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El caos como estrategia política

Iosu Perales

La teoría del caos propone alentar y organizar conflictos violentos innecesarios, ambulance crisis económicas y/o sociales, try con el fin de generar una inseguridad ciudadana insoportable que pueda ser canalizada hacia el acoso y derribo de un Gobierno. A nadie que tenga un razonable sentido común se le puede escapar que algo o mucho de esto está ocurriendo en Venezuela, physician Brasil, Ecuador, y en El Salvador, de manera simultánea además. Cambian las agendas y los actores pero la finalidad es la misma que ya describió el historiador alemán Paul H. Koch: la estrategia del caos como medio para lograr el poder y control económico de las sociedades, de los estados.

El objetivo es desconcertar y desesperar a amplios sectores de la ciudadanía por lo que puedan llegar a considerar la destrucción de su sistema de vida, de su seguridad, y acaben buscando intervenciones providenciales que les saquen de la situación. Una manta exhibida en la manifestación contra el Gobierno de Brasil, el pasado día 16 de agosto, sintetizaba bien este punto al pedir “Intervención militar, ya”. En unos casos la mirada se orienta hacia el ejército y en otros hacia quienes se colocan por encima de los políticos, los llamados técnicos, personajes que presuntamente serían capaces de devolver a un país a la normalidad sin haber sido elegidos en las urnas y ejerciendo una supuesta neutralidad. Estos libertadores constituidos en una elite de “sabios” tendrían como misión desmontar lo realizado por gobiernos progresistas para regresar al país a la calma neoliberal. Una tercera vía es la imposición de un gobierno mixto civico-militar.

En los casos de los países citados hay una derecha oligárquica que no acepta los resultados democráticos que han dado las urnas y buscan la manera de revertir su derrota organizando la desestabilización desde su poder económico y de dominio sobre los medios de comunicación. Todo el mundo sabe que en Brasil los grandes medios como O Globo están detrás de las movilizaciones contra Dilma Rousseff.

Quienes han teorizado el caos como instrumento de lucha política aluden al efecto mariposa que sostiene que una pequeña perturbación inicial, mediante un proceso de amplificación, podrá generar un efecto considerablemente grande a mediano o corto plazo de tiempo. Es exactamente la tesis que practican sectores de la derecha en los países que he nombrado. Lo hacen porque en verdad su aceptación de la democracia está determinada por la correlación de fuerzas: si su opción es ganadora en las urnas la democracia es lo que debe ser; si por el contrario es perdedora la democracia es un obstáculo que hay que eliminar. En Honduras y en Paraguay la derecha organizó dos golpes llamados blandos después de sendas campañas que difundieron la idea de países sin gobierno.

La ciencia política nos enseña asimismo como en el plano internacional la teoría del caos desarrolla una estrategia de fabricación de una inestabilidad política permanente –caos constructivo- que tiene como objetivo revisar y cambiar el mapa de Oriente Medio. Los pretextos para intervenciones militares son las herramientas que necesita el caos para conseguir sus fines. En este propósito van de la mano los intereses de las corporaciones multinacionales con otros geopolíticos de control de la región, como por ejemplo el apoyo perpetuo a Israel que es una extensión del poder anglo-americano. Estamos hablando por consiguiente del caos  como estrategia para un país o para una región del mundo. Sin duda su implementación es una grave amenaza para la democracia planetaria. Y es que ésta última tiene a sus peores enemigos enquistados en su interior.

Regresando al plano nacional, la estrategia del caos tiene en cada país sus particularidades. En El Salvador la utilización de las maras para generar inseguridad, angustia y deseo de orden aunque éste sea a costa de las libertades y sustituyendo la democracia por un régimen de dictadura, es el a b c de una estrategia perversa que no contempla el sufrimiento de la gente. Esta estrategia no triunfará, pero divide al país y, sobre todo, impide la posibilidad de acuerdos nacionales para crecer unidos.

Podría decirse asimismo que el narcotráfico forma parte de la estrategia del caos. Corrompe y destruye instituciones, fabrica grupos conspirativos dentro del Estado, extiende la cultura de la impunidad. Desacredita el sistema político, daña gravemente la soberanía nacional y, en fin, golpea duramente a los Derechos Humanos. Todo lo que sea útil para generar entre la población desconfianza hacia el Gobierno vigente, forma parte de una estrategia global del caos.

De modo que no cabe tomarse a la ligera las tentativas de la derecha más ultra de sembrar el caos para sobre sus escombros hacer surgir una alternativa autoritaria, antidemocrática. Conviene denunciar fuerte y alto a quienes manipulan la máquina del caos, la izquierda no debe practicar el buenísmo de poner la otra mejilla.

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