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Un museo en mi mente a media noche

 

Tania Primavera

 

En mi cuarto, con la ventana abierta, la llovizna desaparece. Las ramas del árbol de mango se asoman en la penumbra. Dando vueltas, pensando en cómo se podría ir la vida, y desvanecerse. Un museo en mi mente a media noche.

El terreno, Don Isasi, lo quiere comprar casi regalado. Y hoy, nadie quiere compartir. Yo sí, rifo alguno que otro libro. Pasan a otras manos. El terreno, es en aquel lugar donde la muerte y violencia se apoderó, hasta hace poco, es en El Salitre, Quezaltepeque, cercano donde murió la poeta veinteañera Amada Libertad, como guerrillera en una emboscada en la guerra, me enteré que alguien hará un documental. Desenrollo el oleo con el rostro de Roque Dalton que me regaló Ollin Press. Aun no he podido enmarcarlo. Es mayo, y no he visto ni un zompopo de mayo.

Desplumada, sin fuerzas. Intento dormir, y lo logro, pero sigue dando remolinos la mente y entro en el patio. En el sueño. Abro los brazos al árbol de mango. La casa ha estado desordenada y ya se pasó el domingo. Periódicos en resmas. Libros y libros, escojo otros tres. Piensa en las cosas monótonas y cotidianas que deben hacer: buscamos casa con mamá y no encontramos. Después de ir a que a mamá le inyecten insulina, nos sentamos en el parque cercano a ver el atardecer. Los perros callejeros se asoman, tienen hambre, esta vez no traje comida para darles. La vendedora de atol chuco nos ve con ojos de “vengan”.

Un museo en mi mente a media noche. Santiago dijo: ¿qué te traigo de México? Pues, nada, pues no sé, ¡ah! tal vez pulque. No eso no, dijo. No importa. Dulces con chile tal vez, si tienen tiempo.

Los mangos están en un cumbo grande, se maduran, y se pudren. Está polvosa la mesa donde están los collares junto al espejo. La ropa vieja está por todos lados.

No dan ánimos de ordenar nada. Pero una vez, en una conversación a distancia, me dijo Donald Paz “Buscá la resiliencia” desde su L’atelier des Rêves o Taller de los Sueños, su pequeño sueño e idea personal por el arte, fundado hace poco en Armenia.

Mi perra Negra está frágil, si es que es eso, sus uñas están largas. Recuerda que hace dos tardes, caminaron con mamá buscando, aquellos callejones y bajadas, y le contó, “por aquí la guardia vino en 1981 a buscar a una mujer que era de las llamadas en esa época subversivas, Ana Margarita Peña Mendoza “Julia”, es desaparecida, la mataron. Las calles tienen memoria.

Salimos, esa vez entre calles viejas, al costado de un cementerio de un pueblo llamado el Lugar de los Cusucos. Regresamos, las luces del ocaso, reflejaban los edificios al otro lado de la ciudad. Un museo en mi cabeza, a media noche. Un horizonte incierto donde no sé a dónde iré a parar. Mientras, de nuevo me arropo con mi sábana rosa, con las pinturas que son compañeras de sueños y pesadillas. Descifrando la palabra resiliencia en un dibujo que se convierte en fruta dulce en mi boca.

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Ilustración: Oscar Pérez Méndez

«Remitiéndome a tu Cielo» (del sueño de Paola Solá…)

obra en acrílico sobre lienzo

 

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