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La verdad jurídica en el Caso Jesuitas se aproxima

La semana pasada se desarrolló, en España, una jornada más en el juicio contra el coronel retirado Inocente Montano. Ni la cobertura periodística ni la población estuvo atenta al juicio, salvo quienes independiente de las coyunturas nacionales, como la pandemia del COVID-19, estarán siempre pendientes y enarbolando las banderas de justicia.

Para quienes están implicados en el caso ocurrido hace ya 31 años, o quienes salieron salpicados por su vinculación indirecta de los hechos, habrá dado gracias que, dado que la gente en general está ensimismada en el tema de la pandemia, y otros temas de gran interés nacional, no le está prestando la atención debida al caso.

Pero hay que decir que las revelaciones de los testigos, sobre todo del exteniente del ejército Yusshy René Mendoza Vallecillos, fueron reveladoras, a pesar de que muchas cosas eran de todos conocidos, pero como suposiciones, no en la voz de un testigo ocular, y porque estuvo “en primera línea”, como se ha acuñado en esta pandemia.

El teniente Mendoza reveló, entre otras situaciones, que el expresidente de la República, Alfredo Cristiani, pudo haber evitado la matanza en la UCA, mejor conocida como la masacre de los Jesuitas. El expresidente de la República Alfredo Cristiani, en tanto comandante general de la Fuerza Armada, por Constitución, fue alojado la noche del 15 de septiembre en el Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada para darle protección, debido a que la guerrilla del Frente Farabundo Martí (FMLN) desarrollaba su más grande ofensiva militar que abarcó diversos puntos de la capital.

Los altos mandos militares, que durante toda la guerra civil manejaron en su propaganda que la guerrilla estaba casi aniquilada, se vio sorprendida de la cantidad de hombres alzados en armas y las tácticas de guerra, pero, sobre todo, que fueran capaces de mover batallones de combatientes en diversas direcciones de la capital y de otras cabeceras departamentales importantes.

La respuesta de la Fuerza Armada fue provocar el terror y, con ello, bajar la moral de los combatientes, primero, y de la población para que no se insurreccionaran.

Por la tarde del 15 de noviembre de 1989 corrió la voz entre líderes de oposición y del movimiento social y sindical que el Ejército, mediante escuadrones de la muerte, iban a ejecutar la operación “la noche de los cuchillos largos”, haciendo alusión a la purga que hiciera Adolf Hitler en Alemania en 1934.

En El Salvador iban a purgar a los opositores más conocidos, por eso, muchos dirigentes sociales pidieron alojamiento en algunas embajadas del país. Y, otros, buscaron lugares desconocidos por las fuerzas de seguridad. Los sacerdotes de la UCA no buscaron refugios en otros lugares, pensando, quizá, que el recinto universitario era el mejor lugar para proteger sus vidas, pero, días antes de que los asesinaran, el ejército desarrolló cateos en la UCA. Hoy se sabe que esos cateos eran para conocer bien el campus universitario, pero, sobre todo, para conocer el lugar donde dormían los sacerdotes jesuitas.

La madrugada del 16 de noviembre entraron los soldados al  mando del coronel Alfredo Benavides, a los dormitorios de los jesuitas, con instrucciones del alto mando, de no dejar ningún testigo. Esa madrugada oscura para el país perdieron la vida Ignacio Ellacuría, rector de la UCA, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Amando López y Joaquín López, todos jesuitas, y verdaderos tanques de pensamiento en El Salvador. Pero, como no querían testigos, los soldados también mataron a la empleada doméstica de los jesuitas y a la hija de esta, Elba y Celina Ramos.

A la pregunta de quiénes más estaban en la reunión con el coronel Benavides, la noche que se decidió la muerte de los Jesuitas, Mendoza respondió que estaban el general Emilio Ponce (fallecido en 2011), el general Juan Orlando Zepeda, el general Inocente Orlando Montano, el coronel Dionisio Ismael Machuca, el coronel Óscar Alberto León Linares, coronel Juan Emilio Velasco Alfaro y el coronel Joaquín Arnoldo Cerna Flores.

Pero también, Mendoza agregó: “El coronel Benavides dijo que todo el contenido de la reunión lo iban a informar al expresidente Alfredo Cristiani, quien se encontraba en camino hacia el Estado Mayor en ese momento y, si el presidente Cristiani se oponía o daba una contraorden, me lo iban a comunicar”, expresó el teniente Mendoza en la Audiencia Nacional de España.

“Fue una operación autorizada, todo el mundo lo supo; los que estábamos en la Escuela Militar, todos sabíamos, nadie puede decir que al coronel Benavides se le ocurrió en ese momento hacer ese tipo de desplazamientos y procedimientos; por orden del coronel Benavides, esto fue ordenado por alguien más arriba que él, y dadas las circunstancias en las que nos encontrábamos, era el Alto Mando quien dio la orden”, reafirmó Mendoza.

Estos hechos, como hemos expresado antes, eran del conocimiento público, pero hacía falta que ésta se convirtiera en verdad jurídico, y esto es lo más valioso del juicio que aún no termina en España.

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