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UNA CULTURA DE LA FELICIDAD

Rubén Sicilia, F.R.C.
(Miembro Investigador del Consejo Internacional de Investigaciones Rosacruces) No. 2
Lo Semejante crea lo Semejante

Se decía en la primera parte de este articulo que en el mundo material como en los obstáculos espirituales que se presentan en el propio crecimiento. Continuamos diciendo que por todo ello se hace necesario ser muy consistentes de que somos parte de toda nuestra cultura debemos cultivar en nosotros mismos una clara y definida cultura de la felicidad.  Este sentido es por sí solo, enemigo natural de los modelos de vida que defienden consciente o inconscientemente cualquier forma de inarmonía, mucho menos aquellos comportamientos basados en los choques de personalidades. Nada más ajeno a estos puntos que una cultura del enfrentamiento. Pues de ningún modo son estos choques generadores de conocimiento sensible, posibles de incorporar en el autodesarrollo. No significa esto que el discípulo adelantado no pueda y deba aprender de los choques como en efecto suele ocurrir, sino más bien que no debe ser su norma permitir que éste sea el clima que lo rodee. Lo semejante crea lo semejante. Esta ley esotérica no debe ser olvidada. Una cosa es aprovechar estos choques del mundo más productivo posible, si no podemos enviarlos, y otra cosa es la locura de cultivarlos como razón de vida.

   

I   Sobre la Observación y el Autoconocimiento

Quien ha logrado desarrollar en sí mismo un sólido reflejo de observación y estudio metódico de su propio ser inmerso en las circunstancias, tiene ya la primera premisa para  encontrar un remanso en la consciencia. Ahora bien, hay que subrayar que en esta observación deben intervenir los dos lados de la consciencia. Objetivamente, uno debe dejarse fluir constantemente  en el hábito de un registro fotográfico continuo, un archivo de uno mismo para trabajar sobre eso, comenzando primero creando  el hábito de mirar con toda atención los hechos notables del día.  Cuando se lleve un tiempo haciendo esto la propia consciencia los extenderá a todos los sucesos del día. Más tarde,  con el entrenamiento síquico de la meditación y otros ejercicios, al observar con la razón, pero darle iguales oportunidades a nuestra intuición. Es el primer paso en la senda que apuntamos. Esta observación continua, el autoanálisis al terminar cada día que esto conlleva y el constante reajuste, introduciendo nuevas pautas, lo más flexibles que se pueda con la propia conducta de acuerdo a los hechos presenciados, hacen que el autoengaño, esa película de interpretación personal siempre consustancial a nuestra percepción, se reduzca considerablemente. Es ésta una buena perspectiva entre otras posibles.

II Sobre la Situación Límite

La mayoría de los seres humanos nos encontramos en la difícil situación de no estar muy bien ™entrenados∫ para la vida. La educación familiar o escolar que recibimos desde la infancia generalmente tiene un contenido represivo o fantasioso que no nos permite ver los hechos sin interpretaciones en una u otra dirección. Es esta la razón que nos impide liberar desde pequeños nuestras posibilidades internas para  enfrentar contingencias. Cuando aparecen sucesos limite en el curso de nuestras experiencias esto se hace crítico. Éstas son las verdaderas pruebas ante las cuales casi siempre nos desajustamos, perdemos nuestro centro y no sabemos qué hacer. øY si conserváramos nuestro centro de consciencia no saldríamos mejor parados de estas experiencias? øY si mantuviéramos cierta serenidad no podríamos superar el obstáculo más fácilmente? Lo primero que debemos comprender es el valor del error o pecado en nuestras vidas.  Erraren Humanun Est,  reza el axioma latino y nos indica la imposibilidad de perfección absoluta mientras moramos en este plano, lo cual no constituye freno alguno para hacer nuestro mejor esfuerzo por ser mejores.

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