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SIN LAICIDAD NO HAY DEMOCRACIA

Alberto Romero de Urbiztondo

Twitter: @aromero0568

Hoy voy a reflexionar sobre el tercer principio del Decálogo de la Laicidad en El Salvador https://www.diariocolatino.com/decalogo-por-la-laicidad-del-estado-en-el-salvador/ que dice “Adoptarás una actitud crítica ante lo establecido: reconocerás que sin laicidad no hay democracia”.

La laicidad del Estado garantiza la libertad de pensamiento y creencias a todas las personas, eso supone que el Estado no avala ni promueve ninguna religión ni doctrina filosófica o política, tal como ha señalado la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia en su Resolución 22-2011: “En la base del laicismo está a su vez el principio de tolerancia. Si nadie puede pretender poseer la verdad en grado mayor que cualquier otro, el derrumbamiento de las certezas indiscutibles, absolutas o definitivas da paso a la libertad de crítica y a la revisión permanente de las verdades aceptadas desde la razón, el diálogo, la libre discusión y el consenso entre iguales” y los Magistrados  terminan con una afirmación clara y rotunda “Solo la intolerancia no debe ser tolerada”.

Este espíritu crítico, no se debe de entender como oposición continua a lo establecido, sino como el desarrollo de una mente abierta que despliega libremente su pensamiento, analizando, verificando, contrastando y respetando el derecho a la diferencia y la no discriminación.  Para ello, es importante que desde  la propia escuela, se promueva la educación en ciudadanía que debe de tener un carácter crítico y transformador.

En una sociedad plural, como la salvadoreña, de diversas creencias religiosas y convicciones filosóficas y políticas para consolidar la democracia  necesitamos generar una cultura ciudadana en la que la defensa y promoción de las propias ideas no se realice desde la confrontación, la descalificación personal ni el fanatismo. Que las lógicas diferencias que tengamos como ciudadanía ante diversos temas y decisiones sobre las leyes que nos rigen y las políticas de gobierno se resuelvan mediante el debate razonado, la evidencia científica, sin dogmas ni verdades absolutas y excluyentes, basado  en valores humanistas universales, en la pluralidad y en el respecto a los derechos humanos y la diferencia, en el conocimiento y respeto a los principio constitucionales, éticos, no sexistas y democráticos.

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