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La asamblea actual ha llevado a endeudar el país en más de $4 mil millones de dólares. Foto Diario Co Latino /Archivo.

Qué nos deparará después de estos cien días de desgobierno legislativo

Por: Oscar Martínez
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Con William D. Martínez platicamos en estos días para encontrar explicaciones de lo que sucede en El Salvador y simple y sencillo nos relata “semanas antes del arribo a la asamblea por parte de los nuevos diputados (decimos nuevos diputados, porque el promedio anda por los cuarenta años, teniendo el menor veinticinco años y el mayor un diputado de casi setenta), el ambiente salvadoreño cambiaba radicalmente, por lo que tenían planeado hacer el 1 de mayo (más influenciado por la cultura de imposiciones, descalificaciones y violencia verbal con un desquiciado empuje amarillista informativo de los medios de comunicación).

Y quiéranlo o no, los desertores de ARENA como los del FMLN se encuentran en un nuevo partido dándose de besos de cachetitos, se vuelven amigables unos con otros, hasta pareciera que se humanizan. Abrazos, buenas intenciones de todas para todos, deseos de prosperidad, felicitaciones, esperanza de cambios, regalos, cenas y altos salarios, claro, solamente para ellos y algunos aliados incondicionales. Y

de pronto, el 1º de mayo, todas aquellas buenas intenciones de un partido que había logrado la mayoría absoluta y lo tenía todo para cambiar la situación sociopolítica del país terminó. Los salvadoreños regresan del sueño despiertan el 1 de mayo con un golpe de estado (no se le puede nombrar de otra manera a lo actuado) a la realidad económica y social que les martiriza y que la mayoría piensa que es más de lo mismo o peor, porque el endeudamiento al que llevan al país es insostenible (145 millones de dólares hay que pagar en septiembre y no tienen de dónde pagarlos).

Entonces, los sueños se esfuman y quedan olvidados junto con los besos de cachetitos, las buenas intenciones, los buenos deseos de cambio…Y como dictó Simón Bolívar “Un pueblo ignorante es instrumento fácil de su propia destrucción”.

Todo fue un show electoral, una falacia publicitaria, sumamente efímera que se tradujo en una simple utilización del pueblo para que votaran por ellos, quedando en promesa aquella frase trillada de Tony Saca: “Lo mejor está por venir”, solamente que nosotros sustituimos la palabra mejor y decimos: “después de estos cien días, lo peor está por venir”.

William dice que para que entendamos del porqué estamos como estamos y hacia dónde vamos, es necesario que repasemos la lección de la crisis económica mundial, la pandemia mundial abrió más la herida del capitalismo, el mundo está muy enfermo, nos atreveríamos a decir quizás agonizante. Son diagnósticos médicos que aparecen en infinidad de libros que tratan de explicar -a medio camino entre el realismo visceral y la literatura fantástica- el último achaque de la variedad del capitalismo que nos llevan del purgatorio al infierno.

Y así como el virus de la COVID-19 se extendió por todo el mundo, un virus financiero, de los países ricos, anglosajones se ha extendido a toda velocidad ayudado por esa apuesta inmoderada por la globalización. No hay nada anormal en eso: los Estadios por los que ha pasado la humanidad nacen, crecen y se derrumban una vez enferman; como ciencia social, la economía capitalista está en un punto crítico de ese ciclo vital.

La Gran Depresión de los años treinta fue algo así como “una crisis de juventud, de ímpetu, de entusiasmo”, aseguraba el escritor José Luis Sampedro, testigo en su adolescencia de aquellas uvas de la ira. “Ésta, en cambio, es una crisis de vejez, de la decrepitud, del individualismo enfermizo, del engaño y del miedo”, “vivimos la decadencia del sistema, pero la historia no se acaba porque entronca con la situación actual. Sin embargo, pareciera que, el gobierno actual, tanto el legislativo como el ejecutivo no entienden y se prestan a implementar en menos de un mes el Bitcoins, que no es más que buscar un salvataje desesperado de la crisis en la que no haya para dónde agarrar y a la loca, se están endeudando como si tuviéramos grandes recursos como para salir a flote del abismo económico en el que ya estamos.

