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Reseña de Tokio Blues

 

Reseña deTokio Blues Haruki Murakami

Por: Tony James Díaz  (Honduras)

 

Esta novela anuda el color con el estado de ánimo del ser humano.  La relación del  color azul con la timia, tiene su origen  en el siglo XVIII cuando  las personas veían demonios azules en el momento que estaban tristes o alcoholizadas. También se le atribuye al género musical afroamericano Blues el tinte de tristeza y melancolía. Tokio Blues es una verdadera cromoterapia para los lectores en busca de una catarsis.

El titulo original en japonés Noruwei no Mori es una hibridación con  Norwegian Woods que converge con la canción  de The Beatles. Esta canción tiene mucha relación con el trasfondo de la historia no solo porque coincide con la intitulación en nipón, sino porque  la letra de esta composición   manifiesta nostalgia: “And when I awoke, I was along, This bird had flown” (y cuando desperté estaba solo, este pájaro había volado) también, esta balada en su ejecución es acompañada con las notas glisadas o deslizadas (igual  que  las del blues) del  sitar.  El sitar es un instrumento tradicional de la India de cuerda pulsada muy parecido al banjo en el que se utiliza exclusivamente para  exteriorizar la música clásica de la India,  la melodía clásica del raga, que en el sánscrito significa color o estado de ánimo.

La canción  Norwegian Woods es muy significativa porque se menciona varias  veces durante la historia, incluso Reiko la ejecuta en la guitarra a petición de Naoko: “Toca Norwegian Wood, dijo Naoko  (…) Cada vez que le pido que toque Norwegian Woods tengo que meter cien yenes—explicó Naoko — Es mi canción preferida así que le damos un trato especial. Ésta la pido de todo corazón”.  Y por ende la canción favorita de  Watanabe, y en la primera página del libro dieciocho años después, Watanabe la vuelve a escuchar, en esta ocasión dentro del Boeing 747 (famoso avión apodado “jumbo”)  en una fría lluvia de noviembre mientras se  completaba el aterrizaje en el aeropuerto de Hamburgo, en esta página inicial nos damos cuenta de la nostalgia que provoca esta canción en Watanabe:   “La melodía me conmovió, como siempre. No. En realidad, me turbó; me produjo una emoción mucho más violenta que de costumbre”.

Murakami es un escritor de ruptura para Japón. “La prosa está reservada para la acción, la poesía para el ensueño. Los versos se emplean en el Japón para dar impresiones fugitivas”. Pero la prosa  está ligada a la escuela naturalista desde sus inicios en este país, algunas obras que predominan en la restauración moderna  y el gran renacimiento de la Filosofía, las Ciencias y las Letras en la hegemonía de Tokio en 1868  destacan escritores como Tukuzawa, El Marqués de Okuma (difundió ideas políticas y sociales) y los grandes prosistas, idealistas, apasionados y sentimentales  de esa época como: Koyo, Ikio, y Rohan.     Luego de la injerencia de los Estados Unidos en 1847 Japón se  abrió al mundo y cien años después aparecen  escritores en busca de identidad nacional, la soledad, lo onírico y surrealismo, el erotismo y la nostalgia. Murakami abandera esa generación que comienza en la segunda mitad del siglo XX.

Los personajes de esta novela son muy humanos, porque la fuerza motriz que los mueve es el amor. Murakami demuestra la inteligencia de cada uno de ellos, desde las altas esferas hasta los de clase media son totalmente agudos en el aprendizaje, anacoretas por excelencia.  Por ejemplo Tropa de Asalto que no venía de una familia acomodada y que estaba obsesionado con la cartografía, Watanabe se mofaba de él asegurando: “Ni siquiera teníamos pin ups. De nuestra pared colgaba la imagen de un canal de Ámsterdam (…) Tropa de Asalto se masturba mirándolo”.  Nagasawa que era tendencia machista tenía dinero y quería estudiar relaciones exteriores.

Otro  brillante ejemplo es el personaje Reiko, el virtuosismo  y su exquisito  gusto musical. Además ella registra la única escena de lesbianismo que aunque contra su voluntad se vio implicada en un escándalo tras haber sido denunciada por una niña de trece años que fue su alumna en las clases de música. Este personaje es muy importante porque fue amiga íntima de Naoko novia de Watanabe, mientras estaban en la residencia siquiátrica. Muy cerca del epílogo del  libro  hay  una relación sexual entre Reiko y Watanabe después del suicidio Naoko.

