La mazorca mágica

LA MAZORCA MÁGICA

Por: Juanita Minero Ayala

Este era un país tan pequeño que cabía en una mano. Al cual había llegado un ogro de color blanco y con muchas estrellas en el pecho. Este señor del Norte, donó mucho maíz a los habitantes pobres de la nación, pero Juan, un niño muy listo, se dio cuenta de las intenciones del visitante, pues su hada madrina, le había dicho que al sembrar el maíz genérico regalado por el malo, solo produciría una cosecha.

Juan les contó a sus padres el serio problema: ¡Nuestros habitantes morirán sino detenemos al ogro!, quiero su permiso para visitar al Dios Tláloc. Él nos ayudará.

—Ve hijo, busca a nuestro Dios plantéale esta situación de vida o muerte — dijo el padre. El niño se dirigió al río Sumpul a recoger a Cipitío, quien se encontraba orando por las almas de sus hermanos asesinados en ese río. Cipitío leyó la mente de Juan, y ambos se encaminaron al cerro de Nahuaterique. Para el traslado, nuestros amigos fueron ayudados por el cadejo blanco. Al llegara a la cima, Juan y Cipitío, llamaron a voces: ¡Tláloc! ¡Tláloc! ¡Tláloc! En ese momento una nube de luces multicolores hizo aparecer de una cueva a nuestro Dios.

Ellos le dijeron:

—Padre, necesitamos tu ayuda. Un ogro blanco, nos ha regalado semillas transgénicas. El pueblo sufrirá hambre, si el grano mágico no produce las milpas que por siglos hemos tenido. Los habitantes ya no consumiremos: tortillas, tamales, tortas, elotes, pupusas, riguas, totopostes, shuco, atol; también esas semillas nos traerán enfermedades. ¿Qué hacer?

Dios Tláloc, les habló así:

—Hijos míos no tengan miedo a gigantes, somos un pueblo amante de la paz, pero batallador cuando nos hacen daño. Lleven de regalo al ogro, esta Mazorca mágica (criolla) que al acercarla a las mazorcas impuras, se volverán negras, y el invasor saldrá volando hacia su país. Adiós amigos. Lleven el regalo.

Juan, el Cipitío y el Cadejo blanco, llegaron a la casa del ogro, y le ofrecieron la Mazorca mágica.

Como brillaba tanto, el malo la aceptó e inmediatamente las otras se pusieron negras como el carbón. El ogro salió volando hacia su patria. Después del triunfo, Tláloc mandó una lluvia de siete días para limpiar los poblados. Los habitantes pipiles, lencas, ulúas, mayas, xincas y chorotegas celebraron la victoria. Agradecieron a Dios la ayuda recibida.

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