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Bukele militarizará el país como en tiempos de la dictadura

Hay varios estudiosos como P Sorokin y Toynbee, que defienden la Teoría del retorno cíclico de la historia, es decir, que la sociedad o los pueblos vuelven a experimentar episodios del pasado. Claro, ésta es una teoría que choca con el materialismo histórico, pero es bueno traerla a cuenta, a la luz de lo que está ocurriendo en El Salvador en estos momentos. Sobre todo, porque no es producto de la improvisación.

Por cierto, el estilo de gobierno del presidente Nayib Bukele sí es la improvisación, es decir, que va resolviendo en el camino, pero hay aspectos que parecen improvisados, pero, no, son los más pensados. Por ejemplo, el anuncio que hizo el presidente Bukele del inicio del cuarte fase del Plan Control Territorial, plan del que nadie tiene una tan sola página, salvo que en cada una de ellas se pedirán millones de dólares, fue aprovechado para anunciar algo que si no fue improvisado, el incremento de los miembros de la Fuerza Armada en 20 mil hombres armas.

Tener un gran ejército a su servicio ha sido una aspiración del presidente Bukele, sobre todo, por la obediencia que los nuevos mandos de la Fuerza Armada le han jurado, y con ello no solo garantizar instaurar “un nuevo sistema de gobierno”, sino, garantizarlo en el tiempo.

Claro, el presidente Bukele tuvo primero que desprestigiar el Acuerdo de Paz, pero, además, a quienes lucharon porque eso se diera y a las transformaciones que esto supuso.

Hoy, hasta quienes anduvieron combatiendo en los diferentes partidos del guerrillero Frente Farabundo Martí (FMLN) repiten el mismo slogan del presidente Bukele: “los Acuerdos de paz son una farsa”, “la guerra civil fue una farsa”. ¿Por qué el presidente Bukele se esforzó por desacreditar el Acuerdo de Paz? Para que la ciudadanía, sobre todo las generaciones anteriores, no tengan que echarle en cara al Bukele una violación abierta del Acuerdo de Paz en lo relativo a la Fuerza Armada.

Por cierto, entre los principales logros del Acuerdo de Paz fue, precisamente, el tema de la Fuerza Armada, no solo en su depuración sino en la reducción en tiempo de paz.

 

El numeral III del Acuerdo de Nueva York, que se refiere a la Reducción de la Fuerza Armada plantea lo siguiente:

1. Los criterios para la reducción de la Fuerza Armada serán acordados entre las partes.

2. Los criterios, entre otros, deberán determinar las pautas en base a las cuales:

a. Se determinará el tamaño a que quedará reducida la Fuerza Armada en tiempos de paz.

b. Se elaborará el plan de reducción (forma, calendario, presupuesto, etc.

 

Es decir, la reducción del ejército a no más de 20 mil miembros, en un principio se creía que deberían ser 15 mil, fue producto del Acuerdo que puso fin a la guerra civil, en la lógica que si no hay guerra declarada no necesita de un gran ejército.

Además, la sociedad civil de aquella época ha sido de la opinión de que los pueblos para crecer, para desarrollarse, no necesitan cuarteles, sino escuelas, universidades.

Pero, dado que el presidente se ha encargado de borrar de la historia contemporánea de la guerra civil y del acuerdo que le puso fin a la misma, nadie puede esgrimir una violación del Acuerdo de Paz al doblar el número de hombres armados en la Fuerza Armada.

También ha aprovechado los últimos lamentables hechos criminales de las pandillas, al asesinar al menos seis menores de edad, en menos de una semana, para justificar incrementar al ejército y mandarlo a la calle en labores propias de seguridad pública.

El Acuerdo de Paz permitió modificar la Constitución para quitarle el rol de seguridad pública a la Fuerza Armada, y darle la función exclusiva de defender la soberanía nacional.

El presidente Bukele, inmediatamente, ha dicho que teniendo 40 mil soldados y 20 mil policías, tendrá un elemento de seguridad por cada pandillero. De acuerdo con algunos estudios de criminalistas, en El Salvador hay al menos 60 mil miembros de pandillas.

Pues bien, si se tienen 60 mil elementos de seguridad, mayoritariamente de la Fuerza Armada con sus 40 mil miembros en el futuro, se tendrá la paridad de uno a uno. Es decir, un elemento de seguridad contra un elemento de las pandillas.

Aunque no se diga, el Plan Control Territorial no controla ningún territorio, y eso ha quedado claro tras el anuncio de la cuarta fase, pero también ha quedado claro que ha servido para justificar una aspiración bien pensada por el presidente, tener bajo sus órdenes un gran ejército, que no dudemos, sobrepasará los 40 mil miembros aludidos por el mandatario.

 

Y dado que su rol será en un cien por cien en temas de seguridad, no dudemos de que servirá para militarizar la sociedad salvadoreña, y como quienes defienden la Teoría del retorno cíclico de la historia, volveremos a los tiempos de la represión como los 50 años de la dictadura militar.

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