La injerencia musical manifiesta la modernidad y por supuesto la moda, el esnobismo tardío  que comenzaba a germinar en esa época en Japón. Reiko era capaz de ejecutar las fugas de Bach, también bossa nova en el caso de “Desafinado” del brasileño  Antonio Carlos Jobim, jazz en la canción “Dear Heart”  del compositor de la música de la Pantera Rosa, Henry Mancini, asimismo  acompañaba de vino, whisky y cigarros repertorios de Bob Dylan, Ray Charles, The Beach Boys, Steve Wonder y Burt Bacharach hasta llegar a “Pavanne for a Dying Queen” de Ravel y al “Claro de luna” de  Debussy.   Todas interpretadas en guitarra, pero también ejecutaba el piano y era capaz de tocar piezas de Mozart y Scarlatti. Reiko además incluyó en su repertorio la canción  japonesa  más vendida en los Estados Unidos: “Ue o muite aruko” de Rokusuke Rei y Hachidai Nakamura, pero la compilación más extensa fue la de The Beatles y en varias ocasiones ejecutó “Norwegian Woods”.  Reiko hace una cavilación acerca de los Beatles: “Reiko tomó un sorbo de vino y fumó un cigarro < Ellos debían conocer muy bien la soledad y la dulzura de la vida humana. >”

Otro personaje muy importante es Midori (que significa verde en japonés y es un nombre muy común en Japón): “Me llamo Midori. Pero el color verde me sienta fatal”. Midori Kobayashi estudiaba en la universidad y era compañera de Watanabe en la clase de Historia del Teatro II en el año 1969, vivía en Toshima. Expresa la sexualidad, la modernidad por  su manera de vestirse. Le encantaban las películas pornográficas proyectadas en el cine, Midori es insensible a la muerte, este personaje muestra rebeldía y un lenguaje atrevido, la escena más insolente fue la que,  después que su padre murió  ella se burla de su fotografía:

“Mira, papá, esto son las tetas, esto el coño… (…) ¡Buenas noches, papá! Nosotros ahora nos divertiremos, así que descansa en paz. Ya no sufres. (…) Y si todavía sufres quéjate con Dios”.

En contraposición a Midori se encuentra Naoko y en oposición a Watanabe encontramos a Nagasawa que expresa machismo y la sumisión de su novia Hatsumi. Watanabe recuerda a Naoko en las primeras  cinco páginas, hay una  extraordinaria enumeración   de descripciones de la naturaleza y del estado de animo de Watanabe cuando paseaba con Naoko, manifestándose turbado y nostálgico. ¿A dónde hemos ido?, pienso. ¿Cómo ha podido ocurrir una cosa así? Todo lo que parecía tener más valor, ella, mi yo de entonces, nuestro mundo ¿A dónde ha ido a parar? Lo cierto es que ya no recuerdo el rostro de Naoko. Conservo un decorado sin personajes. (…) mi memoria se está distanciando del lugar donde se hallaba Naoko. De la misma forma que se está distanciando del lugar donde estaba mi yo de entonces.”  Estas primeras páginas son la continuación del final del libro, Watanabe consternado por la muerte de Naoko, y  aun encontrándose en  la compañía de Midori deambula en sus respuestas, en su tiempo y en su espacio: “¿Dónde estaba? No logre averiguarlo. No tenía la más remota idea de donde me hallaba. ¿Qué sitio era aquel? Mis pupilas reflejaban las siluetas de la multitud dirigiéndome a ninguna parte. Y yo me encontraba en medio de ninguna parte llamando a Midori.”  La manera en como Murakami narra el itinerario de Watanabe en las ultimas paginas es impresionante, el peregrinaje de Watanabe es una entrega al abandono, a la desolación, al desorden en su  aspecto físico, no le importa alimentarse, deambula de estación en estación, llega al mar consternado por el suicidio de Naoko perdido en el tiempo y en el espacio de su ser.

