cae la tarde

Marlon Chicas,

El tecleño memorioso

La penumbra anuncia el crepúsculo del día en el histórico Parque Daniel Hernández de Santa Tecla, ahogado en el bullicio de ventas ambulantes, autobuses y microbuses que circulan hacía el occidente. Hombres y mujeres corren presurosos al abordaje llevando entre pecho y espalda el cansancio de la jornada laboral.

Un amigo del dios Baco yace en la cuneta conversando con su amigo imaginario, recordando viejas anécdotas producto del alcohol, otra llora un amor no correspondido, a su lado otro enfrenta sus temores con gestos imponiendo respeto a sus miedos. En tanto uno sueña plácidamente sin que haya nada en este mundo que pueda despertarlo.

En la esquina del pecado, bellas damiselas con cortos ropajes, zapatos de tacón y abundante maquillaje, esperan ansiosas a bondadosos caballeros ávidos de lujuria. En tanto expelen humo de un cigarrillo, mientras las más novatas aprenden las artimañas del oficio más antiguo del mundo.

Un grupo de chiquillos retozan alegremente en el frio piso del parque, el cual silencioso contempla el juego de pelota del cual un futuro Messi o Ronaldo emergerá; un grupo de niñas se divierten jugando a la rayuela, abriendo los brazos a un mundo de sueños e ilusiones, un pedazo de tiesto indica el camino a seguir. En tanto otras peinan a su muñeca cual alborotado pelo parece reflejar su triste realidad.

De aquí para allá los amigos de la luna, deambulan en el viejo quiosco con su mirada perdida o una sonrisa en sus labios, pensando quizás que los locos son otros. Nunca faltan en nuestro amado parque su grata presencia, que con sus geniales ocurrencias nos invitan de vez en cuando a vivir la locura de la vida sin prejuicios.

El Club de los Banqueros, un grupo de adultos mayores que conversa una y otra vez la misma historia, logrando la atención de los oyentes, quienes escuchan con atención historias, cargadas de emoción y romanticismo de una época que poco a poca se apaga, así como sus vidas.

El viejo quiosco observa a un grupo de parejas que entre sus pilares ofrecen el sol, la luna y las estrellas a su bella amada. La cual, con una sonrisa agradece tales halagos, soñando con una vida llena de ilusión, que más temprano que tarde, se hará palpable ante la llegada de un nuevo ser producto de la pasión de los amantes furtivos

Parque Daniel Hernández cuanta historia registras en tus entrañas, tardes gloriosas de conciertos, desfiles escolares, fiestas patronales, mítines de colores diversos, el bullicio de las ruedas decembrinas entre otras que guardas celosamente en tu regazo.

Llega la noche y el silencio se apodera de nuestro viejo parque, dando paso a las luces de neón iluminando sus sendas y pasillos. Una sábana negra iluminada por una constelación de estrellas sirve de marco a nuestra plaza, a espera que el astro rey vuelva a iluminar con fuerza sus jardines, dando paso a nuevas historias sin fin.

¡Cuánto te quiero mi querido parque!

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