William dice que con las contradicciones del ejecutivo, se llevan en cuenta al legislativo; cuando Nayib arribó a la presidencia en el 2019, hubo esperanzas que las cosas nunca más volvieran a ser como antes, no obstante, después de dos años de gobernar y con todo el poder absoluto, estamos peor a junio del 2019. Nayib creyó que haciendo lo que hizo en la alcaldía de San Salvador, maquillar el centro de la ciudad impresionaría a los salvadoreños (algo que al principio consiguió) y lograría sus objetivos. Hizo y está haciendo intentos de impresionar como el surf city, el bitcoins y otros más que vendrán y que las tiene como las cartas escondidas del juego, pero que no tienen rumbo.

Todo lo hecho hasta ahora refleja algunos aspectos contradictorios entre lo que dicen y hacen, asegura William, entre ellos menciona la CICIES, que fue una promesa de campaña de Nayib, con el objetivo de destapar la corrupción de los gobiernos anteriores, lo cual era bueno en sí, sin embargo, con el tiempo, La CICIES destapó doce casos de corrupción del gobierno actual y tuvo que salir del país por no hacer lo que decía el presidente.

El 1 de mayo, sin ningún argumento válido, la asamblea legislativa sustituye violentando la Constitución de la República, al Fiscal General como a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.

Plantean una reforma a la Constitución sin justificación jurídica legal ni argumentos sociopolíticos objetivos para cambiarla.

Se ha desatado toda una persecución a periodistas, solamente por diferir en opiniones o desmentir la desinformación que el gobierno transmite diariamente al pueblo.

Si se revisan los 12 casos de corrupción que la CICIES presentó a la Fiscalía, encontraremos nombres de funcionarios del gobierno en dicha lista que están involucrados en corrupción. Hasta la fecha, ni la fiscalía ni el presidente han hecho nada por investigar la lista Engels ni los casos CICIES.

Capturan sin el debido proceso a líderes políticos de gobiernos anteriores.

El Bitcoins como moneda local entra en vigencia en septiembre y los salvadoreños desconocen cómo va a ser su funcionamiento y realmente a quiénes va a beneficiar. Solamente existe una ley de dos páginas mal elaboradas que no dice nada al respecto y confunden más a la población por las contradicciones que se encuentran en dicha ley.

La asamblea actual ha llevado a endeudar el país en más de $4 mil millones de dólares, por esos algunos analistas llaman a los martes: “martes de terror”, pues es el día que los diputados aprueban más endeudamiento.

La ley del agua presentada a la asamblea por la población civil, sí es una verdadera Ley, la que fue engavetada. Por otra parte, piensan aprobar una nueva Ley que en nada favorece a la población más pobre del país.

Las aspiraciones del presidente es tener 40 mil elementos más en el ejército y no maestros, ni maestras, ni médicos, ni doctoras, lo que nos lleva a tener la sociedad más militarizada de Centroamérica. Los despidos masivos continúan y con un Ministerio del Trabajo con un ministro incapaz y servil al presidente, la población desempleada está indefensa.

El presidente promulgó una Ley de prohibir las concentraciones ciudadanas, pero que, a los pocos días, él mismo rompió diciendo que en estadios y otros lugares si puede haber concentraciones.

El Ministerio de Salud no da datos de lo gastado durante la emergencia y no da cuentas de cuáles son las vacunas donadas ni cuáles las compradas. Tampoco existe un dato real sobre las variantes del COVID ni sobre el número de fallecidos y si éstos fueon vacunados o no.

La vigilancia contra redes de opositores al gobierno y persecución de periodistas, así como la expulsión del Director del periódico de El Faro es la constante de este gobierno que tiene miedo a las opiniones diversas.

El fracaso más grande es el Plan de control territorial, no porque no logran alcanzar sus objetivos, sino porque en “el dizque” cinco fases que nadie conoce el gasto millonario en seguridad es millonario, gastos que tampoco quieren dar cuentas.

