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Dizque vinieron del Olimpo a revivir en El Salvador

Carlos Girón S.

¡Aguantan que andan diciendo las malas lenguas que a los funestos cuatro magistrados de la fatídica Sala los andan comparando con dioses del Olimpo! –amaneció refunfuñando una vendedora de quesadillas con café en la Plaza Libertad, unhealthy sale conocida últimamente como Ágora Cuscatleca.

— Remigio, lustrador de zapatos, que también había mañaneado al lugar, le preguntó qué quería decir con eso.

Lucía, que así se llamaba la quesadillera, le respondió que ella tampoco entendía nada de eso, pero que son algunos de los chismes callejeros que se oyen en relación a que los susodichos inquilinos de la fatídica están haciendo un deschongue con nuestro país, queriendo ponerlo patas para arriba, con un manejo caprichoso de las leyes de la República, metiéndose aquí y allá, donde no caben.

“¡Ah, pero esperen un momento! No se crean que lo que hacen son locuras”, se adelantó a decir Tomás, el carpintero. Quizá no vieron los grandes desplegados en los ídem medios impresos sobre el tremendo espaldarazo que le han dado a la fatídica salvadoreña sus homólogas de toda Latinoamérica, avalando sus actuaciones, resoluciones, decretos, edictos, sentencias, amenazas y más.

— “Como quien dice, sus compinches, perdón, sus colegas le extienden a la fatídica y sus cuatro infalibles un cheque en blanco para que continúen haciendo añicos el orden institucional de nuestro país en nombre de la ley y la justicia, las mismas que están supuestos a manejar y administrar para el bien de todos nosotros los ciudadanos”  –se oyó resonar una voz entre el fuerte núcleo que se iba formando a medida que avanzaban las horas, voz que era de un señor entrado en años de aspecto respetable.    

Tomás replicó que “no era de extrañar que juristas de otras latitudes acudieran en auxilio de quienes aquí eran objeto de repudio de muchos sectores, por las tantas de sus actuaciones claramente tendenciosas y con dedicatoria, muy similares a las del fiscal general.

— “Cierto lo del fiscal, miren si quiso admitir el delito de lavado en el caso del corrupto Francisco Flores”, apareció diciendo el universitario que antes ya había opinado en otros de los peliagudos temas abordados en el Ágora Cuscatleca. Enseguida agregó: “Lo que me extraña es que también la UCA aparezca volviendo por los cuatro apocalípticos, pareciendo que no se han dado cuenta de que la FESPAD también les ha echado leña junto a los otros sectores. Y allí hay togados buenos y decentes”.

–“Sí, sin duda, dijo Francisco el carpintero, señalando que esa entidad había criticado el bonche que se armó en las pasadas elecciones de marzo con el famoso voto cruzado que metieron a último minuto los apocalípticos”.

“Ya no sigan denigrándolos injustamente, no miran que algunos los han comparado con dioses del Olimpo, porque emiten o dictan desde sus encumbradas posiciones órdenes inapelables que deben cumplirse sin rechistar, les guste o no les guste, como decía con su estilacho el ex presidente Funes”, apareció diciendo el vendedor de hot dogs, Julián.

“Y a mi me dio tanta risa, como si me hicieran cosquillas, el chambre de que esos señores apocalípticos –como ustedes les dicen—quieren reengancharse. ¡Dios nos libre de semejante castigo!”, dijo Juana, una vendedora de pupusas revueltas, con loroco.

El universitario agregó que “están locos, igual que aquellos otros que se han vuelto a proponer sacar de la fosa los esqueletos de partidos de la era jurásica, que el pueblo ha enterrado varias veces”.     

Los parroquianos del Ágora dijeron en consenso que todo lo que se había dicho estaba bien, pero que, “con todos los espaldarazos de adentro y de afuera que puedan recibir los apocalípticos, la verdad que resplandece es que el puro pueblo los repudia y condena por sus muchas turbias y sinuosas actuaciones y resoluciones claramente tendenciosas”.

Y por último recordaron que la intuición del soberano nunca se equivoca, luego de lo cual dijeron que se levantaba la sesión y se posponía para la siguiente “plenaria”.   

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