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Tiempo, tribu, suerte, violencia y fútbol II

Caralvá

Fundador

Suplemento Tres mil

 

La violencia en el fútbol es usual en los partidos de ese deporte, la primera fase ha siso evidente: los golpes alevosos, puñetazos, codazos, patadas, etcétera, disfrazados de saltos o continuación del giro en velocidad son evidentes, tanto así que no en pocas ocasiones el afectado debe abandonar el partido.

Conocido es el modelo táctico de ablandar al rival, eso significa que los primeros quince o veinte minutos una sinfonía de patadas es repartida, no en forma indiscriminada sino contra el mejor delantero o volante, así se elimina la ventaja de la tribu oponente.

La violencia es tolerada por los árbitros a tal punto que se torna sospechosa, pero no podemos pedir juego limpio cuando el idioma del fútbol son las patadas, algunas peligrosamente lesivas.

La violencia simbólica es evidente con los insultos, escupitajos, manotazos o los intentos de fraude al ejecutar verdaderos actos de teatro al fingir lesión o infracciones al borde del área penal, es una estafa al árbitro y al deporte, sorpresivamente en ese instante ni son todos penal ni tampoco todas son faltas genuinas, a pesar del famoso VAR.

La lectura de los deportistas vencedores es la misma que la antigüedad, son una especie de héroe para la tribu, además son premiados de por vida, una tribu proclama la superioridad sobre el planeta por cuatro años.

Acompañar a una tribu tiene un significado de agradecimiento, los motivos de cada personas pueden ser diferentes, no se gana nada en absoluto después de un partido de fútbol, acaso una efímera alegría o tristeza, el capitalismo no cambiará en nuestro destino, ni la religión será afectada por un triunfo o una derrota, tampoco la literatura acabará soterrada por una opinión de algún inmortal; desde la antigüedad, mucho antes de la era cristiana aquella humanidad disfrutaba de los juegos olímpicos que eran capaces de imponer la paz en otras tribus, nosotros aún no logramos imponer la paz en el mundo por el fútbol.

Quizás es necesario observar el fútbol como un juego, no como una tribu contra otra, ni una bandera contra otra, tampoco la violencia impuesta como norma, ni siquiera como una competencia teatral… quizás entonces celebremos una victoria de la inteligencia y la disciplina atlética, pero el azar-fortuna-ocasión siempre estarán fuera de control.

El ganador del campeonato mundial cualquiera que sea tendrá al azar-fortuna-ocasión de su lado, enhorabuena, será una confabulación de los dioses paganos, aunque el deporte da para todas las religiones… ¡gracias a Dios!

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