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«Casta Diva Blanca». Por Tania Primavera

Tania Primavera

 

Desde el lecho del silencio

viene a mí la dama sabia

la hacedora de pomadas y jarabes

se sienta cerca, ya atravesó el Universo

me observa la casta diva Blanca

 

Va solitaria, me trae la luna

no quiere dejarme

desde su lecho luminoso me invoca

no quiere dejarme

sola

 

Le peiné sus cabellos dorados

con una trenza, me da unas estrellas

la perfumé a diario con lavanda su piel

aquellas veces en el hospital Divina Providencia

logramos pasear un domingo por el jardín

 

Desde lo alto, va separándose de su cuerpo

Oh casta diva Alice ¡regresa!

¡Blanca! que aún nos faltaba caminar

con nuestros cabellos blancos

y sonreír más

 

Dime que todo va a salir bien

que estas tormentas presentes

terminarán.

Ahora, las angustias invaden mi pensamiento

tengo que empacar

sin saber a dónde ir

sin techo

sin saber a dónde ir

ni cuándo ni cómo ni porqué

a dónde iré

 

desde el lecho del silencio

no te olvido

 

Hoy, preparé los botecitos de tu jarabe

agité el recipiente de su brebaje

vi el color café dorado de sus ingredientes

a base de plantas y bálsamo

medicina y néctar

 

Ya no habrá

es la última porción de tu trabajo

¡Oh casta diva!, como aquella ópera

de Bellini y la tarde que pasamos

escuchando por horas,

suena dulce, suena triste ¿o no? Blanca Alicia

 

Todos los destellos se asoman

solitaria, en la oscura noche

me dejas y vuelas desde aquella mañana de julio

 

¿Qué es la muerte?

si seguís aquí mujer hacedora

madre mía

¿qué es la muerte? que no la acepto

 

Los recuerdos pasan frente a mi

durmiendo en tu habitación con Lira

vas con tu vara caminando

en un camino en el aire

 

Casta Diva, che inargenti

queste sacre antiche piante,

a noi volgi il bel sembiante

senza nube e senza vel…

Tempra, o Diva,

tempra tu de cori ardenti

tempra ancora lo zelo audace,

spargi in terra quella pace

che regnar tu fai nel ciel…

 

Casta Diva, que plata

estas antiguas plantas sagradas,

nos regalas tu hermoso rostro

sin nube y sin velocidad…

Temperamento, oh diva,

templarte con coros ardientes

todavía atempera el celo audaz,

difundir esa paz en la tierra

¿Qué reino haces en el cielo…?

.

.

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