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Surrealismo mar Sihuapilapa: en el día más violento del siglo

 

Tania Primavera

 

 

Entre las cumbres sobresalió el Azul. Flores surrealistas y sus colores se abrieron a la vista. Ellas, de todas partes, pistilos, pétalos, y ojos de agua, para verlos pasar, árboles, plantas tropicales admiraban con la música del silencio

Van

en una alfombra

Traslúcida blanca

entre verde claro y lila,

parasoles, la sal, el viento golpea el rostro

 

 

Sonríe, a lo lejos los ríos resecos de La Libertad. Brillaban en esos tiempos oscuros se tornan de luz.  Rumbo al lugar con nombre en ancestral nombre. Las bolas de algodón y semillas del árbol ceiba entre el pueblo, estaban por caer. Sus manos en su cabello.  Tenían una calle por correr, la costa del Bálsamo, son Myroxylon balsamum, árboles antiguos, lejanos ya, esos árboles antiguos que sacan su savia, su aroma, su espíritu, su todo.

 

Esos árboles antiguos

que reconoció sus semillas caminando, entrando, vio cerca

y recogieron juntos sus semillas

 

Atravesar los cinco túneles. Es un lugar seguro. Se sentían seguros. En ese día. Se pensaban así. La perfección existe ahí. Las curvas de la carretera, son-risas parecían sus formas, entre los árboles entre las montañas rocosas la reina de las flores, junto a sus corazas a costa de las abejas

 

dan miel

 

de nuevo

 

El néctar sagrado apareció. Tiene forma de letra. A lo lejos las olas los ven pasar

 

abren las dimensiones del sonido

 

Y aquí

 

los sonidos los graban en la memoria

 

En

una

sola

tarde

al cenit

del sol

pasó una estación eterna

Al llegar entre esas frutas de verano, barrenderos con gigantes escobas para las hojas, cae un mango lo ve y está mordido por las ardillas, con ellos puede hablar Consuelo y de Antoine, del café y 1932, de aquella misa…es como de las rosas al su-real-ismo.

 

 

Guirnaldas de flores de mayo, es finales de marzo de 2022. El sábado 26, con 62 homicidios, es el día más violento del que se tiene registro en El Salvador en lo que va del siglo 21. Ni idea tenían. Iban, viajando hacia un lugar llamado Sihuapilapa. Al llegar entre esas frutas de verano, barrenderos con gigantes escobas para las hojas, cae un mango cerca de sus pies en sandalias, lo ve, pero ya está mordido por las ardillas, de repente, encuentran ahí gente con la que hablan rápidamente de todo, de literatura, de historia, de cocos, de Consuelo y de Antoine, del café y 1932, de aquella misa de Monseñor Romero…de las rosas al su-real-ismo.

 

Al momento

entra al agua

venus en ella

 

Olas y arena negra, riscos ancestrales, lejanos, grises o destellos color barro. Las líneas de sus marcas se ven a lo lejos. Un ocaso. Y los nocturnos eternos entre sonidos marinos, humanos contando historias, sus historias.

Vuelve a ser… otro día.

Acaricia la brisa. Voltea a ver, piedras negras riscos, donde las cumbres siguen a lo lejos, entre cerros cercanos con nombre viejo en el idioma Náhuat, un Cerro que es Casa de Dios o Teotepeque. Entre los valles y ríos con más nombres antiguos. Un día, dos días, un fin de semana, en el siglo, un día que fue el más violento del siglo.

 

En Cuscatlán.

A salvo ellos.

Salida y regreso, a salvo.

Regreso a la alfombra.

Hay flores. Pero nadie las ve. Estamos a salvo.

 

Entre el cielo y algunas nubes sobresalió el azul.   Cae la tarde, los colores son intensos, rosa, morados, anaranjados, destellos entre los volcanes y se despiden en el ocaso. Para entrar en la noche. Dejando entre las cumbres que caen en risco al azul mar, aquel lugar de nombre antiguo.

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