Por último, el alto costo de la vida, entre estas la canasta básica, el aumento a la gasolina, ente otros. Es indetenible y no hay ninguna defensoría del consumidor que controle los altos precios antojadizos de ciertos escrupulosos mercaderes.

En apenas cien días, el ejecutivo aliado al legislativo, ha hecho estragos en el país, es como si un terremoto o un huracán hubiera destruido el país y afectado a los pobladores más pobres.

William también dijo que el gobierno captura sin el debido proceso a líderes políticos de gobiernos anteriores. Foto Diario Co Latino /Archivo.

William ¿Ante tanta adversidad ¿qué hacer?

En la solución de la crisis la luz del horizonte se ve distante y según se percibe la economía nacional, que es igual o peor a la crisis que viven los países desarrollados, ya que dependemos de ellos está muy lejos de solucionarse, pues se aplican las mismas recetas de esos países, por cierto, recetas fracasadas.

Para hablar de la crisis económica nacional, es indispensable saber antes qué implica su desarrollo social, lo que conlleva a referirse a conceptos tales como equidad social, creación de oportunidades culturales, educativas, laborales y de esparcimiento, sostenibilidad social de los grupos más deprimidos de la sociedad, generación y acumulación de valores individuales y sociales, fomento de capacidades académicas y laborales, consolidación de redes institucionales, en fin, mejoramiento de las condiciones y opciones de vida de jóvenes sin distingo ni discriminación social, lo cual se perfila como una utopía si se considera que El Salvador es uno de los países latinoamericanos con menos índice de desarrollo humano.

William sentencia que no se puede enfocar la problemática nacional, sino inmersa en los procesos de globalización y de economía de mercado, como se ha explicado anteriormente, ya que estos procesos derivan que la pobreza no sólo persista sino también aumente, lo que inevitablemente trae emparejada una marginación de las grandes mayorías, principalmente en los países del Tercer Mundo y los que se consideran en vías de desarrollo.

Referirse al desarrollo social implica, resolver los problemas inherentes a la condición de pobreza que sufre la mayoría de la población: educación, salud, marginación social y política, precariedad económica y social, pérdida de valores y autoestima.

Por lo anterior, es necesario que los entes sociales, económicos y gubernamentales dejen de encontrar cómodamente razones externas al gobierno que justifiquen los fracasos sociales de sus estrategias de desarrollo (si es que las tiene), y reflexionen hasta qué punto están induciendo a las grandes mayorías de la población a mayor pobreza y sin mayores perspectivas.

Tienen que encarar seriamente que sus políticas en la sociedad deben tener un efecto directo para resolver el problema de la pobreza y no verlo como un producto derivado de asistencialismo (paquetes alimenticios, subsidios, $300 dólares…). Por otro lado, vicios sociales como oportunismo, nepotismo, falta de escrúpulos, hipocresía, servilismo, lacayismo, individualismo, devienen, hoy por hoy, en atributos y cualidades personales garantes de desarrollo y bienestar social y económico.

A ello habría que agregar premisas sociales que, en nombre de la modernidad, se soslayan paradigmas funcionales de la sociedad. La solución, por tanto, requiere de una plataforma con políticas sociales y económicas que se fundamenten y proyecten bajo dos ejes de acción determinantes: reducción de la pobreza y creación de oportunidades, lo cual requiere fortalecer y mejorar los procesos de integración laboral y tecnológica para las grandes mayorías y, sobre todo, para los jóvenes.

William asegura que es imprescindible impactar no sólo en el espacio económico de la población de menores recursos, sino también en las dimensiones sociales y políticas de la pobreza, requiriendo de una renovación, reestructuración y cambio de mentalidad política y social del gobierno hacia sus principales gobernados: las grandes mayorías (los pobres), que son, fundamentalmente, quienes garantizarán su estadía en el poder tras haberles otorgado el voto en el 2019 y 2021 de confianza y esperanza en sus promesas de cambiar y mejorar las condiciones de vida y bienestar social de la sociedad en general y no sólo para una élite en particular, como hasta la fecha se está haciendo, pues los ricos salvadoreños, la clase burguesa criolla sigue acumulando más riqueza y los pobres siguen cargando con las deudas y miseria.

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