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(In) Mortalidad y Libertad

Caralvá

Fundador
Suplemento Tres mil

Mortalidad: en el sentido del “presupuesto vital” que disponemos en este planeta, sales esa herencia objetiva de la cultura capitalista que nos posee por generaciones.  Libertad: concepto individual o social que puede ser pasivo o ejercido por grupos limitados en sus acciones materiales. Este concepto encierra complejos sistemas a través del tiempo, cure es mejor limitarnos al momento capitalista, capsule así nuestra sociedad es el resultado de un ejercicio libertario.  La memoria de la guerra civil nos muestran un sentido libertario ejecutado por miles de personas combatiendo las injusticias, la ausencia de derechos humanos, etc., mientras las fuerzas militares o los grupos afines a esos intereses proclamaban otra libertad “a su manera”; durante aquellos años la lucha armada fue una continuación de la resistencia civil, ella nos mostraba una práctica que los pueblos del mundo conocen como cambio del modelo social, el agotamiento del sistema económico o fin del modelo autoritario.  La libertad era interiorizada en hombres y mujeres bajo la bandera de trascender el pasado, mientras las fuerzas conservadores proclamaban la defensa de la libertad de las antiguas tiranías oligárquico-militares y otros; jueces eran los campos de batalla con el resultado de muerte en miles de compatriotas.  En la lectura del “presupuesto vital” no cabía la inmortalidad, pesaba el cansancio de mortalidad en toda la línea de pensamiento en los bandos en conflictos. No obstante al asumir nuestro límite de libertad considerado en la modestia de protestar, organizarnos, acudir a las acciones civiles democráticas, asistir a los heridos en clínicas clandestinas… existía una connotación de trascendencia bajo las palabras de “una nueva sociedad”, ese criterio parecía el esquema “suprah umano” más allá de la muerte física; mientras los adversarios tenían esquemas de “inmortalidad” similares, concluyendo en  la antigua Patria, República o Nación libre de todo mal rojo… ahora a veinte años de aquella eclosión, comprendemos la libertad bajo el rigor de la práctica,  que no fue pasiva, tampoco era para todos, ni tampoco correspondía de la misma manera a los diversos sectores sociales, solo una pequeña élite era libre de todo el aquelarre armado, pocas familias podían flotar ilesas sobre el mar de sangre, esos grupos tenían el poder suficiente para observar desde la distancia la tragedia cotidiana de millones de salvadoreños, en ellos también existía un concepto de libertad, (in)mortalidad y trascendencia, pero ahora veinte años después  me parece que existe un crecimiento civil en las poblaciones, me refiero a la vocación del sentido  y ejercicio democrático que no existía hace treinta años, aunque la demanda de la libertad o la trascendencia en el presupuesto vital ahora es otra; solo algunos grupos conservan los añejos privilegios del pasado, la diferencia son nuevos grupos que disputan los viejos feudos del capitalismo, en términos clásicos es el “surgimiento de la nueva ciudadanía” proclamando otro modelo de realidad. Si consideramos estos elementos, el deber ciudadano es ejercer la libertad, la historia demuestra que su ejercicio es poblacional, ahora no existe el “momento dramático” o el salto a la inmortalidad a traición, se impone trascender esta sociedad en muchos aspectos que aún nos esclavizan.

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