanos en la esclavitud, los golpes, las palizas y los abusos sexuales constantes.

La recién inaugurada Comisión independiente de investigación sobre abusos sexuales abrió este lunes las audiencias para investigar los abusos que sufrieron en particular aquellos muchachos, concentrándose en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial y en el papel que jugaron en su calvario 13 instituciones.

Aswini Weereratne, de la Fundación de Niños Emigrantes, como se conoce a aquellos muchachos, dijo que «es imposible resistir a la conclusión de que algunas de las cosas que se hicieron eran de una depravación inaceptable. Términos como ‘abusos sexuales’ son demasiado suaves para describirlo».

«No fue una emigración voluntaria, fue una deportación forzosa», añadió la abogada, hablando de «torturas, violaciones y esclavitud», en muchos casos.

Abusos sexuales «endémicos»

Uno de aquellos niños, David Hill, recordó el problema «endémico» de los abusos sexuales en una institución australiana, la Granja Escuela Fairbridge, en Molong, un pueblo a 300 km de Sídney, adonde llegó en 1959. Su madre pudo reunirse más tarde con él y sus hermanos, y Hill prosperó en Australia, llegando a presidir la corporación de medios públicos australianos.

«Nunca lograremos deshacer el gran daño inflingido a aquellos niños, pero lo que es importante para los supervivientes de abusos sexuales es (…) identificar a los villanos», dijo Hill.

La responsable legal de la investigación, Henrietta Hill, recordó que el «gobierno británico financió parcialmente el programa, aprobó las instituciones residenciales y fue responsable de autorizar la emigración de niños enviados por autoridades locales».

Según esta abogada, a algunos de esos niños «les dijeron erróneamente que eran huérfanos, separándolos y privándole de detalles básicos sobre sus identidades, haciendo mucho más difícil, si no imposible, reunirse con sus familias en el futuro».

El via crucis empezó pronto para algunos, porque hay indicios «de abusos sexuales ya durante el viaje», añadió Henrietta Hill.

Aunque el primer ministro laborista Gordon Brown pidió perdón a los niños del programa en 2010, esta es la primera gran investigación británica sobre los abusos que sufrieron.

«La emigración infantil fue un error. No debió ser aprobada ni facilitada por el gobierno», dijo la representante del gobierno en la investigación, la abogada Samantha Leek.

«Las consecuencias de por vida» para las víctimas «son motivo de sincero y profundo arrepentimiento», añadió Leek.

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