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El sindicato de la Asamblea se está prestando al plan de despidos de la nueva legislatura

El sindicato de la Asamblea Legislativa denunció, recientemente, que la Junta Directiva del parlamento estaba pasando a ley de salarios a centenares de “empleados fantasmas”, curiosamente, el mismo discurso de varios funcionarios del Gobierno del presidente Nayib Bukele. Gracias a dicho discurso han iniciado en las redes sociales señalamientos y denuncias de supuestos empleados con puestos fantasmas.

Claro, el sindicato lo que pretende es evitar que sus afiliados y directivos no vayan a ser parte de la limpieza que los triunfadores de las elecciones han anunciado que harán en la Asamblea Legislativa, pero el sindicato se equivoca de estrategia.

Creer que facilitarle el trabajo a la futura nueva junta directiva del Congreso y que ellos estarán fuera del objetivo o que no serán despedidos, sería un error.

El propio Walter Araujo, de las principales figuras de Nuevas Ideas, ha dicho en las redes sociales que él mismo le dirá a la nueva junta directiva a quienes debe despedir. Y el señor Araujo, por su puesto, no habla de “plazas fantasmas”, sino de empleados debidamente identificados con plazas aparentemente legales.

El discurso de las “plazas fantasma” no solo justifica los despidos por centenares que habrá en la Asamblea Legislativa, tal como han anunciado, con el propósito de preparar a la opinión pública para que aplauda los despidos como lo hicieron en el Ejecutivo.

Recordemos que el mensaje que se utilizó para justificar los miles de despidos (cerca de diez mil) en el Ejecutivo fue la “fábrica de empleos que solo favoreció a los familiares del presidente y de otros funcionarios”. Y la campaña se montó en no más de una veintena de empleados familiares de dichos funcionarios. Esto generó la indignación de la gente, sobre todo cuando se dieron a conocer los salarios.

Y, cuando se hicieron efectivos los miles de despidos, la ciudadanía solo aplaudía, porque era indignante que los familiares de los funcionarios tuvieran trabajo en el gobierno.

Centenares de esos despedidos no tienen un trabajo formal, porque la pandemia no ha hecho posible la reactivación económica para asimilar a todos esos despedidos.

En los próximos seis meses pasará lo mismo en el Órgano Legislativo, donde centenares de trabajadores serán despedidos y, seguramente, utilizarán la denuncia del sindicato de las “plazas fantasma” para justificarlos.

Pero, para mientras ese momento no llega, nombres conocidos de empleados de ese órgano de Estado andan de boca en boca en las redes sociales, para preparar el terreno. Esa es la estrategia. Por eso el enfoque será el puesto de técnico del diputado Suazo, de la excandidata Daniela Genovez y Tatiana Marroquín.

En el caso de Genovez, además de haber ido de candidata por el FMLN, tiene el grave pecado de haber puesto tras las rejas al youtubero, del círculo de “famosos” de redes sociales que son parte de la propaganda del gobierno y de Nuevas Ideas, Roberto Silva, por violentar las leyes que protegen a la mujer.

A Marroquín, por ser articulista del periódico digital El Faro, muy crítica contra algunas actuaciones del gobierno del presidente Bukele.

Pero los tres servirán al gobierno y al partido ganador para preparar a la opinión pública para que pida “las cabezas” de todos los “fantasmas” de la Asamblea Legislativa, por haber sido contratados y serviles “a los mismo de siempre”, que en este país son especies que deben extinguirse.

El Sindicato, por temor, seguramente, en aras de conservar sus trabajos se han equivocado de estrategia: ofrecerle las cabezas “de los fantasmas” a la futura junta directiva de la Asamblea, cuando lo que debieron haber hecho es prepararse legalmente para enfrentar la marea de despidos próximos y, así, unir a los trabajadores y no estar desunidos como lo han hecho en este momento.

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