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Los desatinos del presidente de la ANEP

César Villalona

El Presidente de la ANEP, there treatment Jorge Daboub, dio unas declaraciones muy negativas para el gremio que dice representar. El señor Daboub dijo dos cosas que nunca debió haber dicho. Veamos:

Primero aseguró que la del salario mínimo “es una discusión sin sentido, porque tenemos que estar (empresas privadas) por arriba del mínimo”. Si el tema no tiene sentido ¿por qué la ANEP presentó ante el Consejo Nacional del Salario Mínimo una propuesta de ajuste salarial de 3% para los próximos tres años? Lo lógico hubiera sido que no presentara propuesta.

Por otra parte, si las empresas pagan más del salario mínimo y si no tiene sentido discutir sobre el tema, ¿por qué el presidente de la ANEP se opone a la propuesta del gobierno de subir el mínimo a 300 dólares en el área urbana y a 250 en el área rural? ¿Será que no está seguro de lo que dice? Es posible, pues la expresión “tenemos que estar por arriba” muestra alguna duda. Y no nos sorprende que Daboub no sepa lo que dice, pues la ANEP solo tiene 18,000 empresas afiliadas de las 162,000 que reporta el Ministerio de Economía. Pero como presidente de una gremial dirigida por la oligarquía, la clase dominante del país, Daboub debió ser prudente.

El señor Daboub también afirmó que el salario promedio en la empresa privada supera los 430 dólares al mes. Ese es un error. El siguiente cuadro muestra la verdad.

El único salario promedio que supera los 530 dólares es el que se paga en el sector de suministros de electricidad, gas y agua. Ningún otro llega a 400. En el agro es de 142 dólares, en la industria apenas llega a 264 y en el comercio a 288. Se trata de salarios extremadamente bajos, muy alejados del que mencionó el presidente de la ANEP, quien debería meditar antes de dar declaraciones, por su propio bien y el de su gremio.

Es importante destacar que siendo Guatemala y El Salvador países con el mismo nivel de productividad (9,500 dólares al año por población empleada), los salarios mínimos son muy diferentes. En Guatemala hay dos salarios mínimos, uno de 331 dólares para las maquilas y otro de 359 dólares para el agro, la industria, el comercio y los servicios. En El Salvador, el salario mínimo más alto está en el comercio y los servicios (252 dólares); en la industria está en 246 dólares, en las maquilas en 211 y en el agro oscilan entre 98 y 171 dólares. Incluso, el salario promedio en El Salvador (298 dólares) es menor a los mínimos de Guatemala.

La comparación con Honduras es peor, porque en ese país la productividad laboral es de 5,600 dólares, o sea, menor que en El Salvador, y los salarios mínimos en las grandes empresas son de 460 dólares en la banca, 448 en el comercio, los servicios y las industrias, 318 en el agro y 295 en las maquilas. En las pequeñas empresas de Honduras, de 1 a 10 empleados, los salarios mínimos son más altos que todos los de El Salvador, pues están en 267 en el agro, 358 en la industria, 363 en los servicios, 370 en el comercio y 373 en transporte, almacenamiento y comunicaciones.

Sería bueno que el señor Daboub nos dijera por qué los oligarcas salvadoreños invierten tanto dinero en Guatemala y Honduras, donde los salarios mínimos superan incluso la mayoría de salarios promedios de  El Salvador. Como suponemos que los empresarios salvadoreños no violan los salarios mínimos de las naciones hermanas, donde obtienen ganancias fabulosas, debemos concluir en que la mano de obra salvadoreña, al ser la más productiva y la peor remunerada, es la más explotada.

Mantener ese alto nivel de explotación es lo que desean los directivos de la ANEP, por más que aleguen que el alza de salarios desincentiva la inversión y el empleo, sin aportar datos que lo demuestren. Los ejemplos de los países de la región, donde se pagan mejores salarios y donde hace años que el PIB y la inversión extranjera crecen más, desmienten los argumentos de la ANEP en contra de un buen ajuste salarial.

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