En la novela no hay explicación por el suicidio de Naoko, aparece repentino en la narración. Naoko mueve el estado de animo de Watanabe, hay una intervención narrativa entre Watanabe y Naoko, y son las cartas que se escribían mientras Naoko estaba en la residencia siquiátrica, Watanabe le relataba todo en cuanto a la instancia de su vida. Hay mucha nostalgia en las  cartas y en un momento se pierde el hilo conductor narrativo de las cartas entre estos personajes y desde allí el lector presiente el caos en Watanabe.

El suicidio en esta novela es muy pronunciado, los personajes no dejan evidencia del porqué de  este hecho, sin saber si las causas es con el fin de resarcir o porque ya no existe interés en vivir. Kizuki, Naoko, la hermana de Naoko, la desaparición inesperada de Tropa de Asalto sin dejar ningún rastro y la muerte natural del padre de Midori nos acerca a la concepción de la muerte por la cual  Watanabe hace una profunda reflexión del tema:

“La muerte no existe en contraposición a la vida sino como parte de ella. (…) Hasta entonces había concebido la muerte como existencia independiente, separada por completo de la vida.  Algún día la muerte nos tomara de la mano. Pero hasta el día en que nos atrape nos veremos libres de ella. (…) La vida está en esta orilla, la muerte en la otra. Nosotros estamos aquí y no allí.”

El suicidio es la razón por la cual esta novela se aleja de lo fantástico porque los personajes son muy humanos y aceptan la muerte porque el suicidio destruye  los estados de ánimos por la resignación al perder un ser querido y si la literatura nos deja ambigüedad podría deducirse que entre Naoko, Kizuki y Watanabe hubo un trio amoroso, “Con todo, Kizuki me gustaba y, aparte de él, no me gustaba nadie más.”  Decía Naoko, pero de lo que también  se puede asegurar es que Kizuki fue el mejor amigo de Watanabe, además la perdida de Kizuki se respira en toda la historia incluso enlaza ambos estados de ánimo tanto de Naoko como de Watanabe: “A partir de la noche en que murió Kizuki, fui incapaz de concebir la muerte (y la vida) de una manera tan simple. La muerte no se contrapone a la vida. La muerte había estado implícita en mi ser desde un principio. Y éste era un hecho que, por más que lo intenté, no pude olvidar. Aquella noche de mayo, cuando la muerte se llevó a Kizuki  a sus diecisiete años, se llevó parte de mi.”

Pero Tokio Blues no solo expone soledad, melancolía y erotismo, también nos damos cuenta del contexto social de Japón en la época de los 60, rompe  la idea conservadora en la sexualidad, esta novela es una obertura para los lectores jóvenes en Tokio y en todo Japón, a la vez ha marcado un hito. Murakami denuncia  la política sucia de las residencias estudiantiles en Tokio, en una de las cuales estaba matriculado Watanabe. Había una filosofía infiltrada por la extrema derecha “El principio rector de la enseñanza consiste en la formación de hombres de talento para servir a la patria”. Muchos empresarios donaban dinero para las residencias estudiantiles para quedar exentos de cualquier impuesto. Había estudiantes que pertenecían a las altas esferas y que por su posición económica al egresar de ese lugar tendrían un trabajo a largo plazo. Ese lugar era para crear un clan subterráneo en el mundo de la política y las finanzas finalizando la década de los 60. Los jornaleros no tenían la protección por las noches, bomberos, chicas alternes, taxistas, ferrocarrileros, todos ellos no contaban con la tutela del estado. Además el crecimiento como una urbe marca zonas deforestadas en Japón.

Tokio Blues es una pieza donde el suicidio es la curación emocional. El lenguaje es idílico,  y aunque la historia en su totalidad parece lineal al ser un recuerdo eterno de Watanabe, no se reduce  a un solo punto. Es muy relajante. Murakami nos presenta una plena profundidad filosófica, mística. Por abordar estos temas, estos tintes de nostalgia convierten  a esta novela en sublime y al mismo tiempo compleja.

 

Tony James Díaz  (1984) El Progreso Yoro, Honduras. Actor, músico y bailarín. Estudiante de la carrera Literatura y Lingüística en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras del Valle de Sula. Actor de teatro en La Fragua.

 

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