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Política y Medios de Comunicación

Renán Alcides Orellana

Los medios de comunicación no son malos, mind lo malo es el uso que, thumb a veces, pharmacy se hace de ellos. Igual, la política no es mala, lo malo es el uso que los políticos – politiqueando- hacen de ella. Sí, porque los Medios de Comunicación Social (MCS), cuando son consecuentes con los principios de veracidad, oportunidad e imparcialidad, no sólo logran aceptación, sino también credibilidad. Igual, tomando en cuenta que la política es “servicio”, los políticos -cuando son buenos servidores- también son acreedores de aceptación y, sobre todo, de credibilidad. Pero, hoy por hoy, en ambos casos (MCS y políticos), pareciera que no cuentan con la venia de gran parte de la población.

   Sabiendo que tanto los MCS como los políticos inciden -significativamente- en la vida nacional, sería ideal un compromiso más coherente en su ejercicio. Sobre todo, en el caso de los políticos, debieran reconocer su papel de mandatario (el que hace los mandados) y no erigirse como hoy en mandantes, porque ese mérito le corresponde al pueblo. Es decir, servir y no servirse. José Martí -gran patriota y poeta cubano- sintetizó este principio, cuando sentenció: “A la Patria se le sirve y no se le toma para servirse de ella”. La cuestión es que hoy -con las excepciones apreciables del caso- impera la subcultura de “la compostura” y, como ha sido tan evidente, a lo Maquiavelo: el fin justifica los medios. El medio es el cargo; y el fin, la compostura: altos salarios, nepotismo, propiedades, cuentas bancarias, casas de playa…  Por eso, las excepciones por escasas, son apreciadas… Y aquí, es tiempo de una aclaración: por ignorancia o malicia, algunos diputados se ufanan llamando “primer poder del Estado” a la Asamblea Legislativa, cuando en ninguna parte de la Constitución se afirma tal cosa, puesto que, según la doctrina, “la Asamblea Legislativa es uno de los tres órganos fundamentales del Estado”, nunca el primero. ¿Sabrán que fue una frase ligera, acuñada por un periodista, que ahora, equivocadamente, muchos la repiten? Igual origen de frase ligera tuvo la connotación errónea de “padres de la Patria” (¿?)…  ¡Dioguarde!

Pero, en honor a la equidad, el cuestionamiento debe ser también para los funcionarios de los otros órganos del Estado: Ejecutivo y Judicial; porque, es un secreto a voces que la corrupción ahí, ha venido -y sigue- siendo evidente. Y en la lucha contra la corrupción, el salvadoreño honrado esperaría un acompañamiento real de los MCS, en cuanto a información veraz, imparcial y oportuna. Desgraciadamente, en  El Salvador ha sido -es- evidente el rompimiento, por cuestiones ideológicas,  de los principios profesionales -veracidad e imparcialidad- por parte de algunos Medios de Comunicación.  Los llamados grandes medios siempre han mantenido una posición conservadora, con notorio sesgo informativo y de opinión, para favorecer a personal, grupos o políticas de su mismo corte ideológico, aunque atenten contra los intereses de la población.

Por eso, ha sido -es- muy valioso el histórico papel de los llamados medios pequeños -comunitarios o alternativos- que son calificados erróneamente así, por su escaso potencial económico y otros recursos. Su verdadero interés socio-comunitario, los convierte en intérpretes de las aspiraciones de los pueblos libres, ansiosos de verdaderos esquemas de justicia y libertad. La sociedad -especialmente la de más escasos recursos- compara la actitud negativa de unos y otros, mediante observatorios especializados o mediante la apreciación personal de cada ciudadano.  No sería sorpresa ver que algunos MCS muestren bajas en el nivel de credibilidad, al dejar al descubierto su intención de propiciar el sesgo informativo. En la otra cara de la moneda, los medios considerados pequeños hacen esfuerzos titánicos, contribuyendo al necesario contrapeso que demanda la sociedad. Como entidad gremial en este campo, la Asociación de Radios Participativas Salvadoreños (ARPAS), mantiene lucha franca por sus derechos. Obviamente, hay desnivel en el contrapeso y todo parece indicar que la realidad favorece a los llamados grandes, a pesar de sus sesgos informativos para confundir o desinformar al lector, oyente o televidente.

A veces, se magnifican, sin merecerlo, las informaciones de algunos funcionarios y partidos políticos (ej.: eventos políticos de la derecha…), pero se minimizan o matizan sus fallas (ej.: Caso Flores/Taiwán…) Y a la inversa, de igual manera también, se magnifican las fallas de hechos que competen al Gobierno o a los sectores populares (ej.: Altas cifras por criminalidad…) y, caso contrario, se minimizan o simplemente no se mencionan sus buenos proyectos (ej.: Programas sociales…). En aras de la libertad de expresión, nadie puede impedir a los MCS que hagan uso de ella -como empresas que son- y expongan lo que crean conveniente, toda vez que no se dañen la moral y el orden público. Pero, no se vale -tanto de los medios “grandes” como los “pequeños”- autonombrarse los más imparciales, los más éticos, los más veraces o los primeros en ese género. A partir de la experiencia sobre lo que ha sido -es- el estilo de algunos medios de Comunicación Social, resulta una especie de utopía esperar imparcialidad; pero, por lo mismo, estará en inminente riesgo su credibilidad por parte de la población.

Si se ve desapasionadamente, y sin mucho esfuerzo, la falta de credibilidad es una situación aparentemente irreversible, que ha comenzado a  ser parte inevitable, y crece poco a poco, en la población. Ojalá que -como dije al principio- siendo como es tan importante y significativo el papel que juegan los diputados (AL) y los MCS, quizás el pueblo pueda un día confiar en su coherencia, humana y profesional, en beneficio del bien común. ¡Así sea!  (RAO).

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