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DEFENDER EL DERECHO A QUE OTRAS PERSONAS PIENSEN DIFERENTE

Alberto Romero de Urbiztondo
Twitter: @aromero0568

En julio compartimos, un Decálogo por la laicidad del Estado https://www.diariocolatino.com/decalogo-por-la-laicidad-del-estado-en-el-salvador/ elaborado por participantes en el V Diplomado Laicidad del Estado, Género y Democracia. A partir de hoy, iremos profundizando cada uno de los principios de este Decálogo. Iniciamos con el primero de estos principios: “Defenderás la libertad de tu prójimo y su derecho a pensar diferente. Respetarás a la opinión del otro con más fuerza si son diferentes a las tuyas”

La lucha por el reconocimiento a la libertad de creencias y pensamientos, ha sido larga en la historia de la humanidad, originando trágicas persecuciones y guerras. Se garantizó en  la Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789 en Francia, al abolirse la monarquía, reconocerse la separación de iglesia y estadio y a todas las personas como ciudadanos y ya no como súbditos. Posteriormente,  después de las dos Guerras Mundiales, que supusieron millones de muertos, se aprobó en 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humano, con 48 votos, entre ellos el de El Salvador. En su Artículo 18 establece “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”.  Entendiéndose por religión o pensamiento “creencias teístas, no teístas y ateas, así como el derecho a no profesar ninguna religión o creencia”.

Nuestra Constitución contempla este derecho en su Articulo  25: “Se garantiza el libre ejercicio de todas las religiones, sin más límite que el trazado por la moral y el orden público”. Esto supone obligaciones para el Estado que “no pueden imponer ninguna visión particular del bien, de la espiritualidad o de la moral religiosa, cuya influencia depende solo de la persuasión”, tal como afirma la Sala de lo Constitucional en su  Resolución 22 2011, pero también para toda la sociedad, pues “si nadie puede pretender poseer la verdad en grado mayor que cualquier otro, el derrumbamiento de las certezas indiscutibles, absolutas o definitivas da paso a la libertad de crítica y a la revisión permanente de las verdades aceptadas desde la razón, el diálogo, la libre discusión y el consenso entre iguales. Solo la intolerancia no debe ser tolerada”

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