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Walter Benjamin

Walter Benjamin y su inescrutable herencia filosófica

Óscar Sánchez
Investigador académico/ [email protected]

No dejó de romper mi capacidad de asombro el leer en el texto del eslovaco Slavoj Zizek: «Visión de paralaje» el escenario que conllevó a la presunta muerte del filósofo alemán Walter Benjamin. Zizek en la parte introductoria de citado libro, doctor la cual bautizó con el nombre de El materialismo dialéctico llama a la puerta, viagra revela su intrépida capacidad literaria y sinóptica exponiendo: «Walter Benjamin no se suicidó en una aldea de la frontera española en 1940 a causa del miedo de que se lo regresara a Francia y se lo entregara a los agentes nazis, sino que fue asesinado allí por agentes stalinistas… Prosigue Zizek: Unos meses antes de su muerte Benjamin escribió las “Tesis de filosofía de la historia”, su breve pero irrefutable análisis del fracaso del marxismo; murió en una época en que muchos que habían sido leales a la Unión Soviética empezaban a desilusionarse con Moscú a causa del pacto Hitler-Stalin. En respuesta uno de los killerati (agentes stalinistas reclutados entre los intelectuales socialistas y que se ocupaban de asesinatos) lo mató». Sobre esto último el oficialismo de la historia (y no la historia del oficialismo) ha sustentado o hecho creer que tras la invasión nazi a Francia, ésta sorprendió a Benjamin en París, donde trabajaba desde hacía mucho tiempo en el texto que juzgaba el resultado de toda su labor: Paris, die Hauptstadt des XIX Jahrhunderts (París, capital del siglo XIX). Benjamin, que nunca hiciera caso de los amigos que le exhortaban a dejar Europa, intentó esta vez, con un grupo de antifascistas, llegar a España para embarcarse hacia los Estados Unidos. Apenas atravesada la frontera, un funcionario español amenazó a los fugitivos con entregarles a los nazis; Benjamin le creyó y se envenenó. Con estas dos versiones contrapuestas sobre su muerte pareciera que Benjamin en su “Tesis de filosofía de la historia” hace un replanteamiento como si de él se tratase, es decir, como aplicándolo para sí, con una proyección de futuro sustentada en el análisis histórico (filosofía de la historia). Hay cosas de fondo cuestionables en la historia que son dignas de sospecha ideal. Si la historia la consideramos como un recuento de hechos tal como sucedieron, esta proposición es falsa. La historia sucede conforme a diferentes intereses. ¿Quién construye la historia? Los vencedores, son los vencedores de la historia. Por lo tanto hablar de historia es hablar de invención histórica, de los descréditos que ésta tiene por quienes la han escrito. La historia no es disciplina neutra. Para Michael Lowy, quien hizo una lectura e interpretación de las tesis benjaminianas sobre el concepto de historia, a partir de su libro: “Walter Benjamin: Aviso de incendio”, la historia se narra de diferentes perspectivas. Marco Tulio Cicerón (106 – 43 a. C.) fue un filósofo, escritor, jurista, político y orador y político romano reconocido universalmente como uno de los más importantes autores de la historia romana y es tomado como Benjamin como buena fuente para entender una de las gloriosas etapas de Roma, pero de manera contextualizada hacen falta relatos de los vencidos (Cicerón no hace mención de los legionarios romanos que murieron en esas guerras). Para Benjamin la historia conlleva un sesgo en sus narraciones, hay una visión subyugada, aplastada, conquistada de los vencidos; la historia oficial, la que rige alguno de nuestros pensamientos, corresponde a la historia de los vencedores. Probablemente de esta reflexión haya surgido el adagio o frase popular de que “la victoria tiene muchos padres, la derrota es huérfana”. En contrapelo o contracorriente a la postura hegemónica del papel de quienes escriben la historia, Benjamin para desmontar ese carácter racional de lo irracional (el carácter racional se entenderá como la falsa imagen que venden los medios masivos de comunicación) es de la idea de que hay que escribir la historia desde la perspectiva de los vencidos. La historia para los que ostentan el poder es progreso, y es de esta manera y no de otra porque beneficia a los vencedores. Esta visión afirmativa de progreso oculta algo profundo: la irracionalidad de las cosas. Este planteamiento tiene su contrario en Benjamin ya que las grandes glorias de la historia universal son gloriosas desde las víctimas. Para Benjamín es necesario rescatar la memoria histórica de los vencidos, de los desaparecidos. La historia es una historia de opresión que merece una redención. Sobre su enigmática muerte ni sus más íntimas amistades se pronunciaron sobre la versión planteada por Zizec, muchas décadas después. A lo que más se llegó fue hacer una póstuma compilación que contiene recensiones, artículos, ensayos y cartas escritas sobre Benjamín. Este esfuerzo fue escrito por Theodor Adorno en la necrológica obra titulada “Sobre Walter Benjamín”. Walter Benjamín (1892-1940) fue un lúcido analista e intérprete de la cultura, que vivió, al igual que Franz Kafka, en una Europa de tiempos oscuros. Como muchos otros judíos burgueses de su generación, Benjamín simpatizó con las corrientes más críticas del marxismo, considerado una figura atípica de la escuela de Francfort, con la que guarda problemáticas y ambivalentes afinidades electivas. Según Adorno la intención de escribir un libro sobre Benjamin no fue recopilar meramente la obra de un filósofo o erudito, ni hacer justicia de alguien que murió víctima de la persecución nacionalsocialista y cuyo nombre fue expulsado desde 1933 de la conciencia pública alemana; simplemente fue el dar a conocer su pensamiento en el contexto que le tocó vivir. Algunos textos que Walter Benjamin escribió fueron: “Sobre el concepto de historia”; “Discursos interrumpidos I”; “Imaginación y sociedad” (Iluminaciones 1); Baudelaire: Poesía y capitalismo (Iluminaciones 2); Tentativas sobre Brecht (Iluminaciones 3); Haschisch; Correspondencia (1933-1940, con Gershom Scholem). La pretensión de Benjamin fue estudiar el capitalismo del siglo XIX desentrañando ciertos elementos subterráneos. Lo hace investigando o analizando los paisajes. El paisaje es una especie de complejo, centro comercial, arquitectura en función de la presentación de mercancías que caracterizan la vista de París (dinámicas propias del capitalismo). Los objetos que se exhibían le sirven para hacer perspectiva del capitalismo. No son tratado, sino fragmentos; se analizan muebles, ropas, juguetes, es decir objetos marginados de análisis de carácter riguroso. Acá se expresan contradicciones del capitalismo, por un lado se presenta la decoración de grandes salas, esto es síntoma de pavor al vacío, al silencio; la manera de subsanarlo es tratando de refugiarse en el bullicio de la ciudad. Benjamin analiza cosas marginales. Hay ciertos espacios en la ciudad, caso típico los bares (espacio crítico con la lógica de la ciudad). El término crítico representa la atmosfera del bar, que no es más que la expresión de huida donde se reúnen conspiradores políticos. Hay una búsqueda para entender fenómeno del capitalismo desde la perspectiva cultural, encajando elementos marginados (histografía seria, canónica). Continuaremos en la próxima edición.

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