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Samuel Amaya
@SamuelAmaya98
El 30 de agosto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró que a nivel internacional se conmemore a las víctimas de desaparición forzada. Solo en El Salvador se estima que entre 8 mil a 10 mil fueron las víctimas de este flagelo durante la guerra civil.
Monseñor Óscar Arnulfo Romero preguntaba “¿dónde están?”, en referencia a los desaparecidos. Este domingo en la Cripta de Catedral Metropolitana de San Salvador, los feligreses recordaron y volvieron a hacer esa pregunta.
En la procesión de ofrendas, los feligreses presentaron la frase-pregunta “¿Dónde están?”, simbolizando que aún se espera tener una respuesta que indique el paradero y el porqué de la desaparición de los miles de salvadoreños víctimas.
Monseñor Romero recordaba en su tiempo que el mensaje de la iglesia es el de Jesucristo encarnado en la realidad, donde se destierre el pecado que mancha la historia; en ese sentido presentaron una vela simbolizando a Jesús como luz que ilumina el caminar de hombres y mujeres queriendo purificar su vida.
La homilía fue presidida por Guillermo Palacios, vicario de Catedral Metropolitana. El sacerdote habló a los feligreses de tener humildad en todas las situaciones de la vida, ya que así fue el señor. El evangelio se trató precisamente de la humildad, la cual se puede definir como “andar en la verdad, pues es reconocer que nosotros como humanos tenemos un cúmulo de defectos, pero también un cúmulo de virtudes”.
En ese sentido los feligreses presentaron a monseñor Romero como un símbolo de verdadera humildad porque nunca pretendió alabanzas ni premios, por alzar su voz por las víctimas y pobres, sino que hasta entregó su vida en defensa de ellos.
El evangelio, según dijo palacios, ha dado una catequesis de humildad. “Cuando te inviten a una cena o boda, busca el último lugar, pero no lo busques como un truco para que luego te asciendan al mejor lugar, sino que búscalo, porque el último lugar lo ha ocupado Cristo”.
“Dice San Francisco de Asís que cuando Dios nos permite caer en grandes pecados para conocer nuestra humanidad, también nos permite ser humildes porque entonces te das cuenta de que no eres el santo, te das cuenta de que te cuesta mucho todavía combatir tus pecados, y te das cuenta de que necesitas de Dios, y necesitando de Dios vas a combatir tus pecados”, concluyó el padre Palacios.
