Por Leonel Herrera*
Lo que más llama la atención en las capturas arbitrarias de los empresarios del transporte colectivo es la cobardía y el silencio cómplice de la ANEP, la ASI, la Cámara de Comercio y demás gremiales empresariales.
Todos recordamos cómo estos gremios, junto a tanques de pensamiento conservador como FUSADES, se rasgaban las vestiduras por el sacrosanto derecho a la propiedad privada, especialmente durante los gobiernos del FMLN (2009-2019).
Ante cualquier posible afectación a sus intereses económicos, estas instancias ponían el grito en el cielo y activaban su aparato comunicacional, mecanismos de presión y operadores estatales (diputados, fiscales, jueces y otros funcionarios).
Así sabotearon propuestas de políticas tributarias progresivas, leyes de protección ambiental, reformas integrales de pensiones y otras medidas orientadas al cumplimiento de derechos humanos, la justicia social o la ampliación de la democracia.
Personalmente recuerdo cómo, por presión de ASDER y FUSADES, la Asamblea Legislativa controlada por partidos de derecha (ARENA, GANA, PCN y PDC) no quiso ni siquiera discutir una propuesta de ley de radiodifusión comunitaria presentada por ARPAS a mediados de 2013.
Estas gremiales también lograron que un fallo de la Sala Constitucional (integrada por los mal llamados 4 magníficos) contra la Ley de Telecomunicaciones se limitara a resolver sobre el no reconocimiento legal de los medios comunitarios y dejara intacta la concentración mediática de las corporaciones privadas.
Sobran ejemplos de cómo las asociaciones empresariales bloquearon y sabotearon diversas iniciativas democráticas con la excusa de que éstas afectarían la propiedad privada, el libre mercado, la libre competencia y otros de sus principios sagrados.
Pero hoy guardan silencio, no sólo frente al desmantelamiento institucional y democrático, sino ante acciones concretas que vulneran intereses empresariales, como la captura ilegal de varios propietarios de autobuses por -supuestamente- negarse a dar transporte gratuito durante esta semana.
Hace un año fue detenido Catalino Miranda. Sus compañeros (ahora también capturados) no protestaron y se callaron, creyendo que así no correrían la misma suerte; pero no les sirvió de nada. Entre los nuevos capturados está Genaro Ramírez, dirigente histórico de los transportistas.
Es llamativa no sólo la cobardía de la propia “Mesa Nacional de Transporte” que promete públicamente hacer lo que el gobierno les ordene, sino -principalmente- la indiferencia y el abandono del resto de gremiales empresariales, sobre todo la ANEP.
Probablemente sea por temor a represalias gubernamentales y como resultado del temor que el régimen de Nayib Bukele infunde en todos los niveles de la sociedad. Fue insólito, por ejemplo, cómo los grandes empresarios dejaron solo a Alfredo Cristiani frente al despojo estatal de todos sus bienes.
Aclaro que no defiendo a los transportistas, tan desprestigiados por prestar un mal servicio a la población; y mucho menos al ex presidente Cristiani, quien se benefició con recursos públicos, se auto favoreció con la privatización de la banca y nos impuso el neoliberalismo.
Mi propósito es señalar la cobardía empresarial y el silencio cómplice de las gremiales corporativas, en contraste con la beligerancia que exhibían antes, sobre todo de la ANEP, FUSADES y ASDER que solían presentarse como “paladines de las libertades”.
Es posible que esta actitud también sea porque los grandes empresarios están cómodos con la autocracia bukeliana, ya que ésta no afecta sus intereses y sus ganancias no dejan de crecer. Valoran sobre todo que se mantiene intacto el injusto modelo tributario regresivo donde “los que tienen más pagan menos”.
Ésta podría ser la lógica de familias mega ricas como Callejas, Regalado, Dueñas o Kriete. Algunas de éstas, incluso, han mostrado apoyo público a Bukele, en eventos empresariales o reuniones en Casa Presidencial, a cambio de beneficiarse de exenciones tributarias, como Kriete con AVIANCA.
Con tal de no perder sus negocios, los grupos empresariales parecen dispuestos a permitir que los Bukele se abran espacio en la esfera oligárquica. En su miedo o en su “pragmatismo” parecen no valorar el riesgo de estar “criando un cuervo” que después les podría “sacar los ojos”.
Eso le pasó a los industriales y banqueros alemanes que apoyaron a Adolf Hitler hace más de 90 años. Más reciente y más cercano está el caso de los empresarios nicaragüenses que apoyaron o permitieron la instauración de la dictadura de la pareja Ortega-Murillo.
*Periodista y activista social.